Nery Pumpido en la primaria Sara Faisal

“Diego nunca nos dijo que ese gol fue con la mano”

  • El campeón del mundo aceptó más de 30 preguntas de los niños de cuarto grado: firmó autógrafos, se sacó fotos y se llevó dibujos-obsequios de los pequeños. “Nery... Nery”, fue el grito despedida.
D6-A-DSC_8330.jpg

“Sueñen, pero estudien...” Nery Alberto Pumpido le preguntó a los chicos de cuarto grado si querían ser jugadores de fútbol y jugar un Mundial. Como casi todos levantaron la mano y dijeron que sí, el campeón del mundo que tiene Santa Fe les dio un consejo: “Pueden soñar con ser jugadores de fútbol, con ser un Maradona o un Messi, pero nunca dejen de estudiar. Lo que sea, pero estudien, porque después que pasa el fútbol queda otra vida y hay que vivirla”. Se fue ovacionado del Sara Faisal. Foto: Flavio Raina

 

Redacción de El Litoral

[email protected]

Llegó con esa puntualidad europea que “aprendió” de un tal Carlos Salvador Bilardo en sus años dorados de la Selección. Y si el que está del otro lado de la cita —en este caso el periodista deportivo Darío Pignata, que lo conoce de hace años— no cumple, llega el reto: “¡Las 9 y media son las 9 y media!”. Así es Nery.

“En el marco del proyecto “Santa Fe, cuna de campeones”, el miércoles 23 de mayo los alumnos de 4to. grado recibieron la visita de Nery Alberto Pumpido, campeón del Mundial ‘86, quien compartió su historia y su paso por uno de los eventos deportivos más importantes del mundo”, informó la Escuela en su propia web.

Con clima de mundial, unos 70 chicos de los dos cuartos grados recibieron y despidieron a Pumpido al grito futbolero de “¡¡¡Nery... Nery...!!!” que sonó tan fuerte como un gol de Messi.

El Litoral, camino a sus 100 años, hizo que este encuentro sea posible: llevar un campeón del mundo sin límite de tiempo a una escuela primaria de Santa Fe. Todo un hallazgo tenerlo a Nery en la ciudad, porque en los últimos tiempos —por invitación del propio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA— se la pasa viajando por distintas ciudades de la Argentina dando charlas, conferencias y participando de eventos vinculados con el Mundial de la Fifa que se viene.

Los niños, en distintos grupos, fueron elaborando con sus maestras las distintas preguntas para hacerle a Pumpido. La charla en sí duró más de una hora y un tiempo más se lo llevó el ritual de Nery con los chicos para sacarse fotos, firmar cuadernos de los niños, muchas camisetas argentinas, algunas de Unión y hasta la réplica de una Copa del Mundo.

—¿Qué sintió cuando levantó la Copa en México?

—Fue el momento más feliz de mi carrera como jugador. No se compara con nada. Es algo increíble. Cuando el juez pitó el final salí corriendo como loco y nos abrazamos con “el Tata” Brown.

—¿Cómo fue el festejo al ganar un Mundial?

—Hay que dividirlo en varios lados. En la cancha, fue una desorganización total, no es como ahora que podés dar la vuelta olímpica. Después, la verdadera vuelta olímpica la dimos los jugadores, colaboradores y Bilardo, nosotros solos, en la concentración del América de México: ahí nos quedamos 65 días, llegamos primero y nos volvimos últimos, como quería “el Narigón”.

—¿Qué otros festejos se dieron?

—En Buenos Aires, fuimos desde Ezeiza a la Casa Rosada: el micro tardó más de seis horas en llegar: salimos al balcón con la Copa del Mundo y el presidente, que era Raúl Alfonsín. Y después la llegada acá, a la ciudad de Santa Fe: vinimos con Pedrito Pasculli —que salió de Colón así como yo salí de Unión— en un coche de los bomberos: pasó lo mismo, desde Sauce Viejo hasta la rotonda de Unión, fueron varias horas, con la gente saludando desde las veredas.

—¿Te pasó algo triste también en un Mundial?

—Sí, en Italia ‘90 sufrí una fractura y no pude jugar más el Mundial. Se me cayó un compañero, que era “el Vasco” Olarticoechea, arriba de la pierna y me quebré tibia y peroné. Me quedé sin Mundial, como le pasó ahora a “Chiquito” Romero. ¿Saben una cosa?: el que me lesionó en ese partido con Rusia era mi compañero de pieza, en México ‘86 e Italia ‘90 y es uno de mis mejores amigos en el fútbol.

—¿Viene de una familia de futbolistas?

—Sí, mis otros dos hermanos eran jugadores: uno, Nelson, llegó a jugar en clubes como San Lorenzo, Banfield y el ascenso. El otro —Tony— era el mejor de los tres, pero medio vago para entrenar (risas). Mi viejo también jugaba a nivel liga. Y mi hijo, Juan Pablo, es entrenador.

—¿Qué sintió cuando lo llamaron a la Selección Argentina por primera vez y dónde estaba?

—Un orgullo, algo único. Era el año 1980 y estaba en la casa de un amigo, “Pepe” Sólito, que lamentablemente se me fue, tomando mates. Habían llamado por teléfono al club y nos avisaron. A mí me convocan a la Selección Argentina atajando para Unión de Santa Fe.

