Por un “combo” de situaciones, al presidente se lo advierte lejano...

Spahn no tiene la cabeza y todas sus energías en Unión

El equipo, con un técnico fuerte y protagonista en el club como Madelón, es el que le brinda fuerza y empuje al club. Pero en otros rubros se nota el desgaste sufrido por el presidente.

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Luis Spahn y Leonardo Madelón. Como alguna vez pasó con Kudelka, el técnico del segundo ascenso bajo su mandato no se había ido del todo bien en la relación con el presidente. Madelón es un hombre de fuerte presencia en Unión y al que le está yendo bien en este torneo, borrando todo lo malo que pasó en el primer semestre. En un momento de desgaste presidencial, esto ayuda.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Enrique Cruz (h)

Alguna vez, estando en cancha de Lanús y dialogando con sus dirigentes, ellos me decían que “acá en Lanús hay una organización y un método de trabajo que va más allá de los nombres. Héctor Solito, Emilio Chebel, Carlos González y esta continuidad de 15 años que se reparte entre Alejandro Marón y Nicolás Russo, han sido exponentes en los últimos tiempos de una continuidad institucional que va más allá de los nombres; y el que sale, sigue acompañando pero desde otro lugar. Importan el club y la organización, por encima de los hombres”. En realidad, quiero hacer una aclaración: a Lanús se lo puso siempre como ejemplo y modelo a seguir, pero después nos encontramos con la “novedad” que estaba entre los clubes que más le adeudaban a la AFA. Igualmente, en estos aspectos institucionales, nadie puede discutir que su crecimiento ha sido notable y que se trata de un club que supo resurgir de sus cenizas (en 1978 descendió a la C con más de 200 juicios y apenas 2.000 socios) y hoy emerge sólido y en constante crecimiento.

En Unión se han dado momentos de crisis y otros de relativa solidez. También supo de continuidad en la gestión de muchos dirigentes. Ángel Malvicino tuvo su tiempo prolongado (fue presidente durante ocho años) y también lo lleva Spahn, que inició su gestión a poco de la muerte de Juan Leonardo Vega, el 24 de julio de 2009. Es decir, Spahn está en condiciones de superar todas las marcas en cuanto a continuidad. Pero hoy asistimos a la permanencia de un presidente que está desgastado y sin esa presencia necesaria no sólo en la toma de las decisiones diarias, sino fundamentalmente en el esbozo de un esquema de organización que establezca objetivos alcanzables a futuro y que no se queden en meras expresiones de deseo o en proyectos inconclusos y promesas incumplidas, como ocurre con la ampliación del estadio.

Hay cosas en Unión que quedaron a medio hacer, planificaciones “planchadas” y un momento institucional en el que emergen protagonistas directos del fútbol poniendo el manto de tranquilidad deportiva que no existe en una situación interna en lo dirigencial que tuvo momentos de alteraciones hace unos meses atrás.

Hoy, Unión reluce más por el trabajo de Madelón y sus jugadores adentro de la cancha, que por lo que el club está proyectando en otros rubros. Spahn fue tremendamente importante para darle tranquilidad en su momento a la marcha institucional. Tomó un club desbordado de problemas económicos y sin una conducción fuerte. Asumió, al poco tiempo lo ascendió, se equivocó y descendió, revisó errores y volvió a Primera, y ahora afronta un momento en el que los márgenes para equivocarse son mínimos.

Spahn acomodó el club, nadie lo discute. Hoy está en Primera y con una economía relativamente saneada, algo que también es valorable. Lo consiguió con una vieja receta, la de los aportes personales. Algo que debiera revisarse en Unión, porque esto de tener la chequera como aptitud esencial para ser dirigente (o presidente) no hace más que espantar a la gente. Cuando se trate el Balance, se dice que un buen porcentaje del pasivo es la deuda con el actual presidente; que se suma a lo que ya se está pagando de la acreencia reconocida a la familia del ex presidente Malvicino. Tener una chequera y una posición económica solvente ayuda pero no debe convertirse en un requisito condicionante, como pareciera serlo en Unión.

Al menos, Spahn contrató a Martín Zuccarelli, quien pasa a convertirse en un gerente de fútbol que debe mostrar resultados en todo lo que concierne a la organización de este renglón visceral para la institución. Planificar crecimiento y no estancamiento ni, mucho menos, permitir la decadencia, es lo que necesita Unión. En definitiva, el tan mentado salto de calidad que no termina de darse en ninguno de los aspectos.

Si Spahn no es un presidente plenamente “enchufado” con el club (tendrá seguramente sus razones), es absolutamente necesario que todo lo demás funcione. Hoy, lo que parece dar una temporaria respuesta es el equipo adentro de la cancha, porque el arranque de la nueva era Madelón ha sido buena y estos 18 puntos que se le sacó al primero de los equipos que hoy pierde la categoría, constituyen una ventaja apreciable que debiera mantenerse y hasta ampliarse.

Alertado por algunos problemas de salud propios, con algunos inconvenientes de índole personal en lo empresarial y con la preocupación por el estado de salud de su suegro, Luis Spahn amagó con pedir 45 días de licencia. Algunos pensaron que era “el principio del fin” y que la decisión podía ir un poco más allá, como queriendo dar a entender que su pretensión futura era la de alejarse definitivamente del club, cosa que, se supone, no hará. Pero hoy, Spahn -por razones que, en algunos casos, son respetadas- es un hombre que no tiene las energías y la cabeza puestas en el club. Y en estos sistemas presidencialistas, esto resulta peligroso, porque es sinónimo de estancamiento. Y en Unión preocupa, porque es un club que necesita urgente retomar el camino del crecimiento.