Roberto Passucci comparó la actitud del presidente de Boca luego de la derrota ante River, con algo que le tocó vivir en Unión...

“Lo de Angelici me hizo acordar a un grande como Súper Corral”

También confesó que, en Santa Fe, estuvo peleado con “el Pepe” Castro, “porque me mandó en cana por un gol que nos hizo Aredes en Tucumán”. Elogió al equipo de Madelón y dijo que “conservo el dolor o la tristeza de que no me consideren para trabajar en el club”.

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El “rascador” de bigotes. Siempre tuvo bigotes Roberto Passucci, aunque en Unión jugó buena parte de aquel torneo de 1989 con barba. “En el fútbol, el 70 por ciento es cabeza, temperamento, parte anímica, y el 30 por ciento, futbolístico”, dice. Y él enarbolaba aquellas banderas de la garra y el sacrificio.

Foto: Flavio Raina

 

Enrique Cruz (h)

A mediados del 2014, estuvo en Santa Fe junto con los otros jugadores que hicieron historia en aquel inolvidable 1989. Fue el día que se conmemoraron los 25 años del segundo clásico con Colón, el del gol de Madelón. Pero Roberto Passucci no corta ni cortará el cordón umbilical que desde ese momento lo liga a Unión. En varias ocasiones lo reconoció: “Mi corazón está en Boca y en Unión”. Y eso que en Boca creció futbolísticamente, jugó muchos años y fue campeón, nada más ni nada menos que en aquel equipo con el mejor Maradona en 1981.

Esa vez, Passucci decía: “Durante muchos años, las puertas de Unión para los campeones del 89 estuvieron cerradas. Llegó gente que no entendió la historia ni la respetó. Entonces, aquellos que conseguimos algo tan valioso para el club, no pudimos volver. No sé por qué habrá sido, lo bueno es que a partir de anoche —hablando de ese homenaje de hace casi cuatro años— hay una apertura hacia los hombres que hicieron historia y éste es un mensaje para los directivos, en el sentido de que pueden respaldarse en los hombres que hicieron historia porque tenemos la espalda ancha”, decía este hombre temperamental y recio adentro de la cancha, pero pensante, sólido en sus conocimientos y muy capaz afuera de la misma.

Hablando de Boca, de lo que pasó en Mendoza en la final de la Supercopa y las repercusiones posteriores, Passucci aprovechó para compararlo con algo que ocurrió hace casi 30 años en Santa Fe, cuando había llegado con aquella constelación de muy buenos jugadores que le dieron el inolvidable ascenso a Unión, entre los que también estaba Leo Madelón.

—Roberto, ¡qué “garrón” se está comiendo Boca por esa final...!

—Mirá, para mí hubo una desatención muy grande en un partido en el que había que estar concentrado al máximo durante los 90 minutos. Tampoco hubo contundencia para definir, porque Armani fue figura. Eso fue un combo que llevó a Boca a un supuesto desastre, que para mí no lo es. No creo que Boca tenga su holocausto por haber perdido este partido.

—Hubo dos frases chocantes que supuestamente dijo Angelici en algún ámbito y destinada a los jugadores: “Ustedes entraron en la historia negra” y “No me va a temblar el pulso para echar al que deba echar”. ¿Te llamó la atención cuando las leiste?

— Me llamó la atención, no lo niego, pero enseguida vino la desmentida del mellizo y eso fue contundente. Pero te digo una cosa: cuando los presidentes están presentes y no dejan pasar una mala o una buena, para ajustar la tuerca o elogiar, quiere decir que están metidos en la cosa. Trazo un paralelismo con lo que nos pasó una vez en Unión.

—¿Por qué?

—Porque esto de Angelici me hace acordar a Súper Manuel Corral. Cuando terminamos la primera fase de aquel torneo Nacional B en el que ascendimos, estábamos en el puesto 16. No sabés el lavado de cabeza que nos dio Corral.

—¿Qué les dijo?

—Que estábamos todos debajo del nivel, que él nos había traído porque éramos distintos y más cosas que no trascendieron en su momento... Fue un discurso muy fuerte hacia los jugadores.

—¿Cómo lo tomaste en ese momento?

—Muy positivo. Súper no dejó pasar el momento y cuando algo está mal hay que marcarlo. Es la forma de corregir sobre la marcha.

—Me imagino que no volaba una mosca en ese vestuario...

