En la tradicional esquina de La Rioja y San Martín

La Casa Tons cambió de dueños y ahora sí se demolerá la planta alta

Sigue vigente la orden judicial de demolición. Ampliaron el vallado de protección, pero aún no ingresó ningún proyecto al Municipio. Los propietarios anteriores querían restaurar el inmueble, por lo que mantuvieron un largo litigio. “No se puede luchar contra el poder”, dijeron al desprenderse del inmueble.

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La casona se construyó en 1880. En 2011 se clausuraron los locales comerciales que funcionaban en la planta baja y se colocó el vallado de protección.

Foto: Mauricio Garín

 

Lía Masjoan

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Twitter: @lmasjoan

Décadas de conflicto y de desavenencias en torno al destino de la Casa Tons, ubicada en la céntrica esquina de La Rioja y San Martín, llegan a su fin. Tras una larga e infructuosa lucha por restaurarla, la familia Huspenina resolvió desprenderse del inmueble -que tiene un avanzado estado de deterioro- y hace unos meses concretó la operación de venta a “una persona física”, por ahora desconocida.

La semana pasada, el cerco de protección que la rodea desde hace más de 8 años fue ampliado. Autoridades municipales se reunieron hace un mes con los nuevos dueños, quienes les informaron que iban a renovar el vallado para resguardar la seguridad de los transeúntes, pero aún no ingresaron ningún proyecto ni solicitaron un permiso de obra, confirmó la Subsecretaria de Ordenamiento Territorial, Pilar Egaña. “Querían comenzar a quitar las plantas que crecían entre las rajaduras y temían que cayera mampostería sobre algún peatón, por eso ingresaron un aviso de obra y ampliaron la protección, nada más”, explicó.

Lo que sí aclaró la funcionaria municipal es que “les hicimos extensivas todas las intimaciones que se le habían hecho a Huspenina” y que “la orden judicial de demolición sigue vigente”. Con lo cual, la demolición es inminente. Ése será el destino final de, al menos, la planta alta, que es lo que determinó la justicia. Una vez que esto suceda, se evaluará el estado de la planta baja, y se decidirá qué hacer con ella: si puede preservarse o deberá correr la misma suerte.

La decisión judicial de tirar abajo el primer piso de la casona se tomó en agosto de 2011, luego de que Edificaciones Privadas de la Municipalidad la declarara en estado de ruinas y la familia Huspenina apelara esa medida. La lucha judicial siguió, con muchas idas y vueltas, desde aquel momento.

“Había otros intereses”

“Sí, vendimos”, dijo Viviana Huspenina, al otro lado del teléfono. “Mi papá ya tiene 85 años, había otros intereses en el medio y no se puede luchar contra el poder”, aseguró resignada.

Con críticas hacia la gestión municipal, la antigua propietaria descartó que ahora se vaya a “conservar algo” del inmueble. “La Municipalidad no cumplió con nada de lo que habíamos acordado y nunca dejó de ponernos trabas. Dijo que iba a apoyar nuestro proyecto de restauración, pero mientras se reunía con nosotros para ver cómo lo encarábamos, judicialmente pedía la demolición. Y el Concejo miró para otro lado”, aseguró.

Respecto a esto, Egaña explicó que la restauración “quedó en instancia de evaluación porque nunca acompañaron los requerimientos que les hizo la comisión de patrimonio, como dar más precisiones del proyecto y los planos de obra; no avanzaron en eso y por eso sigue vigente la orden de demolición”.

Cuando en 2011 el Municipio elaboró el pliego licitatorio para contratar su demolición -frenada luego por las acciones de Huspenina- se argumentó que la casona “ha llegado a nuestros días en un estado de abandono estructural y de riesgo para la comunidad, el cual requiere tareas irreversibles de demolición general”.

La demolición deberá incluir la totalidad de las estructuras de hormigón armado, metálicas, bovedillas, mamposterías, contrapisos, carpetas, pisos exteriores, aberturas, cubiertas, cielorraso, vidrios e instalaciones existentes. Pero, por su alto valor arquitectónico, histórico y cultural, en el pliego se aconsejaba “rescatar del proceso de demolición parte de su morfología original”. “En su intervención se deberán tener en cuenta como primera instancia la conservación de sus partes más destacadas y la documentación gráfica de éstas como del objeto arquitectónico en un todo”, se detallaba en la memoria del pliego, que establecía criterios de intervención.

El sueño de Huspenina de restaurar la casona, para alojar locales comerciales y un centro cultural checo (comunidad que integra la familia), ya no se cumplirá. Habrá que esperar a que los nuevos y, por ahora, secretos propietarios presenten el proyecto para esa esquina estratégica de la capital provincial.

Patrimonio cultural

Esta construcción figura en el catálogo de las 200 obras declaradas como patrimonio. De autor y constructor anónimo, fue conocida originalmente como “Casa Tons” y construida en 1880. Consta de planta baja y primer piso, espacios destinados, respectivamente, a uso comercial y vivienda familiar. El 16 de septiembre de 2011 se clausuraron los locales comerciales que funcionaban en la planta baja por peligro de derrumbe.