Los límites de la Globalización

Crisis de hegemonía y democracia en entredicho

missing image file

Automatización en una línea de producción automotriz.

Foto: Wikipedia.

Lic. Magín R. Ferrer

Asistimos al fin de un ciclo histórico provocado por varios factores: la crisis del 2008, el fin de la “globalización 2.0” basada en la transnacionalización de producción posfordista (deslocalización: el made in China, Taiwán, Vietnam, Pakistán, El Salvador, Perú, etc.) y la convergencia de costos salariales, de transporte, fiscales y regulatorios a nivel mundial.

Frente a ello, una denominada “cuarta revolución industrial” marca el inicio de un nuevo ciclo de la mano de la innovación tecnológica, la reorganización espacial de la producción (relocalización: a USA fundamentalmente), utilización de plataformas digitales (Alibaba, Amazon) y automatización masiva con inteligencia artificial dando como resultado un proceso de re-industrialización pero sin empleo.

La ecuación resultante podría ser: (relocalización + robotización= reindustrialización con desaparición de puestos de trabajo) = impacto social + incertidumbre política.

El profesor español José Antonio Sanahuja nos plantea que es justamente esa incertidumbre la que hace que las sociedades se manifiesten a través de elecciones con tendencias hacia la extrema derecha o al nacionalismo (¿extremo?), cuestionando desde lo nacional a los principios del institucionalismo liberal y las reglas e instituciones en las que se ha basado el orden internacional. Así entonces tenemos, por un lado, a Donald Trump, el Brexit y el ascenso de la extrema derecha en Europa; por otro lado, al nacionalismo que se afianza en Rusia, China y en países emergentes como Turquía, Filipinas e Indonesia.

La derecha ha vuelto a los primeros planos; incluso, los partidos tradicionales -para no perder votos ni respaldo social- se corren hacia esas posiciones instalando una dinámica de creciente polarización política.

El apoyo a la derecha proviene de los llamados “perdedores de la globalización”: sectores medios de trabajadores no tan calificados (antes dominantes), mayores de 45/50 años, hombres blancos, que se resisten a perder el estatus frente al avance de la diversidad cultural y los valores cosmopolitas de las sociedades abiertas y globalizadas. Este sector, ahora culturalmente reaccionario, se convierte en predilecto de los llamados populistas de derecha. Así entonces, factores socio-económicos y culturales se fusionan dando como resultado posiciones que creímos superadas.

Estos cambios estructurales generan, como dijimos, una polarización política tal que no sólo es hacia la derecha, sino también hacia posiciones discursivas “potentes” que movilizan a la sociedad con bases en la identidad, la seguridad del empleo, la crisis social, el rechazo al establishment político-económico y los anti-globalización (euroescépticos).

Si relacionamos los ejes pro y anti-globalización con el espectro político izquierda y derecha obtenemos cuatro matrices de la política mundial actual:

A: Matriz de Davos o globalistas de derecha: promueven la democracia liberal, libre comercio, la empresa privada, la integración económica global. La integran los sectores conservadores, de centro derecha con apoyo de los organismos financieros internacionales. El estado de esta matriz hoy es de retroceso o debilitamiento por la pérdida de hegemonía de occidente.

B: Matriz “progresistas cosmopolitas”: buscan una regulación de la globalización respecto de los derechos humanos, laborales, sociales y del medio ambiente. Proponen una agenda global para el desarrollo sostenible y un ciudadano global con regulación inclusiva de la inmigración. La integran los sectores progresistas, la socialdemocracia, las ONG globales organizadas en el Foro de Porto Alegre. Tuvo mucho auge en los 2000, pero hoy se encuentra en retroceso o debilitados.

C: Matriz “soberanistas y desglobalizadores” de izquierda: son fuerzas anti-europeas y anti-occidentales, movimientos bolivarianos en América Latina, movimientos sociales ambientalistas que reivindican la autogestión económica local. Son contrarios a la globalización, al libre comercio, a las multinacionales y por ende a la hegemonía institucional internacional. En Europa, su apoyo es reducido pero avanzan, en América Latina están en retroceso (por ej.: Morales, Correa, Kirchner y Fernández de Kirchner, Chávez y Maduro) .

D: Matriz de los “nuevos patriotas”, soberanistas y nacionalistas: Son contrarios a la liberalización económica y a veces de las multinacionales; tradicionalistas, anti-inmigración, detractores de la diversidad social, nativistas, xenófobos (islamofóbico). Cuestionan las ataduras a las normas internacionales, a las instituciones multilaterales, a los acuerdos globales sobre desarrollo sostenible y cambio climático, en clave geopolítica defienden el interés nacional y varían entre aislacionismo y la política de poder. Además de la derecha de Estados Unidos y la de Europa, encontramos los nacionalismos de Erdogan, en Turquía, y Vladimir Putin, en Rusia. El estado de esta matriz está en claro ascenso.

Estas matrices no sólo dividen las aguas entre partidos, sino también al interior mismo, por ejemplo: la socialdemocracia europea escindida entre Davos y el cosmopolitismo progresista; los Demócratas norteamericanos entre Hillary y Bernie Sanders, o en España los nacionalistas de izquierda o un Podemos divididos respecto del proyecto europeo. América Latina se encuentra inmersa en este tablero de matrices pendulando de “soberanistas y desglobalizadores” de izquierda a Davos con matices de otras matrices.

La globalización tiene que ser revisada, el orden institucional internacional occidental está siendo fuertemente cuestionado, las políticas exteriores de muchos Estados manifiestan esta tendencia; los países emergentes y re-emergentes, liderados por China, comenzaron a gestar alternativas institucionales a las de Bretton Woods en orden a obtener resultados favorables y cambiar la jerarquía internacional.

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Especialista en Relaciones Internacionales. Docente en la Universidad Católica de Santa Fe y en la Universidad Nacional del Litoral.

La ecuación resultante podría ser: (relocalización + robotización = reindustrialización con desaparición de puestos de trabajo) = impacto social + incertidumbre política.

Pro-Anti Globalizacion.pdf

Una denominada “cuarta revolución industrial” marca el inicio de un nuevo ciclo de la mano de la innovación tecnológica, la reorganización espacial de la producción, utilización de plataformas digitales y automatización, dando como resultado un proceso de re-industrialización pero sin empleo.