Coro Polifónico Provincial

Lluvia y espiritualidad

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Densa y rica, la voz de Daniela Coria deleitó por su lirismo y apropiada entonación y también por su refinamiento sonoro.

Foto: Pablo Aguirre

 

Guillermo Domínguez Aleffa

La lluvia no preguntó, siguió cayendo como queriendo borrar con la fuerza paciente del agua el recuerdo de la sequía estival. Y su manto marcó el clima de la noche del jueves pasado y su invitación a pensar sonoramente la “Espiritualidad en tiempos de guerra”.

Mientras la imagen de Nuestra Señora de los Milagros presidía desde su imponente marco la entrada de pocos fieles, el Coro Polifónico Provincial, bajo la dirección del maestro Mariano Moruja se dispuso a regalarle la “Vigilia de toda la noche” de Rachmaninoff.

De esta obra a capella en 15 movimientos, escrita en menos de dos semanas entre enero y febrero de 1915 para apoyar en parte el esfuerzo de Rusia durante la Primera Guerra Mundial, el Coro entonó cinco.

Imbuida del profundo sentido de la liturgia ortodoxa rusa su ejecución imitó al tiempo de lluvias y su calidad creció en oleadas, siguiendo las correctas indicaciones del maestro Moruja.

En la segunda parte del concierto el coro se entregó a la “Missa Brevis” del húngaro Zoltán Kodály. Esta pieza, compuesta entre 1942 y 1944 durante la ocupación nazi de Hungría, cierra esa especie de trilogía coral que este autor inauguró con “Psalmus Hungaricus” en 1923 y complementó con el “Te Deum” de 1936.

A pesar del buen oficio de quienes tocaron, el sonido de los teclados sólo recordó que son un sucedáneo del órgano y su inimitable riqueza de texturas. Tampoco ayudaron a la ilusión las intervenciones algo punzantes de las sopranos en algunos pasajes.

No obstante, tal vez lavada por el agua que afuera del templo seguía regándose imperturbable, apareció la perla de Mateo (Mateo 13, 45-46): Daniela Coria. Densa y rica, su voz deleitó por su lirismo y apropiada entonación y también por su refinamiento sonoro. Algo que, de seguro, no escapó al maestro Moruja quien hizo una elección justa para repertorio.

Al día siguiente, viernes, el sol salió. A lo mejor para recordarnos que un 9 de mayo de 1636 el agua fue milagro.

Observación: Hubiera sido interesante que los programas explicaran el porqué del título del concierto y del repertorio, ya que podría haber contribuido a una mejor comprensión de las obras.

Exhortación: Santafesinos, un poco de agua no debería impedirnos concurrir allí donde se crea belleza.