Tribuna de actualidad económica

Créditos, consensualismo de manual e intervenciones soft

Mauricio Yennerich

Los 15 puntos porcentuales que tienen las negociaciones paritarias como número de referencia, en el contexto actual, en el que se realizan estimaciones de inflación nunca inferiores al 20%, indican que el consumo no podrá ser traccionado por el salario, sino por el crédito.

Aunque personas optimistas -como el ex director del Banco Central, Pedro Blejer- ven un importante crecimiento de las inversiones, muy soterrado, por cierto, y la idea de la gestión de la Administración Central, que busca tapizar de pavimento el territorio nacional, va en esa dirección, la lluvia de inversiones, como se denominó durante la campaña a la inmediata (supuesta) reacción del empresariado global ante la liquidación del kirchnerismo, apenas es una tenue garúa, que moja, es cierto, pero que no va a resolver el problema central que es pasar de ser una economía periférica a ser una economía central. El marco general es el de una economía encorsetada, conectada por momentos, al respirador artificial del endeudamiento.

El drenaje lento de capitales desde los sectores asalariados -lo que podemos llamar la base social de la economía nacional- hacia las cuentas bancarias de los actores globales dominantes -a saber: las Empresas Transnacionales y los fondos de inversión- sigue su curso, con ritmo lento y frecuencia constante, ése es el “gradualismo”, en cierta medida, desangrar sin que duela. La cirugía mayor sin anestesia, practicada por los thik tanks de la Fundación Mediterráneo durante el menemato, sirvió de lección. Capitalismo global consensuado, de manual.

Pesadilla XXXLI

El tema de la inflación -esa pesadilla causada por la adormidera que venden los economistas monetaristas, ortodoxos, neoclásicos y sus parientes lejanos y cercanos, opio que los políticos y administradores por ignorancia o indolencia, por brutalidad o indiferencia consumen creyendo que es mágica- sigue firme en el candelero público. Es un rasgo que nos diferencia de todas las economías del mundo. Los liberales dicen que lo mejor para atacar la inflación es no tener que preocuparse por ella -tampoco la pavada ¿no?-, pero ese mundo imaginario, esas fantásticas teorías que se vienen ofertando en sendas notas sobre el “flagelo de la inflación” son realmente un quebranto. Un oprobio, como escribir sobre la maldición de la tuberculosis, o la fiebre amarilla.

En conexión con el ámbito de la política monetaria, el Banco Central implementó un “esquema de flotación cambiaria con intervenciones ocasionales”, son ocasionales, pero nada desdeñables. Ya que esas intervenciones, por ejemplo, insumieron U$S 935,5 millones en 10 días, a mediados de marzo y todo para sostener el nivel de $ 20 en el que se ha posicionado el numerario local respecto del estadounidense en los últimos meses.

Tierra de gigantes

Si bien es cierto que no hay una tormenta de inversiones, nuestro país es tierra de gigantes. Al cómodo emplazamiento que vienen experimentando las empresas vinculadas a la megaminería y a la producción primaria agrícola, se ha sumado el de las corporaciones dedicadas a la provisión de energía.

En Chile, Elono Musk, presidente del Grupo Tesla, ha expresado su interés por trabar acuerdos para la comercialización de litio. Este mineral es esencial para dar motricidad al transporte a partir de electricidad, ya que es un componente imprescindible para las baterías.

Asimismo, la creación del primer parque fotovoltaico en nuestra provincia es otro dato. La empresa PeCom, de la familia Pérez Companc, ha mostrado públicamente su interés en participar del negocio energético. En el mismo sentido, Christine Lagarde, la titular del Fondo Monetario Internacional, dio una conferencia en la Universidad Di Tella en la que evitó referirse a la “guerra del acero y el aluminio” que inició Estados Unidos. En la misma, luego de cenar con el ministro de Economía Nicolás Dujovne y otros ex funcionarios de alto rango, Lagarde enfatizó la vocación oficial del organismo por pensar el futuro del trabajo, financiar la infraestructura y crear un nuevo escenario de impuestos. Otra vez, intervención soft, a la carte.

La lluvia de inversiones, como se denominó durante la campaña a la inmediata (supuesta) reacción del empresariado global ante la liquidación del kirchnerismo, apenas es una tenue garúa, que moja, pero que no va a resolver el problema central.