—Imaginate que el presidente venga y te diga: “Yo a vos te contraté para ascender y estás en el puesto 16”... La verdad, yo fui a la reunión convencido de que Súper nos echaba a todos.

—¿Y cómo terminó?

—No me olvido más de sus palabras: “Sigo confiando a pesar de que no apareció la jerarquía de ninguno de ustedes. Me han desilusionado, pero sé que en el final no me van a defraudar”. Dio media vuelta y se fue...

—¿Qué pensaste en ese momento?

—¡Qué huevos tiene este tipo...! Para él, era más fácil romper todo y empezar de nuevo. Pero Corral era un grande, un grande de verdad, un dirigente espectacular y con mayúsculas que respaldaba en el peor momento. Por eso, y volviendo a Boca, te puedo asegurar que en el fondo, hay un gran respaldo de parte del presidente.

—¿Cómo juegan los caudillos del plantel en un caso como éste?

—Todos se apoyan en el caudillo. Boca está jugando con una presión tremenda y ese rayo de presión cae sobre el caudillo. No es sólo Tevez, hay otros como Pablo Pérez o Barrios. Tevez te saca la presión mediática porque están todos pendientes de él y es el más buscado.

—¿Cómo lo ves al equipo de Madelón?

—Leo lo tiene bien al equipo, lo hace jugar bien, es dinámico, mete mucha presión, velocidad, delanteros peligrosos, mediocampo agresivo, me gusta lo que está haciendo Leo, me gusta este Unión.

—¿Y al club?

—Respecto de la institución, la distancia no me deja saber con certeza lo que pasa ahí adentro. Yo a Unión lo quiero mucho, está en mi corazón. Sólo conservo el dolor o la tristeza de que no me consideren, pero eso no quita mi amor por ese club, que será eterno. Me encantaría haber dado una mano en el trabajo de juveniles y te consta porque varias veces lo hemos charlado en entrevistas. Ahora tengo trabajo, pero siempre con mi cabeza y mis ojos miro hacia el norte, y en el norte está Santa Fe.

—Varias veces hemos hablado con Nery Pumpido de la incidencia que tiene la parte anímica en el jugador del fútbol. ¿Vos qué pensás?

—Que el fútbol es 70 por ciento anímico y 30 por ciento futbolístico. Todos patean bien, todos cabecean bien, el profesional sabe quitar, anticipar, tocar la pelota. Por algo llegó adónde llegó. Pero cuando sonó el silbato en un superclásico, con 50.000 personas, no todos tienen la capacidad de hacer bien eso que en otras circunstancias hacen bien, ¿me entendés? A mí, me caracterizaba eso, me sentía seguro, era muy confiado, no me interesaba el que jugaba enfrente. Recuerdo que venían y me decían: “Che Roberto, viste que juega tal jugador”. Y yo les respondía: “Y a mí, ¿qué me importa?”. Yo entraba y hacía lo mío.

—Algunos dirigentes de Colón han planteado públicamente que no clasificar para una copa internacional es un fracaso. ¿Vos pensás que para Unión es así?

—No. Todos quieren jugarla y es importante. Y creo que Unión se merece participar, pero no creo que sea un fracaso si no clasifica. Fracaso sería estar en el fondo de la tabla, irse al descenso o salvarte por un punto. Pero este Unión, que tiene jugadores goleadores como Gamba y Soldano, un equipo dinámico y que juega bien, no va a fracasar si no entra en alguna copa. De todos modos, yo creo que va a clasificar.

Aquella patada a Ruggeri

Passucci estuvo involucrado en una de las divisiones internas más grandes de la historia de Boca Juniors. En 1984, Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca convocaron una huelga entre los jugadores debido a que no habían cobrado su sueldo. Entonces, el plantel se dividió en dos grandes grupos. Por un lado, estuvieron los que se encolumnaron tras Gareca y Ruggeri, y por el otro, el grupo de Hugo Gatti, Roberto Mouzo y el mismo Passucci. El conflicto desembocó en la partida de Gareca y Ruggeri a River Plate. Al campeonato siguiente cuando Boca visitaba a River, Passucci aprovechó una pelota que había tirado larga en dirección a Ruggeri para darle una fuerte patada.

