La Renga en Rosario

La nave de los recuerdos

Ante más de 50 mil personas, el trío liderado por Chizzo Nápoli recorrió su discografía en dos recitales en el estadio de Newell’s Old Boys. El Litoral estuvo presente en la jornada del jueves, previa al 25 de Mayo.

La nave de  los recuerdos

Chizzo Nápoli en acción.

Foto: Gentileza María Rosa Fernández

 

Leonardo Pez

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El jueves, La Renga brindó su segundo y último concierto en Rosario, luego del multitudinario banquete del sábado. En las afueras del estadio de Newell’s, a lo largo del bulevar Oroño, se mezclaban zapadas artesanales, con el humo de las hamburguesas y los gritos “a la cerveza” que lograban convencer a personas de todas las edades, muchas con su ropa distintiva. Remeras, gorras, buzos, camperas. Adentro estrellas, el número 73, referencias a recitales y frases de la banda con su clásica tipografía. Entre las consignas, sobresalía una: “Por un rock sin censura. Todos somos La Renga”.

Pasadas las 20.20, se iban juntando los seguidores para hacer la previa con las bandas teloneras. La Posilga trajo desde Ludueña un rock de tinte rolinga con las clásicas armónicas, y dejó un mensaje pronunciado por su corista Belén Fernández, mientras exhibía el pañuelo verde: “Basta de la opresión del machismo y de la opresión patriarcal. Aborto legal, seguro y gratuito”. Una hora después, subió al escenario La Semilla: un rock potente y una voz líder al estilo Facundo Soto (Guasones), en canciones como “Caballos de batalla” y “Farolito” y con dedicatorias a los pueblos originarios y a la América Latina unida y un elogio para La Renga, por su “autogestión, independencia económica y soberanía política”.

A la carga

A las 22.21, se apagaron las luces y las dos pantallas laterales al escenario comenzaron a proyectar una animación de un laboratorio multicolor en acción, coronado por la contundencia de la batería. La Renga estaba dispuesta a comenzar. “Corazón fugitivo” hizo saltar y cantar a un público, del que podía adivinarse una diversidad de orígenes resumida en banderas que rezaban Córdoba, Frías, Zárate. “Vamos La Renga / ponga huevo, vaya al frente” arengaban algunos, otros proclamaban el famoso “pan y vino”, y el trío se despachaba con “Tripa y corazón” y “A tu lado”. Acompañaba la canción incluida en “Detonador de sueños” (2003) un video donde se mostraban tatuajes alusivos a la banda combinados con filmaciones en vivo, donde resaltaba un ángulo picado del baterista Tanque Iglesias.

La voz de Chizzo Nápoli encendió la mecha con los primeros versos de “A la carga mi rocanrol”, canción que puso bien al frente las cuerdas e incorporó el saxo de Manu Varela (el cuarto integrante histórico). “Al que he sangrado” volvió a dar protagonismo al corazón como metáfora de los ideales de la banda asociados a las utopías que simboliza la estrella, y luego de un “olé Chizzo”, apareció otro clásico: el viaje. El tópico rutero -o el ethos del viaje, como expresan Manuel Bernal y Diego Caballero en su estudio de la lírica de Ricardo Iorio-, muy presente en “Pesados vestigios” (2014), retornó en dos canciones: “Nómades” (de fondo, el video de un auto andando distintos caminos con los músicos “dispuestos” en ambos espejos retrovisores: en la izquierda, guitarra y bajo; en la derecha, batería) y “Motoralmaisangre”. Para esta última, el componente audiovisual recuperó la figura de Nélida Iglesias, “la abuela motoquera”, recorriendo el país y Latinoamérica.

La siguiente estación fue “Cuándo vendrán”. El canto del público fue acompañado por la actitud de Tete Iglesias, que se acercaba a los fans al compás de su bajo. Después de saludar a la ciudad (“qué lindo, Rosario”), llegó el turno de “El twist del pibe” -justo cuando un avión a chorro dejaba su estela en la oscuridad del cielo- y dos canciones con letras que guiñan el ojo a clásicos del rock argentino: “La furia de la bestia rock” (a los Redonditos de Ricota) y “Desnudo para siempre” (a Moris). “En el baldío” puso fuego en la pantalla y preludió uno de los infaltables: “Voy a bailar en la nave del olvido”.

Homenajes

Veinte mil personas habitaban el Coloso Marcelo Bielsa. En un ambiente iluminado por los celulares, Chizzo y seguidores comenzaron a cantar con un leve acompañamiento de guitarra y bajo, hasta que irrumpió la batería. “Tenemos un invitado de lujo que tocó con infinidad de artistas”. Así presentó Chizzo a Francisco “Pancho” Chevez, quien ejecutó la armónica en “Balada del diablo y la muerte”. La velocidad y el vértigo volvieron con “Pole” (homenaje a Víctor Poleri, amigo que participó en videoclips de la banda fallecido en 2012) y en algunos pasajes de “Ser yo”. Para “Reíte” se sumó la sección de vientos “Las Cucarachas de Bronce” y el sistema de iluminación hizo visible la amenaza escenográfica que estaba detrás de los músicos: el pulpo. El movimiento de los tentáculos acompañó uno de los momentos más pogueados: “El rey de la triste felicidad”.

“¿Quién te trajo hasta mí?” preguntó con gravedad el líder de La Renga, mientras se podían divisar parejas abrazadas cantando enfáticamente “no existo más que para vos”. “El rito de los corazones sangrando” fue continuado por “Arte infernal” y “Oportunidad oportuna” (con una animación de un tren infinito y un televisor asesino). El recital continuó con dos declaraciones de principios: “Revelde” y “El viento que todo empuja”, dedicado a Santiago Maldonado y a su hermano Sergio, presente en el estadio. “Amigas, amigos: estamos en el final” anunció Nápoli antes de ejecutar “El final es en donde partí”.

La banda volvió a escena quince minutos después y con un guiño de complicidad: “saben que no es el final”. El rock, instalado en el campo hacía dos horas, se presentó como el rey en “Panic show”, a la par que avanzaba sobre la pantalla (y el escenario) un ojo que recuerda al panóptico de Foucault. “Oscuro diamante”, coreado por los asistentes, mostró a Tete haciendo pogo, algo que según confesó le gustaría hacer si fuera parte del público. El canto popular continuó en la penúltima estación (“La razón que te demora”), ocasión en la que Chizzo agradeció, haciendo hincapié en “los que vinieron de lejos”. A las 0.50 del viernes patrio, La Renga realizó la última canción de su minigira por Rosario, el clásico cierre con “Hablando de la libertad”. De fondo, un video de la gente que sigue a La Renga y un muestrario de banderas de distintos lugares de la Argentina. La noche terminó con pogo y aplausos multiplicados por la batería de Tanque. Horas más tarde, por Cafferata, se veían chicas y chicos con su vestimenta de La Renga esperando en el frío de la terminal el micro que los lleve a casa.