Argentina y la victoria más festejada de los últimos tiempos...

Mucho huevo y poco fútbol en la canasta

La selección ganó bien, jugó un buen primer tiempo y luego se complicó a partir del empate de Nigeria. Hubo actitud y logró vencer a la impotencia y a los miedos que se agigantaban con el paso de los minutos, con un gol casi en la agonía del partido. El sábado, en octavos, ante Francia en Kazán.

D2-A-5F99B40085014812.jpg

El líder presente. Messi la pidió siempre, luchó con la marca de varios, marcó un golazo y puso un pase brillante para Higuaín, en un primer tiempo en el que se destacó junto al equipo. En el complemento, tuvo menos espacios pero duplicó su esfuerzo, llegando incluso a tirarse al piso para recuperar pelotas.

Foto: DPA

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a San Petersburgo, Rusia) [email protected]

Afonía, delirio, ganas de gritar, de llorar, de salir a festejar, de olvidarse por un buen rato de las miserias con las que vinimos a este Mundial, de las cosas que se hacen mal... La gente no se merecía que nos quedemos afuera. Fue una locura. Parecía que se jugaba en una cancha de Argentina, en cualquiera, la que más le guste. No podíamos quedarnos afuera. Hubo dudas en el segundo tiempo, después del penal de Mascherano. Se derrumbó todo muy rápido. Lo del primero fue bueno. Y por momentos muy bueno. Hubo fútbol, actitud, orden, despliegue, criterio para manejar la pelota. Funcionó ese circuito que arrancaba en Mascherano, seguía en Banega o en Enzo Pérez y se prolongaba, generalmente, en Messi. Funcionó bien. Lo de Banega fue muy bueno en ese primer tiempo. Pero cuando nos metieron el gol, se cayó todo como castillo de naipes y empezaron las dudas.

Era un partido de nervios, de esos en los que la pelota quema y la camiseta pesa. Nigeria se metió atrás. Parecía Islandia, pero más peligroso. Son rápidos los morenos. Sobre todo Musa, Moses y el ingreso de Ighalo que también complicó. Argentina tenía cierta firmeza por el lado de los centrales, pero no tanto por la punta de Mercado. La diferencia de velocidad era importante. Y arriba, los espacios se achicaban. La pelota circulaba bien de un costado al otro, pero no había mucha claridad en los últimos metros. Los centros se tiraban mal, ellos tapaban los caminos, marcaban a Messi, lo asfixiaban y no había forma de entrarles.

Sampaoli metió bien dos cambios que sumaron. Pavón primero y Meza después para abrir la cancha. Eso era lo que había que hacer. Abrir la cancha para ensanchar el juego y obligar a la defensa. Se complicaba mucho jugando todo por el centro. No había presencia adentro del área, tampoco cambio de ritmo adecuado en los 30 metros finales y mucho menos la posibilidad de meter un pelotazo largo como el de Banega para Messi en el primer gol.

Pero llegó la jugada deseada. Mercado aprovechó una diagonal de Pavón para aparecer libre por derecha y colocar esta vez un buen centro que capitalizó Rojo para clavar, de derecha, el 2 a 1 que provocó el delirio. Los dos zurdos la clavaron de derecha. Messi en el primero y Rojo en el segundo. Como si algo perverso del destino nos hubiera puesto esta dificultad que, sin embargo, los dos supieron resolver con jerarquía para coronar un triunfo totalmente merecido aunque excesivamente laborioso.

Otro aspecto destacable fue la actitud. Muchas veces se le reprochó el grado de entrega del equipo. No creo que se haya mezquinado esfuerzo, pero la imagen transmitida en otros partidos no terminaba de cerrar. Faltaba ese fuego sagrado, ese corazón que había preanunciado Sampaoli en la conferencia previa, con la que había que salir a jugar el partido. El cuchillo entre los dientes no es siempre la mejor fórmula para llevar a un equipo a la victoria, pero en determinadas circunstancias ayuda. Máxime cuando al equipo se le reprochaban estas cuestiones, más emparentadas con lo emocional que con lo estrictamente futbolero.

Messi se tiraba al piso, Mascherano agigantaba por momentos su figura y se parecía al de hace algunos años, antes de que en Barcelona lo hayan mandado a cuarteles de invierno, haciéndole perder el “timming” que es propio de aquellos que juegan siempre, Rojo y Otamendi aportaban lo suyo desde atrás, Banega también se revolcaba para recuperar y se esmeraba para jugar, Higuaín corría a cuanto defensor quisiese salir jugando y todo eso, en conjunto, generaba una respuesta de aliento constante que se transmitía desde la tribuna hacia adentro. Conclusión: todos jugaban su partido, empujando del mismo carro.

Pero la situación se complicó en algún momento. Dosis de impotencia que presagiaban lo peor y esos minutos que caían como cuchillazos sobre el ánimo de un grupo de jugadores que empezaba a sentirse cerca del inesperado final. Pero quedaba un último esfuerzo para dar y fueron dos defensores los que terminaron armando la jugada de la victoria. Merecida, ansiada, trabajada y esperada.

