El jueves, en Demos

La canción como emblema

Fernando Cabrera vuelve para presentar las canciones de “432”, su último disco, con Belén Irigoyen como artista invitada. El Litoral se acercó al cantautor montevideano para conocer más sobre una propuesta artística renovada.

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“Es hermoso y emocionante. Me llevo sorpresas indescriptibles con esto”, dice el artista sobre la trascendencia de sus muy reversionadas canciones.

Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El reconocido cantautor uruguayo Fernando Cabrera vuelve a Santa Fe para presentar las canciones de “432”, su último disco (distinguido con el Premio Graffitti al Mejor Álbum de Música Popular y Canción Urbana), y realizar un recorrido por los temas más reconocidos de su carrera en formato voz y guitarra. Será este jueves, desde las 21, en Demos Comunidad Cultural Emergente (9 de Julio 2239). Como artista invitada estará la cantante, guitarrista y percusionista Belén Irigoyen (de Fray Bentos, Uruguay, afincada en Santa Fe).

Las entradas tendrá un valor de $350 anticipadas (a la venta en www.ticketway.com.ar y boletería de sala) y $400 en puerta.

Colección de emociones

Antes del arribo, El Litoral se contactó con el artista para adentrarse en un mundo de narrativas y recorridos.

—Tu último disco es “432”, editado el año pasado, tiene 12 canciones en 27 minutos (aunque el promedio sea tres por tema). ¿Hubo alguna búsqueda de síntesis en cada canción?

—No, quedó así simplemente. De casualidad. Lo que pasa es que esta vez incluí varias micro-canciones (cuatro) mientras que en mis otros discos había sólo una.

—El número hace referencia a la casa de tus abuelos maternos. ¿Cómo vuelve el cantautor maduro sobre el universo de la infancia?

—La infancia es un mundo no tan perdido. Como cualquier etapa de la vida, forma parte de nuestra memoria y de nuestra colección de emociones. No es preponderante, es una etapa más. La diferencia es que en esa época no éramos adultos ni tomábamos decisiones, las cosas nos “pasaban” más, las buenas y las malas. Lo grave quedaba en manos de los mayores.

—El transcurrir del tiempo y sus secuelas, la fugacidad de un momento compartido con alguien que ya no está, son parte de tu repertorio temático. ¿Dónde está la frontera entre la melancolía que recupera el instante y la tristeza de la pérdida?

—No hay nada de eso que mencionás; hay crónica, relato. Tomo cosas que me pasaron como tema para mis canciones. Y a veces cosas que invento, que no sucedieron.

—¿Cómo es tu proceso creativo en lo que respecta a las canciones?

—Estoy siempre con materiales en la cabeza, tanto letrísticos como musicales. Los que van quedando pronto los voy sacando a la luz. Tanto en vivo como en grabaciones. A veces trabajo un tema, con alternancias, durante 15 ó 20 años.

Reinterpretaciones

—“El tiempo está después” debe ser una de las canciones más reversionadas del cancionero de los últimos 20 años, “La casa de al lado” debe andar cerca. ¿Cómo se vive esa trascendencia del autor con una canción que va más allá de uno?

—Es hermoso y emocionante. Me llevo sorpresas indescriptibles con esto. A veces me mandan, simplemente por WhatsApp, grabaciones de niños que apenas saben hablar y cantan en una graciosa media lengua alguna de esas canciones. Me deja sacudido de la emoción.

—Modificaste dos canciones de la versión digital de “Autoblues”, tu segundo disco, para sacar referencias a la homosexualidad. ¿Qué te llevó a hacerlo?

—Había escrito eso hace 35 años. Tanto yo como la sociedad hemos cambiado para bien respecto a algunas visiones o prejuicios. Me daban vergüenza algunos versos de esas canciones pero me parecían canciones buenas, que valía la pena seguir cantando. Así que decidí cambiar algunas palabras. También lo hice con canciones que ya no me representaban políticamente pero que quería seguir cantando. Algunos “comisarios” se han preocupado demasiado por eso.

Continuidad

—Hace muchos años que venís trabajando de la mano del sello Ayuí/Tacuabé. ¿Cuánto ha hecho esta compañía por vos y por otros artistas uruguayos, como plataforma de despegue?

—Todo. Es un sello único, no persigue fines de lucro. Lo poco que gana lo reinvierte en artistas nuevos y raros que nadie más graba. Así desde hace 50 años.

—Tu primer disco solista, “El viento en la cara”, es de 1984. ¿Cómo se renueva la energía para sostener una continuidad en el tiempo?

—Hacer canciones y grabarlas es de lo poco que me motiva o entusiasma en la vida, al menos a esta altura.

—¿De dónde se saca la inspiración para seguir escribiendo, más allá del paso del tiempo y el cambio de las circunstancias vitales?

—Es un hábito que tengo desde los 12 ó 13 años. Me resulta difícil dejarlo.

—¿Sentís que te quedan cosas pendientes en tu carrera?

—Sí. Tengo muchas canciones en proceso. Espero poder plasmarlas porque muchas no se parecen en nada a las ya conocidas.