El presupuesto K “era de U$S 3.000 millones, saldrá U$S 1.500”

Gnea, el gasoducto que se usará al revés y costará la mitad

Fue diseñado para importar gas de Bolivia, pero ahora lo van a alimentar desde el sur. Recorre, entre otras provincias, el centro norte de Santa Fe. Curiosidades y sobreprecios de una obra que iba a construirse en 2010 y aún no ha terminado.

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José Luis Sureda, secretario de Recursos Hidrocarburíferos del Ministerio de Energía y Minería de la Nación.

Foto: Archivo El Litoral

 

Luis Rodrigo

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“El gasoducto Gnea se termina a fines de este año, por eso vamos a tener cuanto antes el Gasoducto Regional Centro II y otras obras complementarias”, dijo a El Litoral el secretario de Recursos Hidrocarburíferos de la Nación y explicó: “Lo grave es que, al GNA, hoy no tenemos gas con qué alimentarlo; más allá de que hemos podido bajar su costo a la mitad, de U$S 3.000 millones a U$S 1.500”.

El funcionario dijo que “lo vamos a usar al revés, porque el gas que nos manda Bolivia apenas alcanza para alimentar el Gasoducto Norte”.

Además, “como inexorablemente la producción argentina declina en la cuenca noroeste (Salta), lo que tenemos son unos volúmenes menores de Bolivia, donde no repunta la producción, y del mismo modo una menor entrada de gas argentino. En conclusión, si usáramos ese gas para alimentar el Gnea, deberíamos bajarle carga al Gasoducto Norte. Y dejaríamos sin gas a Pedro para dárselo a Juan”, graficó, para mostrar la crisis de un sector que necesita de períodos mínimos de 4 ó 5 años para planificar y ejecutar inversiones en exploración y explotación.

“Lo que vamos a hacer es un absurdo, pero lo tenemos que hacer. Al Gnea que pasa por Santa Fe entre otras provincias, lo vamos a alimentar desde el sur. No nos va a llegar gas desde Bolivia”, comentó.

De esta forma, “vamos a poder darle gas inclusive al ramal que va a Tostado, porque de lo contrario, van a tener la obra y no van a tener gas nunca”.

Cae el costo

Sureda dijo que mediante dos decisiones el costo del Gnea cae a la mitad. Por una parte hubo renegociaciones contractuales con las empresas que ganaron la licitación durante el gobierno nacional anterior, y por otra, menos plantas de motocompresión “que sin todo el gas que se esperaba tener, eran inútiles”.

“Hubo renegociaciones contractuales con las empresas contratistas, les mostramos los costos reales y les dijimos que había precios que no eran los del mercado y lo aceptaron. También ocurrió que apretamos un poco las marcas en las certificaciones de obras y modificamos además algunos conceptos de ingeniería de la obra que no se justificaban, que eran innecesariamente caros”.

Respecto de los precios K agregó: “Hay ramales que fueron presupuestados a 56 dólares el metro de cañería, por cada pulgada. Así un metro de caño de 24 pulgadas vale 56 dólares por 24. ¿Sabe cuál es el costo real? 30 dólares”, dijo.

Además, “eliminamos los motocompresores que eran inútiles. Sabiendo que no vamos a tener el gas, porque Bolivia no nos va a vender lo que se calculó para la obra en 2006, se encargaron igual estos equipos. Estábamos a punto de hacer esa operación de compra cuando asumimos: lo revisamos y dijimos no, basta”.

“Esas dos decisiones nos bajaron el presupuesto del gobierno nacional anterior que era de unos 3.000 millones de dólares a 1.500 millones de dólares. Cuando tengamos terminada la obra habremos gastado 1.500 y nos ahorraremos la misma cifra... No fue magia, dijo alguien”, ironizó.

Sin gas para poner a pleno la Usina de Sauce Viejo

El ingeniero Sureda repasó algunas de las inconsistencias que encontró en materia de energía y recursos hidrocarburíferos del gobierno nacional anterior, o luego de relatar el caso del gasoducto Gnea.

Entre otros conceptos disparó: “El nuevo ciclo combinado de la Central Térmica Brigadier Estanislao López no tiene gas para habilitarlo. No, aunque Ud. no lo crea. No tiene gas suficiente. Y no es un problema que pueda resolverse simplemente con caño. No hay gas”.

La termoeléctrica que funciona en el Parque Industrial de Sauce Viejo hoy genera 280 megavatios. Pero con las instalaciones de ciclo combinado (que aprovechan los gases de la combustión antes de liberarse al ambiente) podría producir 400 megavatios.

Otro caso: “en Río Turbio se hizo una planta de ciclo combinado para quemar carbón y producir energía eléctrica pero la realidad es que no tiene carbón. Esa máquina necesita 1.200.000 toneladas por año de carbón. Y la mina produce apenas 110.000 por año. Es el 10%. No es una opinión mía, estos son datos estadísticos”, mencionó.

Sureda señaló que “el gobierno nacional hoy hace tres gasoductos: el Regional Centro II de Santa Fe, otro de Tandil a Mar del Plata (y de ahí a todos los desarrollos en la zona de la Costa) y un tercero que une La Angostura y Bariloche. Los tres se prometieron hace cinco años y al de la Provincia de Buenos Aires se lo inauguró dos veces... Bueno, nosotros vamos a hacer estas obras, y sin cadena nacional”, bromeó.

El contrato con Bolivia

“El Gnea se presupuestó para 8 millones de metros cúbicos por día, con obras complementarias muy importantes, pero sin gas adentro”, dijo el ingeniero José Luis Sureda y explicó que el contrato entre la Argentina y Bolivia dejó a nuestro país en una situación desventajosa, de una manera inexplicable.

“Es un contrato público y se puede leer, se firmó en 2006 y es por 20 años. Dice que las obras de gas en Bolivia deben estar garantizadas para construir el gasoducto Gnea en Argentina. Y en una adenda dice que Bolivia garantiza el gas, pero que no lo demuestra. En pocas palabras: la Argentina que tenía la potestad de hacer una auditoría en Bolivia para asegurarse que estaba ese gas en las reservas, no la llevó a cabo”.

“El gobierno nacional anterior no usó su derecho a auditar las reservas bolivianas de gas, dejó vencer el plazo establecido en el contrato y optó por confiar que Bolivia siempre tendría gas disponible para vendérnoslo. Y la realidad no es esa”.

Aquella negociación comenzó en 2004. Para entonces Bolivia ya tenía contratos con Brasil y firmó con Argentina este nuevo contrato dos años después. “Pero al mismo tiempo comenzó a desarrollar su propio mercado interno, a utlizar su gas. Y para poder cumplir con todos Bolivia debía hacer muchas inversiones en producción, que se hicieron y el gas apareció, pero en campos tan profundos y tan complicados (que son iguales a los del noroeste argentino) se pueden hacer inversiones y explotaciones intensas... pero llega un momento en que se debe volver a explorar para seguir extrayendo gas. Eso es lo que Bolivia no hizo en la medida de lo necesario”.

“Llegó un momento en que no pudieron seguir creciendo porque no invirtieron en exploración. Se estancó su producción y se atrasó... En este momento, lo que tangencialmente nos ayuda y hace que hoy llegue más gas de Bolivia es que en Brasil hay mucha agua y sus represas hidroeléctricas funcionan a pleno y prácticamente no consumen gas para su sistema eléctrico. Así sobra un poco más para Argentina. Pero estamos en “la punta del riel”, en el último lugar”.