—¿Quién era su ídolo?

—No tenía un ídolo en el sentido de la palabra. Pero el modelo a imitar era Ubaldo Matildo Fillol y en ese Mundial de España ‘82 compartimos la pieza con el “Pato”. Fillol es el mejor arquero de todos los tiempos.

—¿Qué le pasó esa vez con el dedo?

—Estaba entrenando en Ezeiza y me quedó enganchado el anillo en uno de los soportes de la red que se ponen en los arcos. No es que perdí el dedo, como se dijo... me sacaron piel de otro lado y me reconstruyeron la zona. Siempre digo que no hay que usar los anillos para jugar al fútbol, lo doy como consejo. ¡Lo que pasa que yo lo sigo usando porque me volví a casar! (risas).

—¿Cuál fue el partido más especial que jugó además de la final?

—Sin dudas, por todo lo que había pasado en el ‘82 con la guerra de Malvinas, ese partido con Inglaterra. ¿Ustedes vieron el gol de Maradona, vieron a todos los que fue gambeteando? Algo tan importante como Malvinas no debe compararse con un partido de fútbol, por más que sea de eliminación en un Mundial como fue en México ‘86. Eso debe quedar claro, pero la realidad es que entramos con un plus esa tarde que no lo puedo explicar con palabras.

—¿Fue el mejor gol que vio desde el arco?

—Sin dudas, miren: Diego iba gambeteando y yo me iba adelantando en el arco, haciendo el movimiento con la cabeza para ver el final de la jugada, hasta que la pelota entra al arco. Desde mi arco, del otro lado, la vi entrar. Fue una obra de arte.

—¿Y el otro gol fue con la mano, Nery?

—Yo tengo mi impresión... imaginen hoy con tantas cámaras, redes sociales, telefonitos. La hubieran repetido desde mil ángulos y un millón de veces. ¿La verdad?: Maradona nunca nos dijo a nosotros que ese gol había sido con la mano. ¡Y miren que pasaron varios años!

—¿Le tiene fe a la Selección para Rusia?

—Siempre y los primeros que queremos que Argentina vuelva a salir campeón somos los de México ‘86. Ojalá ahora que están todos juntos, pueda el entrenador encontrar el equipo. Es fundamental formar un buen grupo, ésa es la clave. Nosotros llegamos a México igual o peor que ellos ahora: cuestionados, con dudas, con bajas a último momento. ¡Y fuimos campeones!

—¿Quién es el mejor jugador del mundo?

—Lionel Messi y no necesita levantar la Copa en Rusia para validarlo. Lo seguirá siendo igual después del Mundial, pase lo que pase.

Así, llegó el final y los 62 chicos —de los dos cuartos grados de la Escuela Primaria Sara Faisal— se sacaron fotos, lograron autógrafos y lograron darle la mano o un beso a Nery. Carolina, Gabriela, Antonella, Flavia y Mariela, las maestras, felices y agradecidas.

Nada mejor que Nery Alberto Pumpido en un proyecto educativo, en este caso de la Sara Faisal, que se llama “Santa Fe, cuna de campeones”.

 
D6-B-DSC_8327.jpg

Clima de mundial

Las camisetas argentinas, la pelota de fútbol (la firmó Nery y quedó de obsequio para la Escuela Primaria Sara Faisal) y hasta la réplica de la Copa del Mundo para Pumpido. “En los últimos días hice como 5.000 kilómetros por las ciudades argentinas dando charlas, pero poder estar en Santa Fe y con niños es lo que más me moviliza... ¡Si hasta me quedé sin voz en un par de respuestas por la emoción!”, contó a El Litoral.

Foto: Flavio Raina

Cicotello se va de Unión

Martín Cicotello, quien se hizo cargo el año pasado, a principios de noviembre, de la coordinación del fútbol amateur de Unión, se alejará de la institución y tiene muchas posibilidades de trabajar con Darío Kudelka.

Si bien son trascendidos, desde el mismo club admitieron dicha posibilidad a El Litoral, señalando que faltan todavía detalles pero que es muy posible que finalmente se produzca el alejamiento de quien llegó al club hace poco más de seis meses y tenía contrato estipulado hasta el 2020, aunque no se habría firmado.

En cuanto al rubro delanteros, Enrique Triverio y Cristian Tarragona —también pretendido por Independiente Rivadavia de Mendoza y que viene de jugar en el Atlante de México— son algunos de los nombres que figuran en el borrador de Madelón y los dirigentes de Unión para reforzar el plantel.

Además, la renovación del contrato de Lucas Gamba (con interés de Independiente y también de clubes mexicanos) y la posibilidad de que lleguen ofertas por Franco Soldano, se suman al panorama de los delanteros rojiblancos.

En el caso de Soldano, todavía no hay nada concreto. De todos modos, los dirigentes de Unión, tal como anticipó El Litoral, tendrían un piso de 5 millones de dólares para negociar el pase del goleador, de 23 años.

De todos modos, el primer paso que debe cumplimentarse por parte de la dirigencia y el secretario técnico, es el referido a la continuidad del entrenador. La reunión con Cristian Bragarnik, su representante, que estaba pautada para la semana que pasó, se concretará en la que se inicia.