Inspección municipal

Por tercera vez, detectan obras sin habilitación en la casa Cingolani

Edificaciones Privadas paralizó la labor. Los propietarios deberán explicar el proyecto. La casa tiene un siglo de vida y fue declarada patrimonio histórico de la ciudad. En la sesión de hoy del Concejo Municipal se presentaría un pedido de informes.

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Sin permiso. Los inspectores constataron obras que no están permitidas sin la habilitación de una Comisión de Patrimonio.

Foto: Mauricio Garín.

 

Redacción El Litoral

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La Municipalidad de Santa Fe detectó obras irregulares en la centenaria casa Cingolani, ubicada sobre Belgrano 3284 —entre Ituzaingó y Balcarce—, en barrio Candioti Sur, que por su preciosa arquitectura en estilo Art Nouveau es patrimonio histórico de la ciudad.

Los movimientos y trabajos de operarios de la construcción sin el debido permiso municipal fueron constatados por inspectores municipales del área de Edificaciones Privadas, al igual que como había ocurrido en mayo del año pasado. Fuentes municipales informaron que este miércoles ingresó el pedido de autorización para concretar la obra.

A estas dos inspecciones hay que sumarles otra, de diciembre de 2015, cuando la Municipalidad había constatado que la medianera que separaba la casa Cingolani de la contigua ubicada al norte, había sido derribada. También fue resonante, por aquellos días, el caso de una matanza de unos 30 gatos que habitaban el inmueble. Desde entonces, continúan las reformas de la casa lindera a la Cingolani, donde inversores privados (Galindez, Salemi y Macinsky) llevan adelante una obra.

Los inspectores de Edificaciones Privadas de la Municipalidad paralizaron las obras e intimaron a los propietarios a que presenten el proyecto. Cabe destacar que cualquier tipo de intervención edilicia deberá ser primero aprobada por una Comisión de Patrimonio, debido al gran valor arquitectónico del inmueble que este año cumple un siglo de vida.

El valor de una obra

La casa Cingolani tiene tres niveles y fue construida durante cuatro años por Bautista Baroni desde 1914, para el inmigrante italiano Enrico Cingolani y su familia. Así lo atestigua su fachada, que es una de las pocas construcciones de la ciudad que conservan la presencia del Art Nouveau. Todavía se lee en el frente el nombre del constructor y el año de edificación. Por este motivo, entre otros, fue declarada patrimonio histórico.

Según cuenta Juan Enrique Abad Cingolani sobre la historia de Enrico—quien ofreció su testimonio familiar en el documental “Memoria de lo nuevo”, realizado por Teresita Cherry—, fue un inmigrante italiano que llegó a nuestra ciudad a bordo de un barco de carga, a los 14 años, con 40 pesos en un bolsillo y nada más. Sus primeros sustentos los obtuvo vendiendo sus pinturas que retrataban la vieja estación de trenes —donde hoy está la terminal de ómnibus Manuel Belgrano—, dicen que luego compró un vagón cargado de sandías y aumentó su pequeño patrimonio con la venta de los frutos, y con el paso del tiempo se transformó en un próspero comerciante de la ciudad.

Cingolani fue además un innovador y emprendió la construcción de la que fue una de las primeras casas de barrio Candioti Sur. El predio donde se erigió el palacio Cingolani ocupaba entonces —en 1914— toda la manzana y estaba rodeado de árboles. Con sus tres niveles de altura, la casa sobresalía desde lejos del paisaje de las quintas. Un eucaliptus en su patio sobrevivió al avance de la modernidad que pobló con cemento el resto de la manzana y barrió sus higueras de higo blanco y sus parras de distintas uvas.

La casa Cingolani fue la primera de la ciudad construida de hormigón armado con cemento traído de Italia, rejas de hierro francés, vidrios ingleses y pisos de granito veneciano —se cree que pudo haber sido la primera del país— y en las reformas realizadas por Ángel Stamati en 1940 se le agregó un ascensor. Fue “un ejemplo de arquitectura en el que coexisten elementos tecnológicos de avanzada para su época con una actitud de diseño enraizada en la tradición europea”, señalan las integrantes de la Junta Provincial de Estudios Históricos Liliana Montenegro de Arévalo y Ana María Cecchini de Dallo.

Palacio Cingolani, un laberinto

Enrico Cingolani trajo desde Italia a Santa Fe a toda su familia. La que se instaló en la casona de barrio Candioti Sur. Este inmigrante fue además hermano del reconocido pintor Juan Cingolani, restaurador del Vaticano. Cada núcleo de la familia ocupaba un piso y había una habitación destinada a los funerales. Así, la planta baja fue destinada a una gran vinoteca y almacén de ramos generales de los dueños, y los dos pisos superiores fueron ocupados como hogares de las familias de Enrico y su hermano Nazareno. Cuenta la historia —narrada en el documental “Memoria de lo nuevo”— que la disposición de las habitaciones es tan compleja que una vez ingresó un ladrón y terminó perdido en su interior.

Con la muerte de su última ocupante en el año 1993 la casa quedó vacía. Sombras proyectadas por los rayos del sol ingresaban por hendijas y ventanales para proponerle vida. Aunque sigue deshabitada. Y la denuncia de una matanza de gatos ocurrida en 2015 la puso de relieve nuevamente.

La casa Cingolani fue adquirida en un remate por inversionistas privados en el año 1999. Desde entonces hubo algunos intentos de refaccionarla con distintos proyectos de uso. Pero nunca prosperaron. Ahora se ve movimiento de obra. Pero falta su habilitación.