Argentina se juega ir o no ir al Mundial en la altura de Quito...

Nos sacan vivitos y coleando o con los pies para adelante

La selección disputa el partido más trascendente de los últimos tiempos. Hay que ganar y esperar otros resultados, pero una victoria nos dejará de cara a Rusia. Hay que jugarlo con temple, sí, pero también con paciencia, inteligencia y jugando al fútbol. Y que se nos abra de una buena vez el arco de enfrente.

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CONOCER Y PADECER. Conocer a Sampaoli es darse cuenta de que le gusta presionar bien arriba, ahogando la salida del rival y sometiéndole a un ataque constante, algo que difícilmente se pueda hacer en condiciones ambientales que no son aptas (por la altura). Y “padecerlo” es entender que todos estos cambios abonan a aquellos que pretendemos algo más claro, preciso y contundente a la hora de armar el equipo y de pensar en la estrategia.

Foto: EFE

 

Enrique Cruz (h)

Enviado esp. a Quito, Ecuador

De un día estupendo, a pleno sol, pasamos en un rato a una lluvia incesante con truenos y relámpagos. Así está Quito. Cambiante. Rara. Igual que nosotros. Por momentos pienso en que todo esto es una pesadilla, que en cualquier momento despertamos y vemos a Argentina metida en el Mundial de Rusia. Ni Infantino, el presidente de la Fifa, lo puede creer. Él, mejor que nadie, sabe que una cosa es el Mundial con Messi y otra muy diferente sin él. Pero esto es fútbol. Llegamos hasta acá porque nos metimos solitos en un despelote inadmisible. Ecuador ya está afuera pero nos ganó en el Monumental, Bolivia ya está afuera pero nos ganó en La Paz, Venezuela está afuera y nos empató los dos partidos. Pero ya está. Lo pasado pisado y a pensar en este partido, tratando de dejar el “julepe” de lado.

Veamos. ¿Quién tiene la presión de ganar?, Argentina. ¿Quién tiene la obligación?, Argentina. ¿Quién tiene que hacer el gasto?, naturalmente Argentina. Si nos dejamos llevar por todos esos sentimientos con cara de urgencia, vamos a entrar en una desesperación que nos puede conducir al abismo. Inteligencia, paciencia, temple y fútbol. Eso es lo que necesita el equipo. La gente dirá “huevos”. Eso es temple. Pero con eso sólo no se gana. Si no, miremos hacia atrás y analicemos lo que pasó ante Perú. ¿O alguien cree que no pusimos eso que la gente dice que hay que poner?

Sampaoli es un técnico al que estamos empezando a conocer. Y en parte, a “padecer”. Antes de Perú cambió tres veces de dibujo y cuatro de equipo. A Biglia lo metió de última como titular. Se nota que no estaba del todo convencido. Ahora, en su cabeza se entrecruzaron las posibilidades. ¿Qué hago con Di María?, ¿lo pongo a Salvio?, ¿juego con tres atrás y lo meto a Fazio o mantengo a los cuatro?, ¿Acuña atrás o al medio?, ¿y Mascherano?, fueron esas preguntas que seguramente se amontonaron en su cabeza. Conocer a Sampaoli es darse cuenta de que le gusta presionar bien arriba, ahogando la salida del rival y sometiéndole a un ataque constante, algo que difícilmente se pueda hacer en condiciones ambientales que no son aptas (por la altura). Y “padecerlo” es entender que todos estos cambios abonan a aquellos que pretendemos algo más claro, preciso y contundente a la hora de armar el equipo y de pensar en la estrategia.

Obvio que si la pelota no entra y si se malogran tantas situaciones como ocurrió ante Perú, de nada servirá jugar bien. Acá hay que ganar. Y para eso se tiene que abrir el arco de enfrente, no queda otra. Mejorando la puntería y creando como se creó ante Venezuela y Perú, estaremos muy cerca del triunfo. Y así, de Rusia. Y así también, de evitar una catástrofe futbolera que provocaría un verdadero terremoto para el fútbol argentino.

Algunos pensarán en que Ecuador no tiene nada que hacer, que hubo una renovación y que para ellos, el partido no tiene significación. Esto no es así. Subestimar a un rival, por más débil que fuere, es un error en el que ya se ha incurrido y el fútbol tiene escritas miles de historia en tal sentido. A nosotros mismos nos pasó con Venezuela. Ellos estaban en la misma situación que Ecuador, sin embargo aguantaron un tiempo, Argentina no concretó y nos pusieron en jaque hasta que logramos empatarle con un gol en contra.

Uno tiene la sensación de que la llegada de un gol abriría un abanico de posibilidades, todas positivas. Más tranquilidad, un respiro, que el contrario salga un poco a buscar el partido si es que está refugiado, son algunas cuestiones que se valorizan cuando alguien que está urgido consigue esa clase de serenidad, la que le brinda ponerse en ventaja. Argentina necesita eso. Y entrar a la cancha con el ánimo bien alto, buscando ese pequeñita “gloria” de clasificar al país para el Mundial y no aturdirse con la posibilidad de un fracaso.

Ecuador tratará de salir rápido porque tiene jugadores de esa condición. Célico dijo que planteará un partido ofensivo. Frente a ello, Sampaoli pasó de pensar en repetir el esquema con un par de retoques (Enzo Pérez por Banega y Salvio por el “Papu” Gómez) o de jugar con línea de tres atrás, cuatro volantes, dos enganches y un punta. En ese caso, Mascherano pasaría al medio para acompañar a Biglia, Acuña también, Di María más cerca de Messi y compartiendo la punta izquierda con Acuña, siempre con Benedetto de punta.

