La política en foco

Debate con el ojo en el almanaque

La convocatoria a la convención reformadora de la Constitución Provincial tendrá estado parlamentario a partir de esta semana. Arranca la discusión, y es contrarreloj.

Emerio Agretti

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Ya tiene contenido, y tiene fechas. El debate sobre el anteproyecto de reforma constitucional de la provincia despegará este lunes en la Legislatura santafesina, y Miguel Lifschitz espera que llegue a destino a más tardar el 30 de mayo. En tanto, el gobernador usó la semana para el acelerado tramo final del carreteo previo, presentando personalmente el texto a los partidos con representación parlamentaria y a las autoridades locales de la provincia.

El consenso o la falta de él se miden con parámetros más bien lábiles. Según resaltó el propio mandatario, y no fue desmentido, en general impera el primero. Pero los matices y excepciones son tantos, y de tal calibre, que erosionan el término al punto de poner en duda sus bases de sustentación.

Dicho de otra manera, nadie niega la necesidad de la reforma. Y los argumentos para sostenerla son tantos, que sería muy difícil hacerlo. Sin embargo, las objeciones portan el remanido y siempre accesible ariete de la oportunidad, empujado por la polémica sobre los costos que -además de la “brecha” entre los cálculos de unos y otros- no cuaja en una relación costo-beneficio aceptable para todos los actores.

Como cada vez que se planteó la discusión en nuestra provincia, el punto más álgido es de la habilitación de la reelección del gobernador, sobre todo cuando no media la autoexclusión del actual. La idea de dejar la definición política sobre ese punto a los futuros convencionales -sin el condicionamiento de un “núcleo de coincidencias básicas” intocable-, no bastó hasta ahora para eliminar las reticencias sobre este punto. En tanto, la sucesión de pronunciamientos individuales, que en muchos casos entusiasman al gobierno, queda relativizada por la remisión a lo que orgánicamente se resuelva en cada uno de los partidos. Cosa que, por ejemplo, el peronismo tiene previsto para dentro de bastante tiempo. En el caso de la UCR, tironeada por la doble filiación a Cambiemos y el Frente Progresista -y también con dirigentes que se desmarcan de sus respectivos subespacios-, intentará ensayar alguna fórmula de posicionamiento durante esta semana.

En este marco, la cuestión de los tiempos es determinante. Es falso que el gobierno haya sacado el proyecto intempestivamente de la galera y sin debate previo: la cuestión se viene discutiendo desde hace muchos meses, como lo testimonia el arduo y meticuloso trabajo de la secretaría encabezada por Oscar Blando. Lo que no significa necesariamente que el anteproyecto ya esté en condiciones de ser tratado y aprobado en el lapso que pretende el Ejecutivo, y que en realidad está más atado al futuro calendario electoral que a otra consideración.

Así las cosas, las lecturas especulativas están a la orden del día. El gobernador sostuvo que aceptaría dejar de lado su expectativa reeleccionista si ello es un obstáculo para la reforma, aunque todo indica que ésa es su principal motivación (o al menos, la del apuro). Quienes cuestionan los costos o la oportunidad, acaso, estén pensando más en prevenirse contra una posible amenaza a sus propias aspiraciones. Y quienes manifiestan buena disposición para el tratamiento, puede que lo hagan más por preservar las buenas relaciones que por verdadero convencimiento, y para no pagar el costo de una confrontación que eventualmente devendría estéril.

Pasando en limpio, está claro que la idea reformista tiene más adherentes que detractores. Pero.

El consenso o la falta de él se miden con parámetros más bien lábiles, y las lecturas especulativas están a la orden del día.