La concesión está en manos del municipio

Por el estado de abandono, piden que la casa de Sor Josefa vuelva a la provincia

Fue declarada monumento histórico provincial. Hubo proyectos de restauración y licitaciones truncas, pero se sigue cayendo a pedazos y amenaza con llevarse para siempre parte de la historia de Santa Fe. Concejales del FPCyS piden que se le quite la concesión al municipio y sea restaurada.

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Frente al Palomar. La casa patrimonial está ubicada en la esquina de La Rioja y San Luis, escondida tras cartelones publicitarios.

Foto: Mauricio Garín.

 

Redacción El Litoral

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Los concejales Laura Mondino y Emilio Jatón, del Frente Progresista, iniciaron gestiones para que el gobierno provincial le quite la concesión a la Municipalidad de Santa Fe de la antigua casa de Jor Josefa Díaz y Clucellas, ubicada en La Rioja y San Luis. La vivienda fue declarada monumento histórico provincial hace 20 años y debía ser puesta en valor por el Municipio —firmó un comodato de posesión con la provincia—, pero nunca se restauró y hoy se cae a pedazos.

La casa cobija una rica historia hecha a pinceladas. Allí, residió Sor Josefa Díaz y Clucellas (Santa Fe, 13 de abril de 1852 - Villa del Rosario, 24 de septiembre de 1917 —65 años—). Pepa, para los suyos, fue considerada la primera pintora con firma del continente latinoamericano —pese a que paradójicamente no firmó muchas de sus obras—. Además, el Museo Municipal de Artes Visuales (en San Martín 2068) lleva en honor su nombre.

La artista dedicaba la mayor parte de su tiempo a pintar. Las obras de Sor Josefa Díaz y Clucellas eran costumbristas. Considerada una intuitiva, fue creadora de sorprendentes pinturas para su época. Pero, lamentablemente, muchas de esas obras se perdieron, o quienes las tienen, no conocen su origen ya que como se dijo, muchas veces no las firmaba.

La antigua casa familiar era modesta, del suburbio, de la periferia de la ciudad. Y junto al resto conformaban un entorno urbano de la época en que la sociedad decidió entrar en la modernidad. Pasaron los años, pasó la modernidad y la arquitectura toda evolucionó. Así, la antigua casa cobró su valor histórico. Pero desde hace décadas, el paso del tiempo la viene degradando y no fue restaurada ni mantenida para su preservación.

Hoy, está clausurada. Sobre su fachada colocaron grandes cartelones publicitarios, como si se tratase de ocultar la desidia.

Gestiones

Es por ello que ahora los concejales Mondino y Jatón pretenden darle un giro a su destino signado por el olvido e iniciaron dos acciones: le pidieron formalmente a la ministra de Innovación y Cultura, María de los Ángeles González, que “evalué la posibilidad de instrumentar las acciones legales tendientes a rescindir dicho contrato (con el municipio) y que el gobierno de la provincia de Santa Fe se haga cargo de preservar una parte de la memoria colectiva que nos interpela en la construcción de la ciudad que somos y que consideramos una herramienta de las generaciones futuras para pensarse y definir las identidades colectivas”.

“Estamos muy preocupados con lo que está pasando con la última casa de una familia no aristocrática del siglo XIX en Santa Fe -sostuvo Jatón-. Pasó mucho tiempo y creemos que es una desidia”.

Por eso, “creo que la provincia debe hacerse cargo de la restauración, la ministra González está al tanto de todo esto, estamos trabajando en forma mancomunada y desde la parte jurídica se iniciarán los trámites para que pase nuevamente a manos de la provincia”, anunció el concejal frentista.

En paralelo, lo concejales ingresaron un proyecto de declaración sobre tablas que sería tratado el jueves en el recinto, en el que manifiestan su “preocupación por el notable estado de abandono que presenta el inmueble” y “por la falta de avances en los proyectos de puesta valor que fueran presentados oportunamente por parte del Departamento Ejecutivo Municipal”.

Más de dos décadas de abandono

En 1998, la vieja casona fue declarada por ley Monumento Histórico Provincial, y en 2002, un decreto municipal la declaró edificio de interés cultural de la ciudad. Ambas normas establecieron que debía ser mantenida por su valor patrimonial. Sin embargo, desde entonces, día tras día, la casa se cae a pedazos.

En 2006, la provincia inició la expropiación del inmueble mediante una ley. La norma había establecido dos pagos a los herederos, pero la operación nunca se concretó. Y la Legislatura debió aprobar una prórroga del pago para que se cumpla con dicha expropiación. Tres años más tarde, en 2009, finalmente la provincia compró la antigua casa por un monto cercano a los $600 mil.

Una vez en manos del Estado, la provincia suscribió con el municipio un convenio de uso de la propiedad, y en 2011 se licitaron las obras de restauración y puesta en valor del edificio. Pero las ofertas fueron superiores al presupuesto y la restauración quedó trunca.

Mientras se avanzaba hacia un nuevo proceso licitatorio, la Municipalidad realizó algunas tareas por administración que incluyeron demoliciones de mamposterías y remociones, limpieza e hidrolavado de fachadas y reparación de muros. Los años siguieron pasando y la casa continuaba con su natural deterioro.

En un nuevo capítulo de esta historia, en 2013 todo hacía parecer que llegaría la restauración y puesta en valor definitiva. Pliegos al Concejo y nueva licitación, prevista para febrero de 2014. El nuevo proyecto contemplaba la instalación del Museo del Inmigrante y la concesión de una parte del edificio para la explotación de un emprendimiento privado compatible con ese espacio cultural. Pero la licitación quedó desierta.