ENTREVISTA CON CARLOS ROBERTO MORÁN

“Escribo porque me complace contar historias”

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“Tropiezo mucho con la piedra de repetir; pienso ‘esto lo dije antes’ ”, dice Morán a propósito de la publicación de “Tríptico de Verónica y otros cuentos” (Ediciones UNL, 2017).

Foto: ARCHIVO

Por Estanislao Giménez Corte

@EstanislaoGC

Carlos Roberto Morán, como muchos autores, casi prescinde de la primera pregunta, obvia y generalizada del periodista (—¿Cómo nace, cómo surge “Tríptico de Verónica y otros cuentos”), para recostarse en una larga memoria, emocional y emocionada, de sus inicios como autor. Ocurre que, por prepotencia y peso propio, esa deriva nos lleva (lo lleva) indefectiblemente a cómo se inició en la escritura, tema central del encuentro y acaso de toda entrevista posible a cualquier escritor y, por qué no, de allí a los inicios de su propia vida.

—Yo escribo desde ... desde toda mi vida. Pasé por distintos períodos. Creo que empecé en el primario. No recibí nunca estímulos. En mi casa no se leía. Era una casa de muchas mujeres. Se leían revistas y “El Litoral”. No se leían libros. La biblioteca nació cuando a mí me enseñaron a leer. A mis seis años tuve escarlatina; me salvó la Penicilina (me salvé de milagro -reafirma-). Me doy cuenta de eso porque me azotaron con medicamentos. En ese tiempo, mi madre me enseñó a leer en pequeños libritos. Después leí historietas durante muchos años, revistas cómicas. Más tarde me empecé a interesar por la política, y leí con mucha fruición “Tía Vicenta” (...), eso me hizo a la vez escribir obras de humor. Hasta que alguien de la familia me dijo: “por qué no escribís algo más serio, otra cosa”.

Vaya que Morán recibió aquello y le hizo caso. Hoy es un reconocido autor de la ciudad y la zona, que este año lanzó al mercado, a través de Ediciones UNL, la compilación de cuentos mencionada al inicio. El pasado 17 de septiembre, ésta fue presentada en la XXIV Feria del Libro, con la participación de la escritora Patricia Severín, que lo prologó. Morán, a la fecha, ha publicado: “Territorio posible” (1980), “Noticias desde el sur” (1986), “Noticias de Sergio Oberti” (1990), “Ella cuenta sobre el mar” (2006), “Historia del mago y la mujer desesperada” (2012) y “Tríptico...” (2017). Además, tiene un blog donde refiere sus muchas y variopintas lecturas Noticias desde el sur (http://morannoticiasdesdeelsur.blogspot.com.ar).

UNA TAREA, UN GÉNERO

Morán tenía tres años cuando experimentó una gran pérdida: la de su padre. “(...) murió cuando yo era muy chico, descuidaba mucho su salud (...) uno se da cuenta mucho después (de cómo eso nos afecta), pero para mí fue un descalabro (...) faltaba plata, faltaba alguien que te acompañara. Mi padre tenía un carácter muy fuerte, yo no lo conocí, pero a mi hermano lo atravesó como un rayo: de por vida”. El recuerdo familiar, a su vez, cayó -como no podía ser de otra manera- en la escritura: “Escribí desde siempre, y rápidamente me entusiasmé por el cuento como género. Quizás era lo que yo podía hacer. Alguna vez hice un remedo de novela, cuando era chico. Pero nada me salía. Y mucho menos la poesía, lamentablemente. Tampoco intenté el ensayo. En el cuento me sentía compensado. No tengo grandes teorías, pero creo que escribo porque me complace contar historias. La escritura, la poesía y la música me pueden. No tengo un plan de obra. Las atmósferas pueden ser santafesinas, pero la intención de contar “costumbristamente” Santa Fe no la tengo. Cuento historias fantásticas, historias que se introducen en lo policial e historias realistas que por lo general son historias amorosas. Yo acumulo cuentos. Por ahí tienen conexión temática, por ahí no. Intento no repetirme, no es fácil; uno imita, son dependencias muy duras de las que cuesta mucho salir. ¿Cómo llegué a este libro? Acumulando cuentos. Escribí un cuento sobre una supuesta prima Verónica (...) eso me dio a pensar que a partir de ahí podía surgir algo más, por ejemplo, el pasado de los protagonistas (...) por ejemplo, el caso de un primo de Verónica; eso me llevó -a su vez- a pensar historias que están dentro de mi recuerdo familiar, absolutamente deformadas, porque yo no cuento historias reales, no hago crónica (...). (El libro incluye) tres cuentos desde diferentes perspectivas, siempre girando en torno a Verónica (...); luego fui añadiendo otros cuentos que hice en los últimos años, de manera inorgánica. Los cuentos van y vienen”, reflexiona.

