Dos años de gestión de Mauricio Macri con apoyo en las urnas para reformas

Logro parcial en inflación y obras

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Por Sergio Berenzstein*

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Télam

En estos primeros dos años, el gobierno de Mauricio Macri tuvo como principal objetivo navegar una transición compleja teniendo en cuenta la herencia que recibía, evitando problemas de gobernabilidad y, sobre todo, acumular poder al ampliar su base de sustentación para poder llegar con más aire a la segunda etapa del primer período presidencial de Cambiemos, para avanzar en una agenda más sustantiva de políticas públicas, incluyendo reformas estructurales.

Una prioridad económica fue bajar la inflación, lo cual se logró parcialmente, y empezar a acomodar todos los precios relativos que estaban tan distorsionados, incluyendo el tipo de cambio.

Todo se logró, como decíamos, parcialmente. Con la excepción de los primeros pasos, como salir del default y salir del cepo, que fueron conseguidos muy rápidamente. Allí se definió uno de los principios ordenadores del gobierno de Macri en estos primeros dos años, la cuestión del gradualismo.

Es decir, hacer las cosas en forma pausada evitando las correcciones súbitas, sobre todo por el impacto político y los problemas distributivos que ello podía causar. Siempre la cuestión de la gobernabilidad fue una prioridad estratégica.

Pero tal vez el logro más significativo del gobierno, al margen del avance parcial en la agenda de reformas y de los resultados positivos muy acotados en lo económico, lo más importante fue haber ganado las elecciones de medio término con enorme contundencia, que amplía la base de sustentación en todo el país, tanto en términos electorales como de construcción política.

Sobre todo, porque Cambiemos eliminó así el cuestionamiento de legitimidad de origen que tenía Macri por haber ganado en 2015 sólo por dos puntos en una segunda vuelta.

De todas formas, en el Congreso, la representación acotada que tenía el oficialismo no significó un obstáculo para lograr acuerdos contingentes con distintos grupos de la oposición, sobre todo en 2016.

El gobierno logró también en estos primeros dos años consolidar un funcionamiento interno bastante singular, con un control sobre sus ministros a través de la Jefatura de Gabinete, que adquirió una dimensión inusual, con sus tres patas: Marcos Peña, al frente de la parte más estratégica y comunicacional; y dos vicejefes, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, que se encargan del seguimiento de la gestión, precisamente.

Esto nunca ocurrió antes. Ese sistema, muy novedoso para la política argentina, acotó mucho más el margen de acción de los ministros, y los acomodó a una tarea más administrativa, de gerenciadores públicos. Aunque hay excepciones, como Rogelio Frigerio (Interior) y Jorge Triaca (Trabajo), que mantienen un radio de acción política en sus funciones.

* Analista político, director de Berensztein Consultora

La mejora continua

El gobierno se prepara ahora para desplegar una agenda de reformas mucho más ambiciosa y, con el lema del “reformismo permanente” con perspectiva gradual, lo que intenta es un proceso de mejora continua de la política pública. Puede haber trabas, como lo que ocurre ahora con el paquete previsional, sobre todo.

Siempre serán negociaciones más complejas de lo que se supone, a pesar de que haya acuerdos con los gobernadores de la oposición que hagan menos dificultoso el camino.

Un último elemento que hay que apuntar, y que también define el gobierno de Macri en este primer bienio, es la cuestión de la obra pública, que ha sido indudablemente un arma política y electoral, pero que también es un objetivo en sí mismo por el déficit de infraestructura que presentaba la Argentina en las últimas décadas, y que comprende autopistas, puertos, trenes, hospitales, escuelas, etc.

El gobierno priorizó la infraestructura más básica. Como cloacas, agua potable, pavimento y movilidad (Metrobus). Pero ahora habrá una apuesta que irá más allá.

Uno más tres

Respecto del gobierno, se ha consolidado también una forma de administrar el poder, con el presidente y tres figuras que son su sustentación política, a la vez que constituyen la eventual sucesión de Macri, que son Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Los tres fueron siempre muy allegados al primer mandatario cuando era jefe de Gobierno porteño, pero ahora ocupan lugares estratégicos de poder en esa mesa chica de cuatro.