La política en foco

“Me gustaría ser...”

El mismo día, dos radicales santafesinos de Cambiemos, Albor Cantard y Mario Barletta, confesaron sus deseos para las elecciones de 2019. En un caso para reforzar la candidatura de José Corral a gobernador y en el otro, para disputársela. ¿Crisis en el Grupo Universidad?

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2014. José Corral, Mario Barletta y Albor Cantard. Otros tiempos.

Foto: Archivo El Litoral

Luis Rodrigo

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Como si se tratara de una cuestión de deseos o vocaciones personales, el mismo día, dos dirigentes políticos radicales de Cambiemos salieron a decir: “A mí me gustaría ser...”.

Albor Cantard proclamó su aspiración a ser (como otros ex rectores de la UNL) intendente de Santa Fe. Y Mario Barletta, que ya fue lo uno y lo otro, que volverá a intentar ser lo que no pudo en dos oportunidades: gobernador de Santa Fe.

Las declaraciones ocurrieron (o al menos se publicaron) el mismo día, pero sus efectos fueron todo lo diferente que cualquiera pueda imaginar. En un caso, el del diputado nacional que encabezó la lista que ganó las elecciones de medio término en la provincia, el anuncio era cuestión de tiempo. Se busca un sucesor de José Corral y en la ciudad Cantard cosechó el año pasado nada menos que 97 mil votos. Es más que los 88 mil que, como candidato a concejal, logró Emilio Jatón con el Frente Progresista con otra urna y otros rivales.

En cambio, nadie esperaba la declaración de Barletta. Y esa ruptura con la aparente lógica de lo previsible, lo hace más interesante.

En la historia, hay una discusión que se resuelve para un lado u otro, según los años -y de acuerdo con quienes la piensan y por lo tanto la escriben- respecto de cuánto de contingente hay en los hechos históricos debido a los caracteres personales de sus protagonistas. Cuánto de cada individuo hay en los procesos históricos. Tan profunda es la duda que no necesita los signos de interrogación.

En términos más inmediatos, domésticos y provisorios, lo que ha dicho el embajador argentino en el Uruguay, en sus declaraciones a El Litoral, es simplemente explosivo. Se verá si la onda expansiva de la bomba durará lo que dura una declaración (nada es más viejo que el diario de ayer) o si -tras dinamitar los puentes que aún lo unían con José Corral- construirá en efecto su propio camino. O si lo reconstruye, sobre las bases de sus dos campañas electorales anteriores.

Es por el factor de la sorpresa -tanto como por el peso de los antecedentes de quien lo dice- que la noticia del embajador que quiere ser gobernador tapó o dejó en las sombras a la anterior confesión de Albor Cantard. Era su semana y se la arrebataron.

Refranero

La historia puede servir, por poner un ejemplo, para construir paralelismos infantiles juntando nombres y trayectorias del pasado y la actualidad para dividir a buenos y malos, y así construir discursos políticos muy actuales (y ahistóricos) o para reflexionar. ¿Basta con el voluntarismo para ser candidato?

El propio Barletta quizá lo percibe cuando dice “a mí me gustaría ser gobernador”. Y ante la sorpresa del periodista bromea con su propia debilidad: “¿No dicen que la tercera es la vencida?”.

La historia -no los refranes populares reversibles- lo dirá. O mejor dicho la política, la ardiente política santafesina de 2018 en Santa Fe que mezcla la temperatura que levantan las tarifas y los precios, la sequía del clima con la de los candidatos en el oficialismo provincial, más los miedos a la inseguridad y el talismán de los patrulleros inteligentes. La sed de las ambiciones electorales tempranas ya mismo hablan de 2019. Se construyen escenarios cambiantes: desde las chances para una reforma constitucional con reelección para la Casa Gris, hasta alianzas de todo tipo entre frentes y partidos que -votos más votos menos- dividieron por tres los comicios de gobernador de 2015.

Después de todo, la historia enseña que para que las cosas ocurran hacen falta muchas más condiciones que las que puedan ofrecer sus protagonistas. Por ahora, puede decirse que lo que ha hecho Barletta es alterar el escenario radical, que aparentemente era calmo, sobre todo en el llamado Grupo Universidad.

“Los universitarios”

Así identifican los dirigentes y militantes de la UCR a una de sus líneas internas. Les dicen “los universitarios”. Y lo dicen de ellos otros integrantes de ese partido, aunque tengan los mismos títulos profesionales. Así les dicen los radicales que no pertenecen al Grupo Universidad.

Ese espacio interno del radicalismo tiene signos distintivos, además del eje en la UNL que lo nutre de dirigentes, cargos y trayectorias comunes a cualquier partido político. Hoy, se trata de la corriente que cuenta con las mejores condiciones para representar al radicalismo santafesino en su vertiente favorable al presidente Mauricio Macri. Pues bien, ahora tiene también su propia interna. Y la ha declarado uno de sus fundadores. Se verá si es una disputa entre dirigentes o si realmente llega a dividir aguas más abajo.

El sector tiene mucho más que la ciudad de Santa Fe. La política se hace con dirigentes concretos y hace años que a ese sector la casa de altos estudios le queda chica. El mapa, de norte a sur, es mucho mayor: en Reconquista está Hugo Firmán, el ganador de las elecciones a concejales; en San Javier, el intendente Mario Enrique Migno; en Rafaela hay otro edil triunfador, Leonardo Viotti; y en San Lorenzo, el intendente Leonardo Raimundo, un dirigente radical que está cerca del grupo, aunque estudió derecho y ciencias políticas en la Universidad Nacional de Rosario. Eso es lo que les falta, lo que tiene de sobra el PRO: dirigentes rosarinos exitosos.

Las heridas del poder

Como todo grupo, al crecer su poder comenzó a mostrar “ciertas diferencias de funcionamiento”, según la expresión de algunos de sus integrantes que niegan que se haya desatado una lucha interna.

La articulación entre los deseos del sector y sus dirigentes con las necesidades de la Casa Rosada contribuyó con más problemas. A Barletta se lo excluyó de la lista de diputados nacionales que encabezó Cantard, más por presión del PRO santafesino que por una preocupación del presidente o de su elenco de ministros (se menciona sobre todo al jefe de Gabinete, Marcos Peña).

Alguien notó en el Paraninfo cuando se eligieron las nuevas autoridades de la UNL, “no vino Mario” y se equivocó al brindar por ello. Hoy repite “no nos hace bien pero tampoco es algo que nos tomemos en serio”, tras el anuncio.

Barletta se escapó de cabo a rabo de lo que se supone que dirá en una entrevista periodística un embajador en funciones; una de sus actividades más recientes en Montevideo fue recibir a la diputada nacional Elisa Carrió.

Hay radicales que apoyan al presidente, que quieren que Corral gobierne Santa Fe y que tienen los mejores deseos para con el ex intendente que primero se impuso al peronismo en la ciudad, que reducen todo a una lectura psicológica. “Acá estoy, no me den por retirado”, sospechan que ha dicho en realidad Barletta. Y otros arriesgan que quizá extrañe Santa Fe y así habilitan la duda: ¿la provincia o la ciudad? Y tal vez allí sí, este último sea un territorio para el que baste con su apellido y su voluntad como carta de presentación. Para la Provincia, se necesita una estructura mucho mayor.

Por ahora, puede decirse que lo que ha hecho Barletta es alterar el escenario radical, que aparentemente era calmo, sobre todo en el llamado Grupo Universidad.