Peisadillas

El Hiper - surrealismo supera la ficción

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Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)

En el país de los sueños eternos, ésos, los sueños que no se cumplen, ésos que están llenos de promesas incumplidas, como cuando éramos chicos y escuchábamos pasos de gigantes que retumbaban en nuestras cabezas y queríamos huir, pero nuestros pasos eran en vano, por más rápido que moviéramos las piernas, siempre quedábamos en el mismo lugar... una pesadilla circular. Lo que se vive en la Argentina y en parte del mundo, se parece a ese sueño, una pesadilla estanca y recurrente, siempre en el mismo lugar, siempre repitiendo lo harto repetido. Y volví a soñar que en mis sueños no soñaba, pero no me atormentaba, porque pensaba que soñaba, pero era en definitiva, ni más ni menos, un sueño que no existía.

Pero mis Peisadillas son un relato del espectáculo circense argento y no puedo evadirme de los vericuetos a lo que nos tienen acostumbrados los animales políticos. Aunque un juez, capo de la Suprema, sacó pechuga y cacareó que la culpa de todo la tienen los comunicadores, adujo que la mala fama de la Justicia es por culpa de los medios de comunicación, y se retiró sin aceptar las preguntas del periodismo... ¿no es eso ser juez y parte del miedo de comunicar?

El supremo cura que tiene la potestad de ser la voz del Supremo también atacó en tiro por elevación a los “murmuradores”, a los chismosos, argumentando que eran terroristas que tiran una bomba y se van.

Mis sueños son anarcos, no anarcoides, no tiramos bombas y admitimos el autobombo, son sueños peisonales y transferibles. La noticia bomba de la semana: se “viralizó” el video de Baby Etchecopar, el angelito que es famoso por hacer y revolear el producto agregado a los pañales, donde es asistido pugilísticamente -recibiendo unas cuantas trompadas en su cara- por su colega de radio Roberto Navarro... el video nos muestra a un desesperado “Baby” intentando agarrar de los pelos a Navarro, mientras estoicamente recibía uno que otro mamporro bien colocado a manos del periodista K.

En la era del video y de las redes sociales, nadie está a salvo, ni siquiera nuestro gatuno presidente, que se olvidó que había decretado tres días de duelo y muy suelto de cuerpo bailó (no con la más fea), feliz y contento junto a su mujer y al ritmo de Tini Stoessel. Es que los sueños son perversos y ellos, como los celulares, se meten en todos lados, vibran, suenan, se viralizan y replican, ¿será el Macriting asistido o se les está escapando la tortuga?

El periodismo virtual está sufriendo una de sus peores enfermedades, que hace mella en el pensamiento crítico del lector o receptor, son las llamadas “Fake News”, las noticias falsas, que como reguero de pólvora se expanden y multiplican con dañina y mortal credulidad. Cada día estamos más expuestos a esa realidad alternativa, imperialismo de mente, la idea como un “host”, como un anfitrión invisible y digno de toda sospecha. Indignante.

El mundo, que es una pelota, también nos patea en contra, todos los chicos, “All Boys”, mostraron su tenacidad en demostrar que el fútbol cada día se animaliza más, con perdón de los animales. De hecho, y cambiando el ángulo de la desinformación, los discursos se vuelven cada vez menos lógicos y más zoo ilógicos. Ella, la que aunque no la veamos, siempre está, en el Foro del pensamiento crítico habló de los animales, autoreferenciándose como la yegua, y sin olvidarse de la naturaleza felina de su contrincante, y siendo consciente de que la sociedad sigue ladrando. Ellos quieren gobernar, están armando un partido para ganar las elecciones, y así la rueda gira, tienen hambre de “revancha”, pero, ¿qué es revancha?, nos acostumbramos a leer y escuchar “te doy la revancha”, “partido revancha bueno”, sin embargo no nos pusimos a pensar la naturaleza de la palabra, mucho menos los periodistas deportivos, en realidad, lo que quiere decir, según la R.A.E., es “desquite o venganza”, queridos colegas, dejemos la venganza, somos un país que cada vez se divide más. Multipliquemos, no restemos.

La crítica al periodismo desde algunos sectores se fundamenta en la falta de veracidad y objetividad. Dejemos el Hiperrealismo virtual, y aboguemos por un realismo virtuoso.