El sábado, en el CCP

Cuatro amigos para la risa

Malena Guinzburg, Fernando Sanjiao, Pablo Fábregas y Diego Scott llegarán a Santa Fe en el marco de la gira nacional de “Pucha”, después de tres temporadas en el Paseo La Plaza de Buenos Aires. En diálogo con El Litoral, Guinzburg habló del show, de próximos proyectos, y de su forma personal de entender el humor.

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“Además de que como grupo nos llevamos genial, a todos nos gusta el laburo que hace el otro”, dice Malena de este equipo, que antes realizó “Canchero” y “+ canchero”. Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Después de presentarse tres temporadas consecutivas en la sala más grande del Paseo La Plaza, el grupo compuesto por Malena Guinzburg (“Morfi”), Fernando Sanjiao (Comedy Central), Pablo Fábregas (“Metro y Medio”) y Diego Scott (“Periodismo Para Todos), empieza su gira nacional. Miles de espectadores ya se rieron con “Pucha”, su último trabajo después de “Canchero” y “+ canchero”. Partiendo del stand up, crearon una propuesta mucho más ambiciosa, que incluye multimedia, coreografías absurdas, luces y sombras, que son las partes de un todo que no da respiro al espectador.

La cita para Santa Fe será el sábado 2 de junio, desde las 21.30, en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo (Junín 2457). Las anticipadas pueden conseguirse en la boletería de la sala o por Internet en www.eventosensantafe.com, a $ 350 (más $ 53 de costo de servicio).

Antes del desembarco del equipo, El Litoral dialogó con Guinzburg para adentrarse en las particularidades de un espectáculo diferente.

Hay equipo

—En “Pucha” volvieron a reunir al equipo de “+ canchero”, con el que trabajaron un montón. ¿Cómo es la química entre ustedes y qué los junta siempre?

—La verdad es que los cuatros somos amigos, si no laburáramos juntos nos veríamos en la vida, porque nos queremos y nos admiramos también. Además de que como grupo nos llevamos genial, a todos nos gusta el laburo que hace el otro. Está buenísimo laburar así.

—¿Qué va a ver el espectador que vaya a “Pucha”? Ya han trascendido a los monólogos de cada uno.

—“Pucha” no sólo es un show de stand up sino que es un show de humor. Nos gusta definirlo así, que es un poco más que stand up. Nos gusta experimentar con más cosas, por más que nos gusta hacer stand up, por eso lo hacemos. También nos gusta hacer cosas juntos arriba del escenario, entonces metemos coreografías. Nos gusta innovar con todo lo que tiene que ver con tecnología, entonces hay unas pantallas que se mueven para todos lados. La verdad es que el show es completo: es difícil porque parece que estás todo el tiempo queriendo vender el show, pero de verdad: la gente básicamente viene a reírse y lo logra.

—¿Qué les aporta la dirección de Diego Reinhold?

—Reinhold pone un poco de orden, y es un tipo que sabe mucho, tiene mucho teatro encima; además de que nos hizo todas las coreos, y tiene una estética muy linda. Diego es un factor súper importante: ahora estamos armando un nuevo show, y nos vuelve a dirigir.

—¿Un nuevo show para después de este?

—Nosotros a “Pucha” en Buenos Aires no lo estamos haciendo más; a veces vamos por el Gran Buenos Aires, pero Capital Federal no. Lo hicimos casi tres años, y paramos para armar el nuevo show. Así que mientras lo armamos (que nos juntamos todos los días para laburar) salimos de gira.

Estilo propio

—En muchos de tus trabajos, tanto con este equipo como por afuera, ponés tus propios miedos, tus experiencias, mucho de vos en juego a la hora de escribir. ¿Cómo es exponerse tanto arriba de un escenario?

—Evidentemente uno muestra hasta donde quiere, en un punto. A veces parece que saben más de mí de lo que tal vez saben. Pero a mí me divierte mucho mostrar lo que me pasa en clave de humor. De hecho ahora tuve un problema, se me rompió la heladera, y empecé a grabar toda mi odisea con la heladera y compartirla en las redes: llegan cantidad de mensajes de gente diciendo: “Qué voy a hacer ahora si la arreglás, porque estoy riendo con tu historia”.

Me divierte reírme de las cosas que me pasan, por más que las pueda sufrir también. Pero hay una cosa de la realidad, de ser auténtica, que me gusta y me sale, a veces va más allá de mí. Después para escribir un monólogo pienso mucho los chistes.

—¿Cómo es tu proceso a la hora de escribir, y de renovar los monólogos (porque van mutando)?

—El proceso de escribir lo padezco bastante, porque me planteo qué es de lo que quiero hablar, qué es lo que quiero contar en este momento de mi vida. Justo estoy en ese proceso, porque como estamos armando un nuevo show tengo que cambiar todo el monólogo. Lo padezco un poco pero termina siendo agradable.

Se va renovando porque vas sacando lo que no funciona; hay cosas que eran graciosas pero las dijiste tantas veces que te aburren, o no es lo que te está pasando: está vivo el monólogo.

—¿Cómo es el momento en que algo que vos decís “con esto los mato” no genera nada?

—Cuando no funciona algo a lo que le tenías fe te querés matar. A veces es gracioso cuando estás viendo un monólogo de otro, entre nosotros nos cargamos a veces si algo no funcionó. La verdad es que todo está bastante probado, y si no funciona un chiste tenés otro para seguir. Pero es horrible cuando no funciona un chiste.

Humor sin límites

—¿Cuál pensás que es el desafío del humor y del comediante en este tiempo?

—Por un lado, el tipo de humor cambió, tenemos todos claro que la sociedad cambió y que los chistes que se hacían antes ya no se pueden hacer más. Reírse de las mujeres como se reían y otras cosas que por suerte no sólo ya no se usan más, sino que ya no son graciosas. Muchos chistes de reírse por el bullying al distinto y todo eso, me parece que ya está. El desafío es aggiornarse y poder hablar de otras cosas.

Y por el otro lado la cantidad de cosas que uno puede ver ahora, la cantidad de material al que se accede: tenés que ser más original y buscar tu propio estilo.

—¿Hay algo con lo que no te animes a hacer humor? O que digas: quizàs no es el momento histórico...?

—Si hay alguna tragedia muy reciente me cuesta hacer humor con eso, porque está todo muy sensible. Pero creo que el único límite es que el chiste sea bueno: si el chiste es bueno, para mí vale todo. Lo que pasa es que a veces no me siento capacitada para hacer chistes sobre algunas cosas, entonces no los hago. Si se me ocurriera uno bueno lo haría.

—¿Qué cosas te hacen reír a vos, o qué artistas?

—Mis compañeros, en principio (por más que parezca demagógico) me hacen reír mucho. Hay un montón, tengo muchos amigos laburando en esto. Hice un programa para Comedy Central, “La culpa es de Colón”, éramos cinco mujeres y me reí con todas. Está buenísimo que haya un programa de humor con mujeres y que funcione. Me río con mucha gente, por suerte en mi vida.

—Hace poco se cumplieron diez años de la muerte de tu papá. ¿En qué cosas sentís que lo tenés presente más seguido, o que te haya dejado algo?

—Es muy difícil decir qué es lo que me dejó: por ser mi viejo, más allá de la profesión. Lo tengo presente muchas veces; la ausencia física obviamente duele mucho, porque uno quisiera tenerlo, quisiera que me pudiera ver haciendo lo que hago, un montón de cosas que no pueden ser. Pero hay que aceptarlo.