Tribuna de opinión

La crisis de SanCor

Por Néstor Vittori (*)

La crisis de SanCor se ha transformado en un campo experimental de desinformación, donde por un lado la empresa trata de maquillar la gravedad de la crisis, por el otro el gobierno provincial, particularmente el ministro de la Producción, no sabe qué hacer con la cuestión y trata de transferir las responsabilidades provinciales al gobierno nacional y desde éste último ven la cuestión como una potencial crisis laboral, de fuerte gravitación en una amplia región del país, con repercusiones muy negativas para la gestión económica, que afronta dificultades innegables.

Este conjunto de parcialidades negativas impide poner en el centro de la escena la realidad de la empresa cooperativa, que afronta tres cuestiones críticas: 1) falta de materia prima, 2) sobredimensión estructural y 3) alto endeudamiento.

Falta de materia prima

Hoy la empresa recibe 1,5 millón de litros de leche por día, con una capacidad instalada y de personal para procesar más de 4 millones de litros.

La pregunta del millón es si existe la posibilidad de recuperar en el corto y mediano plazo la cantidad de leche perdida.

Desde la perspectiva de la producción, esta hipótesis resulta sumamente difícil, porque no parece posible la recuperación de los tambos que se fueron a otras empresas, los que en muchos casos ya vienen consolidados en la nueva relación a lo largo de un tiempo bastante prolongado.

Hay que señalar aquí que desde aquel volumen de escala ideal de 4,5 millones de litros que la empresa recibía, por goteo se fue reduciendo hasta un volumen de 2,5 millones de litros hacia fines de 2015. Con posterioridad a ello, consecuencia de las lluvias e inundaciones del otoño de 2016, el recibo de leche se redujo al volumen actual.

Si bien las lluvias e inundaciones, que se repitieron en diciembre y enero último impactaron sobre todas la industrias lecheras de la región con una pérdida global de aproximadamente tres millones de litros diarios, abrieron la puerta a una transferencia de tambos hacia otras industrias, que anteriormente por sobreoferta parecía vedada, profundizando la pérdida de leche de SanCor.

El otro componente de la reducción de la oferta, ha sido el cierre de muchos tambos, estimativamente 400 en el área oeste de la provincia, que además de su cierre han vendido sus vacas con destino a faena. Esos tambos, difícilmente puedan armarse nuevamente, y si lo hacen tendrán efecto en el mediano y largo plazo, ya que el rodeo lechero no se repone de la noche a la mañana.

Con 4.700 empleados, y con poca leche, la resultante es la pérdida de 2.400 millones de pesos en el último ejercicio y el actual estado de colapso financiero.

Sobredimensión estructural

La media mundial de empleados por cantidad de leche diaria es de un empleado/obrero cada 3.000 litros. Las empresas más eficientes llegan a 1 operario para procesar entre 5.000 y 10.000 litros de leche por día. SanCor tiene 1 empleado/obrero cada 400 litros o menos.

Esto indica dos cosas: una a la vista, es la sobredimensión estructural y la otra de algún modo oculta, es la ineficiencia tecnológica que requiere tal cantidad de operarios, en contraste con las empresas tecnológicamente avanzadas.

La paternidad de esta crítica situación estructural la tiene el sindicato que nuclea a los trabajadores lácteos, Atilra, que con su enorme capacidad de chantaje ha venido condicionando la actividad, resistiendo su adecuación estructural en términos de empleo, y con ello reduciendo las posibilidades de sostener una operación mínimamente rentable para los tamberos, a través de un mejor precio de la leche en tranquera de tambo.

Por supuesto, que ha cooperado en esta dirección una estructura gerencial, que capacitada desde lo técnico, ha condicionado las decisiones directivas, a partir de la defensa de la intangibilidad de sus salarios, orientando la política interna de la cooperativa, en la nominación y elección de directores que den garantías a esa estabilidad.

Desde hace muchos años, desde las entidades de productores venimos pronosticando este desastre, que ya tuvo su experiencia avanzada con Milkaut, y que implica el fracaso de las empresas lácteas cooperativas, que fueron fundadas por los productores para la defensa de su producción, pero que terminaron atrapadas en un movimiento de pinzas, entre sus gerentes y el sindicato por un lado y por otro, por el Centro de la Industria Lechera, básicamente representante de la lácteas privadas, que guarecidas bajo el amplio paraguas de las cooperativas, aprovechando su ineficiencia, llevan décadas de pingües ganancias y crecimiento, producto de un bajo precio de la leche.

Milagrosamente, la soja vino a darles una mano sustitutiva a los productores, frente a los quebrantos sufridos con la lechería.

La rebelión de Atlas

Días pasados, leyendo un libro estupendo de Ayn Rand, titulado “La rebelión de Atlas”, sentí que la crisis de la lechería calzaba ajustadamente en la trama de la novela, que es en definitiva una violenta protesta del universo productivo, creativo, innovador, inversor, auténticamente capitalista, y esencialmente trabajador, frente a los saqueadores de la riqueza generada por aquellos, de la cual se apropian mediante toda una trama superestructural de regulaciones, de restricciones, de corrupción, de apropiaciones indebidas, de presiones de todo color, para mordisquear la renta a sus legítimos creadores.

En la instancia actual, sin leche y con una sobredimensión de personal y de estructura industrial, con un gigantesco déficit económico, no pareciera posible que aparezca un comprador dispuesto a afrontar ese conjunto de factores negativos.

El mayor patrimonio vendible que hoy tiene SanCor, es su marca, que sin duda vale mucho, y con compradores posibles. Pero el resto, subutilizado, que en poco tiempo más, será un montón de fierros viejos, solamente podría ser vendido, sin la carga de la sobredotación de personal, ante un panorama de la producción lechera que tenderá a disminuir y en la escasez migrar con el correr de los días a empresas con mejores perspectivas.

(*) ex presidente de Carclo y de Carsfe

Desde aquel volumen de escala ideal de 4,5 millones de litros que la empresa recibía, por goteo se fue reduciendo hasta un volumen de 2,5 millones de litros hacia fines de 2015.

Sin leche y con una sobredimensión de personal y de estructura industrial, con un gigantesco déficit económico, no pareciera posible que aparezca un comprador dispuesto a afrontar ese conjunto de factores negativos.