“La cosa venía muy mal entre nosotros. En la semana previa, yo estaba pensando que algo iba a pasar. Y tenía muchas ganas de hacer algún daño. Pero no salí pensando en darle una patada. Sí, tal vez, esperar que estuviera cerca en un córner o algo así, como para un codazo. Todos los ojos estaban centrados en él y en mí. Sabía que iba a haber una jugada fuerte en la que nos íbamos a cruzar, en la que yo le pudiera entrar o en la que me tuviese que cuidar de que él no me entre a mí. ¡Porque si no era yo, era él, eh! Y bueno, ocurre esa jugada a los 30 minutos del segundo tiempo. Le quito una pelota al “Tolo” Gallego en el medio de la cancha, la juego con Stafuza, me devuelve la pared larga y veo que el que viene a cortar era Ruggeri. Y me dije: Bueno, acá está. Y ahí me tiré con todo. Me paro y me voy de la cancha sin mirar la tarjeta roja, porque lo que yo hice es de potrero. Y eso, en un potrero, sigue con trompadas. Después de algo así hay que irse a las manos. La patada que le di fue descalificadora”.

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Gambeta larga a Wirzt. Fue en uno de los clásicos que se jugó en aquella temporada 88-89. Passucci intenta la gambeta larga ante la salida del “Flaco” Wirzt, el muy buen arquero que tuvo Colón —junto con Civarelli— en ese campeonato.

Foto: Archivo El Litoral

Cuando no se hablaba con “el Pepe”...

Se nota que tenía ganas de contar cosas de esas que los jugadores se guardan para siempre. Confieso que esta anécdota no la conocía. Y estoy totalmente seguro de que en su momento no trascendió públicamente. Roberto Passucci y “el Pepe” Castro eran dos caudillos indiscutidos de ese plantel. Y estuvieron “peleados” un largo tiempo en ese año inolvidable para Unión aunque luego, con el tiempo, limaron asperezas y ahora son amigos otra vez.

—¿Qué pasó con Pepe Castro, Roberto?

—Te cuento una anécdota que creo que nadie conoce. La última vez que perdimos en ese torneo, fue a principios del 89 contra Atlético Tucumán en Tucumán. Hacía un calor bárbaro, fue de noche el partido y a partir de allí no perdimos nunca más hasta llegar a Primera. Esa noche, yo tenía que marcarlo a Raúl Aredes, al que después “el Flaco” Zuccarelli llevó a Unión, y nos hace el gol. Perdimos 1 a 0.

—¿Entonces?

—Cuando llegamos a Santa Fe, “el Flaco” arma una reunión en el vestuario y “el Pepe” Castro pide la palabra y dice: “¿Y qué quéres con Passucci, Humberto?, vos le dijiste a él que lo marque a Aredes, lo descuidó, nos metió el gol y perdimos”...

—¡Te lo querías comer...!

—¿Comer? es poco: Pedazo de hijo de puta, ¿qué decís?, me estás mandando en cana adelante de todos, le dije.

—¿Y cómo siguieron?

—Nos peleamos y ni nos hablábamos... Pero lo risueño es que un día, en un partido, agarro la pelota, le doy el pase al “Pepe” y él convierte... Yo me fui a festejar para un lado y él se fue para el otro: Al pase te lo doy, pero al abrazo, hijo de puta, no te lo doy, fue lo primero que pensé. Cada vez que me veo con “el Pepe” nos reímos.

—¿Tienen presente la pelea?

—Seguro. Además, porque fue una lucha de titanes, pero en el buen sentido. Yo siempre fui de la idea de que hay que tener un poco de códigos adentro de un grupo, pero “el Pepe”, en pos de mejorar el equipo, te tiraba con munición pesada.

—Es cierto. Una vez, en un partido con Los Andes en Lomas de Zamora, estaba enojado porque el Flaco lo había dejado en el banco y cuando terminó el partido declaró en contra de él y bien fuerte, para que lo escuche...

—Era así... Bah, es así “el Pepe”. Pero hoy, a la luz de los resultados y de lo que pasó después, el efecto Pepe rindió positivamente.

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Equipo de “pesos pesado”. Passucci, el primero de la izquierda parado; “el Pepe” Castro, el primero de la izquierda agachado. Los dos protagonizaron un momento ríspido que recién ahora se ventila públicamente. Esta foto es del clásico que salió 1 a 1 en la fase regular del torneo (Verdirame para Colón, Castro de penal para Unión).

Foto: Archivo El Litoral