Llegan cartas

El desdén por la cultura

PEDRO GARCÍA

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Desdén es indiferencia o desprecio hacia una persona o cosa. ¿Se puede dar con respecto a la cultura?

Hay lugares que ciertamente hay desdén por la cultura. Ese desdén está en el epicentro de todos los escombros, de todas las ruinas, de todos los fracasos colectivos. El que desdeña aparenta distancia, pero existe hasta un maltrato pegajoso. El desdén produce un vacío que se llena de desdén. Hay una forma pasiva del desdén que es el ignorar. “Pero la ignorancia también puede ser hiperactiva y adquirir la forma agresiva de la hostilidad”, dice en un artículo periodístico Manuel Rivas Barrós.

Un síntoma del desdén por la cultura es el empleo de esa palabra como comodín para todo tipo de significaciones. Por ejemplo, “cultura de la diversión”, “cultura del trabajo”, “cultura de consumo”, etc. De ese modo, cultura acaba por no significar nada, por ser un concepto vacío.

Otro síntoma es la devaluación progresiva de los concursos de “conocimientos” en televisión. Hoy ganan grandes sumas de dinero personas que no saben hacer la “o” con un canuto; nada que ver con los exigentes concursos para personas cultas (algunas sin estudios académicos) de tiempos pasados.

Existe un buen ejemplo: el de Secundino Gallego, bedel de la Universidad de Barcelona, que se hizo famoso cuando concursó en 1970 en el programa “Las diez de últimas”. El concursante podía proponer el tema de las preguntas. Secundino demostró que lo sabía todo sobre los pájaros, incluido distinguir a todos por su canto.