LA EDAD Y LAS LETRAS

—¿Cómo es el procedimiento o el método de tu escritura?

—El detonante a veces es una frase que leo o escucho (...), que me da idea de algo que me lleva a desarrollarla. En otros casos es algo que me imagino, por ejemplo “La vecina que llegó a la tarde”. Me gusta la ambigüedad, lo indiciario. Me gusta trabajar los diálogos, la forma de narrar el lenguaje. Cada relato se impone, te suena mejor contarlo de una determinada manera.

—¿Cuáles son los autores que asumís como influencias en tu obra?

—Creo que quedan voces (en mis textos). El rector se llama Borges: es tan enorme que de vez en cuando te sacude el recuerdo, es intimidante (...) Enrique Butti menciona a Graham Greene, a Bioy, a Onetti... Este libro tiene muchas marcas. Leo en forma permanente mucha y distinta narrativa. Leo muy poquito best seller. Trato de leer alta literatura. Ahora estoy releyendo a Faulkner y a Chéjov. Me gusta mucho la literatura norteamericana, la forma de sus relatos.

En cierto momento de la conversación se cuela la cuestión de la edad, si es que ello es una cuestión. “Así como un viejo no es tenido en cuenta para un trabajo, los autores de edad no son tenidos en cuenta. Yo, después de mucho tiempo, volví a publicar en 2012 gracias a la insistencia de Patricia Severín (se refiere a “Historia del mago y la mujer desesperada”, de 2012). Y ahora llega este libro: me han hecho una edición muy cuidada. Quiero agradecer a Ivana Tosti, Enrique Butti, Patricia Severín, José Gabriel Ceballos y Ángel Balzarino.

Para el futuro, dice Morán, “queda inédita una novela que se llama ‘Una mujer singular’ (...), yo nunca figuro en un primer plano de la actividad cultural santafesina. Esta vez sí sabía qué quería hacer hasta el final. Escribir una novela sin plan es desaconsejable. No es una gran novela, pero creo que funciona. No tengo más planes. Sigo escribiendo cuentos, en el campo de la ficción. Quizás si hay tiempo, hay edad y hay persistencia, tendré otro libro. Tengo también cuentos inéditos, pero no confirman nada. Son islas flotantes en una especie de mar bastante amplio. Así como el cineasta no revisa sus películas, el pintor no quiere ver lo que hizo tiempo atrás, el escritor tampoco quiere verlo. Por ahí su ego es muy grande y lo acepto. Pero todo eso tiene un sentido crítico; ve los errores, están ahí, ve los hilos. Escribo en computadora. Antes escribía mucho, me sorprende. Tomo mate y escribo con mucha lentitud. Me tengo que detener. Los textos y los cuentos van creciendo de a poco; tropiezo mucho con la piedra de repetir, pienso ‘esto lo dije antes’. Cuando uno cuenta historias nuevas corre el riesgo de tomar el mismo camino que ya tomó”.