Ganamos y bien. Costó. Clasificamos y ahí estamos. ¿Nos agrandaremos?, uno nunca sabe. Los jugadores se pusieron el equipo al hombro. Y hasta creo que se cargaron con ellos al técnico también, metiéndolo en otro cambio de planes que, esta vez, terminó bien. La parte anímica fue clave. Ya no patearemos frustración, sino que esa energía positiva que traen las victorias, quizás, nos lleve a encontrar algunas fuerzas extrañas que a este equipo se le exigía y no mostraba.

D2-D-HYUKNBGFM_1256X620__2.jpg

Gran debut. Armani estuvo sólido, no se complicó en las salidas y ni en los centros y tuvo una tapada en un mano a mano un par de minutos antes del gol de Rojo que fue tan relevante como el tanto del defensor.

Foto: Gentileza Clarín

Síntesis

Argentina 2

Nigeria 1

Argentina: Armani, Mercado, Otamendi, Rojo, Tagliafico; Pérez, Mascherano, Banega, Di María; Messi, Higuaín. DT: Jorge Sampaoli.

Nigeria: Uzoho; Balogun, Troost-Ekong, Omerou; Moses, Ndidi, Obi Mikel, Etebo, Idowu; Iheanacho, Musa. DT: G. Rohr.

Goles: 14m. Lionel Messi (A), 51m. Victor Moses de penal (N) y 86m. Marcos Rojo (A).

Cambios: en Nigeria: 46m. Ighalo por Iheanacho, 90m. Iwobi por Omeruo, 92m. Nwankwo por Musa; en Argentina: 61m. Pavón por Pérez, 72m. Meza por Di María, 80m. Agüero por Tagliafico.

Amonestados: Balogun, Obi Mikel (N); Banega, Mascherano, Messi (A).

Árbitro: Cuneyt Cakir (Turquía).

Estadio: Krestovski (San Petersburgo).

D2-B-CMXMPHS010164_20180626_MXPFN0A001.jpg

El socio clave. Banega jugó un gran primer tiempo, en el que fue la transición entre el mediocampo y la ofensiva. El pase-gol a Messi fue notable. En el complemento, bajó su rendimiento y también la incidencia en el juego.

Foto: Xinhua

Bajo la lupa

ARMANI (7).- Le tapó un mano a mano clave a Ighalo en el segundo tiempo. Era el 2 a 1 para Nigeria y el final de Argentina en el Mundial.

MERCADO (5).- Algunas dudas en la marca de Musa, pero revirtiendo todo con mucho temple para ir al frente y la precisión para meter el centro que terminó en el gol de Rojo.

OTAMENDI (6).- Reapareció la fortaleza anímica de un jugador que impone siempre presencia. Buen partido.

ROJO (7).- Temperamento, personalidad, buena salida —a pesar de que en algunas arriesgó más de la cuenta— y la gran virtud del gol que nos dio la victoria.

TAGLIAFICO (6).- Buen partido. Empujó por izquierda y aprovechó para meter diagonales cuando Di María se paraba de wing.

ENZO PÉREZ (5).- Pareció contenido y muy frenado. Trató de hacer siempre la más simple. Evidentemente, necesita confianza. Es un jugador interesante, pero que no atraviesa su mejor momento.

MASCHERANO (5).- Mucha entrega, fue un hombre que jugó un partido en el que se cargó responsabilidades. Cometió un error cuando hizo el penal. Después, es posible que la pelota haya pasado demasiado por sus pies. Pero es porque siempre se muestra.

BANEGA (7).- Gran primer tiempo, pero no tanto en el segundo. Se cargó parte de la responsabilidad del juego y lo hizo bien durante 45 minutos.

MESSI (7).- Peligroso cada vez que entró en juego, definió en gran forma y de derecha en su gol, metió un tiro libre en el palo y buscó siempre la pelota, pero fue muy marcado, como siempre.

HIGUAÍN (5).- Poco peso adentro del área, escaso aporte con la pelota pero sacrificado y dispuesto siempre a correr los rivales que salían jugando desde atrás.

DI MARÍA (5).- Arrancó bien pero de a poco se fue cayendo. No está en un buen nivel, le agarraron la vuelta y ahí decidió Sampaoli su salida.

PAVÓN (6).- Abrió la cancha por derecha, se juntó con Messi, se nota que hay buena onda entre ellos y eso también permitió que Nigeria se abriera.

MEZA (6).- Al principio no se entendía mucho qué iba a hacer, pero Sampaoli lo puso de wing izquierdo y anduvo bien.

AGÜERO.- Pocos minutos, entró justo cuando Argentina convirtió el gol de la justa victoria.

D2-C-5F99B4006E3C9CBF.jpg

El gol de su vida. Marcos Rojo ya impactó el balón de primera, con su pierna menos hábil y entrando al área como si fuera un “9”. Un tanto que quedará en la historia del fútbol nacional.

Foto: DPA