Información y acción

El bosque, el ganado y su gente

Un trabajo realizado en el distrito Toba (Vera) permite obtener una “foto” de la actividad ganadera y forestal. Buscan extender la metodología a todo el departamento para contar con información certera que permita diseñar políticas superadoras.

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Manejo. La mejora en la infraestructura y la aplicación de tecnología de procesos en la ganadería podría evitar la migración de los jóvenes del departamento.

Foto: Juan Manuel Fernández

 

Federico Aguer

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En el pasado Congreso de CRA en Santa Fe se presentó un interesante trabajo realizado en el departamento Vera. Dialogando con Campolitoral, Paula Mitre, referente ganadera de dicho trabajo, manifestó que buscan generar información para tener acceso a la realidad concreta de la gente de dicho territorio. “Muchas veces las políticas que se implementan se hacen en base a datos que no son acordes a la realidad, porque no son actuales. Y de nada sirve un dispositivo legal que no garantice que los recursos naturales se preservan”, sostuvo.

Por eso, desde el ámbito público y privado del norte provincial decidieron analizar la situación productiva. La Sociedad Rural de Vera, el INTA Reconquista y el financiamiento del Ministerio de la Producción fueron los baluartes para iniciar un estudio que en una primera etapa implica al distrito Toba del departamento Vera como puntapié de algo más integral para la caracterización de los sistemas ganaderos de dicho departamento.

Sin dudas que se trata de un trabajo sin precedentes en la zona, que aporta un diagnóstico muy valioso para conocer con mayor precisión cómo son los sistemas y -a la vez- plantea un desafío muy importante para saber qué hacer con ese diagnóstico, para ser más eficientes y sustentables.

A nivel geográfico, dicho bosque se encuentra situado en el Parque Chaqueño Subregión Húmeda, posee aproximadamente unas dos millones cien mil hectáreas, de las cuales quinientas mil son de bosque nativo. El distrito Toba puntualmente cuenta con unas 76.000 hectáreas aunque paradójicamente vivan allí tan sólo 1.000 habitantes. El punto es que la densidad demográfica es la misma que la del año 2001. Pero vamos por partes, para poder entender la real implicancia de la principal actividad económica de la zona (la ganadería), en la calidad de vida de sus habitantes.

La foto que atrasa

El trabajo arroja cifras que reflejan el retraso productivo y social del distrito. De la totalidad de los productores encuestados, el 71 % tiene un Renspa con menos de 100 cabezas, y el 20 % entre 150 y 300 cabezas. “Se trata de pequeños productores, empresas familiares, muy vulnerables”, analizó Mitre. El 61 % trabaja en superficie de monte, pero sólo el 26 % hace pastoreo rotativo, mientras que el 70 % hace aprotreramiento.

“En los últimos 10 años sus ambientes han sufrido una degradación debido a una invasión de especies leñosas que han provocado un fuerte descenso en la receptividad de los campos. En cuanto al monte sólo unos pocos (un 20 %) lo aprovechan con fines productivos para leña y carbón y generar ingresos extra. El resto interviene en el monte sólo para mejorar su manejo ganadero, a través de pequeños raleos, construcción de caminos y alambrados, esto es llamativo”, agrega.

En cuanto a la participación de los productores en la realidad general, el trabajo destaca que sólo el 33 % conoce la existencia de la ley nacional 26.331 (de presupuestos mínimos para la protección de los bosques nativos), y el marco legal provincial, y de ese porcentaje la gran mayoría no sabe bien de qué se trata; y cree que la norma más bien viene a impedir. “El Estado a veces está mas cerca de la multa que de la extensión y en la implementación de la ley pasa esto”, explica la productora.

Eficiencia y calidad de vida

Según el estudio, el distrito exhibe números de una actividad muy poco eficiente. “Tenemos un bajo nivel de eficiencia en la ganadería de la Cuña Boscosa”, sostiene Mitre, y agrega que el promedio productivo por hectárea al año es de 42 kg. de carne, con un mínimo de 11 y un máximo de 98. La eficiencia de cría es bajísimo: 46 %. Sólo el 15 % revisa los toros, el 19 % diagnostica preñez, el 22 % estaciona servicio, y el 11 % hace mejoramiento genético en sus servicios. “Vemos baja eficiencia productiva y una nula aplicación de tecnología”, analiza la productora.

Finalmente, a nivel social, el trabajo revela varios aspectos, y en este sentido -al decir de Mitre- “pone la piel de gallina”. Los productores del distrito tienen como principal preocupación la migración de los jóvenes. Y cómo no van a migrar, cuando sólo el 26 % de los encuestados cuenta con luz eléctrica, los caminos no están en condiciones, la zona tiene una gran dificultad de acceso a la salud, la educación, y la mala señal de celular. “Esto se traduce en el estancamiento del departamento en materia demográfica. No hemos crecido en población del 2001 a 2010”, se lamenta con crudeza.

El índice de sustentabilidad

El distrito muestra un 54 % de destete promedio. Pero esto se puede mejorar, claramente. “Si pudiéramos incorporar un abordaje agroecológico de tipo cultural, junto con políticas adecuadas que permitan adaptar tecnologías de insumos y procesos; y si podemos generar que los sistemas sean más eficientes, podemos pasar del 54 al 72 % de destete (promedio CREA Cuña Boscosa), y podemos generar así al año en el distrito un 33 % más de producción de carne”, se ilusiona Mitre. Es que esto implica más terneros, más viajes de camión, más ingresos al productor, más empleo, más impuestos, y más desarrollo para la región.

Propuestas integrales

En cuanto al manejo del bosque nativo, Mitre propone la herramienta del manejo con ganadería de bosque que permita recuperar la productividad de los ambientes degradados. “Este trabajo tiene un sustento técnico y respalda nuestras posiciones, pero es una foto de lo que representa el pasado. Por eso proponemos una visión superadora, porque el mundo nos pone a las puertas una gran cantidad de innovaciones tecnológicas y tenemos que ser capaces de incorporarlas para producir y conservar mejor”. Y sostiene que “tenemos la responsabilidad de producir alimentos, pero no lo lograremos si dependemos de una ley basada en el NO y en la palabra PROHIBIR, ese es una candado que nos cierra la posibilidad de entrar a un mundo mejor. Creemos que somos capaces de lograr ese equilibrio en el marco del respeto del bosque, pero teniendo en cuenta al hombre como parte del sistema. El diálogo genera oportunidades para la reglamentación de la ley y esto puede permitir poder empezar a hablar del medio ambiente y del hombre promoviendo la diversidad y producir viviendo en este ambiente”.