VIOLENCIA DE GÉNERO ENTRE LAS PRIORIDADES DE LA ONG

Mujeres de la Costa: con los derechos por bandera

Tiene sede en San Javier aunque su acción se despliega en departamentos del este y el norte provincial. Junto con otras referentes e instituciones recibió el reconocimiento de Diputados.

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Alba Bello, coordinadora de la ONG que fue reconocida por la Cámara de Diputados el 7 de marzo.

Foto: Luis Cetraro.

 

Nancy Balza

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En el año 1990 se creó la asociación civil Mujeres de la Costa, con sede en San Javier y un área de influencia mucho mayor que involucra al departamento que da nombre a la localidad, además de Garay y General Obligado. Desde entonces el grupo fue adecuando su trabajo a las demandas de una población que, como en otras ciudades, es atravesada por problemáticas severas como la violencia, los abusos y la trata.

El 7 de marzo, un día antes de la fecha que conmemora en todo el mundo a la mujer, la ONG recibió, junto a más de veinte referentes e instituciones santafesinas, el reconocimiento de la Cámara de Diputados de la provincia, a través de su presidente Antonio Bonfatti y de la legisladora e impulsora de la iniciativa, Alicia Gutiérrez.

Minutos antes de ingresar a la Legislatura, Alba Bello, coordinadora de la ONG; Nadia Vardé, médica y una de sus primeras integrantes, y Gabriela Tourn, periodista y reciente incorporación del equipo, dialogaron con este diario sobre un trabajo que comenzó como un desprendimiento de la Asociación Comunitaria de la Costa y que se extiende desde la ciudad sede a localidades y parajes como La Brava, San Martín Norte, Colonia Dolores y Romang.

EL TEMA URGENTE

Salud sexual y reproductiva, métodos anticonceptivos, maltrato, abusos y trata de personas son algunos de los temas que aborda la institución, que también contó en su momento con un refugio para víctimas de violencia de género y que ahora funciona como centro de día mientras continúa con las actividades de capacitación; éstas se desarrollan, entre otros escenarios, en escuelas primarias y secundarias de la zona. “El tema que más nos ocupa es violencia de género porque es cuando las mujeres necesitan con mayor urgencia de nuestro apoyo”, asegura Bello. Y Vardé aporta que si bien el Estado llega a atender estas problemáticas “está un poco sobrepasado”.

No siempre el trabajo que ahora se conoce y reconoce fue aceptado sin reparos por la comunidad. Vardé recuerda con humor una anécdota que ilustra otra época: “En una oportunidad estábamos reuniendo dinero, les pedíamos 50 centavos a los comerciantes y un señor nos dijo ‘yo les doy pero ustedes no me nombren’ “. “Es que primero éramos las brujas, las locas, las que hacíamos divorciar a las parejas”, completa Bello. Ahora el trabajo de la ONG está claramente visibilizado y articulado con otros organismos, aunque aún ocurre que, “cuando vamos a dar charlas a chicos y chicas de 7º grado, algunas mamás los retiran de la escuela para que no participen”, apunta Tourn. Y suma que “cada vez que llega el 8 de marzo y otras conmemoraciones que involucran la reivindicación de los derechos de las mujeres, hay personas que prefieren mirar desde la vereda de enfrente”, incluso -aclaran- desde aquellas instituciones que tienen en sus planteles integrantes que atraviesan situaciones de violencia de género.

AVANCES Y “HUECOS”

Más de veinte años atrás, en momentos en que todavía no se hablaba de proporcionar anticonceptivos gratuitos en los centros de salud, ya estaba presente el tema del maltrato hacia las mujeres: “Cada vez que se trabajaba salud reproductiva aparecía violencia; violencia y abuso que son problemáticas que en algunos sectores de cercanía con el campo están muy tabicados, sin que eso signifique que ocurran más que en las ciudades”, asegura Vardé. Al respecto, Bello aclara que en todos estos años “las mujeres lograron conocer mejor las leyes y sus derechos y por eso hay más denuncias”. “No es que hayan aumentado los casos, es que ahora saben dónde dirigirse, con quién hablar y dónde denunciar”, agregó.

Aún así “seguimos teniendo ‘huecos’, como existen en todos los ámbitos, ya sea del Estado como de las fuerzas policiales.” “A nosotras nos ha tocado poner el cuerpo, las horas y los vehículos en pos del bienestar de las mujeres”, dice Tourn.

En este punto, Vardé reconoce que “antes no había un juzgado dónde recurrir y ahora sí aunque están sobrepasados por la cantidad de medidas”, mientras quedan aspectos por resolver como la situación de desamparo en que están muchas mujeres luego de hacer la denuncia, el incumplimiento de medidas restrictivas y la doble victimización de quien sufre el hecho. “Se evoluciona en el discurso y en las prácticas sociales, pero las cuestiones de contención y de resolución favorable para las víctimas todavía están en veremos”, coincidieron.

El reconocimiento otorgado por la Cámara Baja provincial permite visibilizar aún más un trabajo que tiene años de desarrollo y que está destinado también a terminar con la indiferencia, ésa que lleva a “correr la cortina” para no ver la cotidiana tragedia de la violencia de género.