Si Sampaoli observa el rendimiento de los jugadores en la altura, Di María no puede dejar de estar en el equipo por más que no haya jugado un buen partido ante Perú. La culpa es del entrenador. A veces se valoran las intenciones y algunos experimentos salen bien. Pero sin trabajo y en semejante nivel, es difícil. Sampaoli puso a Acuña por derecha en Uruguay y no funcionó, pero lo metió por izquierda cuando las papas quemaban ante Venezuela y nos salvó. O por lo menos fue el más rescatable. A Di María, contra los peruanos, lo mandó a jugar por derecha y en la conferencia, luego del partido, dijo que en su club había jugado 15 minutos, como queriendo explicar que no tenía ritmo competitivo. ¡Pero él lo puso como titular! Por eso, cuanto menos se invente, mejor. Armar algo “normal” o convencional, pareciera ser la receta más saludable.

Encomendarse a la buena fortuna, a que Messi se ilumine y que el de arriba nos de una mano, es la misión para que, en 90 minutos, se defina el futuro inmediato del fútbol argentino. Parece mentira pero es así. La última vez que no fuimos a un Mundial fue en 1970. En todo este trayecto, fuimos dos veces campeones del mundo y dos veces subcampeones. Se escribió una página gloriosa que ahora se puede llegar a quemar. Y con consecuencias tan graves como impredecibles, tanto a nivel institucional como también deportivo.

Pero tiremos buenas ondas y pensemos en lo mejor... Aunque cueste.

Sospechas por doquier

Que el fútbol es un deporte que da lugar a todo, nadie lo duda. Se duda y se sospecha de todo. A Célico le preguntaron en la conferencia en la que estuvo presente El Litoral, sobre todo esto. Y dijo, con relación al árbitro por ejemplo, que “en mi carrera nunca estuve ante una situación de duda con relación a algún arbitraje”, desactivando cualquier posibilidad de seguir hablando en ese camino, pero ayer tuvo que volver a referirse al tema y dijo que “no necesitamos del maletín de nadie”. ¿Acaso alguien deslizó que podía llegar alguna incentivación para los ecuatorianos?

El que no tuvo pelos en la lengua fue Hernán Barcos, el delantero que alguna vez se puso la camiseta de la Selección Argentina en el proceso de Sabella y que juega en este país. “Vendrán regalitos de todos lados”, dijo Barcos. Enseguida bajó los decibeles y señaló que “si Argentina está bien, tiene jerarquía de sobra, en comparación con los jugadores de Ecuador, para marcar diferencias y ganar el partido”.

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Reventa

Ocurren cosas extrañas en algunas ciudades de Sudamérica. Por ejemplo, la reventa de entradas funciona a la par de la venta legal y ante la vista de todos. En la misma puerta de ingreso al Atahualpa se ofrecen entradas de 20 dólares de valor original, a 30 dólares. “Señor, ¿esto es legal?”, le preguntamos a uno de los que pretendía hacerse la “América”, y su respuesta es tajante: “Legal no es, pero acá no pasa nada”.

Estos números asustan...

Hay dos datos que son relevantes, no sólo de lo que le cuesta a Argentina la altura, sino también jugar de visitante. A propósito de esto, la última vez que Argentina ganó de visitante fue el 24 de marzo del año pasado, cuando derrotó a Chile, en Santiago, por 2 a 1. Desde ese momento, fueron cinco partidos, con tres empates y dos derrotas jugando fuera del país.

Respecto de la altura, Argentina sólo ganó una vez en esta ciudad. Fue el equipo de Bielsa, que venció a los ecuatorianos 2 a 0 con goles de Crespo y Verón, clasificando ese día y faltando cuatro fechas para el final, para disputar el Mundial de Corea y Japón, que fue un verdadero fracaso porque nos volvimos en la primera ronda.

En seis partidos en Quito que jugaron ambas selecciones en Eliminatorias, Argentina ganó una vez, Ecuador lo hizo en 3 y hubo dos empates.

No jugar a lo “loco”

Por Ariel Senosiaín (x)

No tengo muchas referencias de lo que Sampaoli hacía cuando le tocó dirigir al Emelec de Ecuador y tenía que venir a la altura de Quito. Seguramente, no habrá jugado a presionar y a llevárselo por delante al rival. Todos coinciden en que eso es contraproducente e imposible de sostener, ni siquiera por 15 minutos. Por eso considero que lo primero que hay que pensar es, con inteligencia, cuál tiene que ser la estrategia. Jugar distinto a lo que hicimos contra Perú, pero naturalmente, teniendo la contundencia que nos faltó.

Hay que ganar, eso es lo único que sirve y lo que vale. Empatando y aún perdiendo podemos tener la chance de ir a un repechaje, pero no hay que pensar en esto. No sirve. Comparto el concepto que una eventual eliminación del Mundial traerá consecuencias.

Muchos sostienen que la Superliga acrecienta la brecha entre los grandes y los chicos. Yo digo que no es la Superliga, ya desde hace tiempo que la brecha se viene agigantando. A nivel nacional, entre Boca y River con el resto hay una gran diferencia. Incluso involucro a los otros grandes, como San Lorenzo, Racing e Independiente, que han tenido buenas dirigencias, en el caso de San Lorenzo y Racing, y que están saliendo de a poco como está ocurriendo con Independiente.

En lo que coincido es que los torneos largos no favorecen para nada a los chicos. Que Arsenal haya salido campeón, sólo se entiende desde una competencia de 19 fechas, porque en un torneo de 38 resultaría imposible. ¿Qué se puede hacer?, trabajar con inferiores, acertar con lo poco que se puede traer como refuerzo y armar un esquema sólido de juego. Por ejemplo, me gustó lo de Unión hasta ahora. Está muy bien parado, sabe a lo que juega y tiene dos delanteros picantes.

(x) Comentarista de TyC