NIDIA KOPPISCH

“La música me hace vivir”

La pianista y compositora santafesina cumplió 65 años consagrados al piano, instrumento que empezó a tocar cuando tenía 4. “Aprendí a leer música antes de leer y escribir el idioma”, cuenta. Una historia de vida en la que coinciden vocación y estudio.

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Nidia Koppisch es pianista, compositora, pedagoga y escritora. Nació en Santa Fe proveniente de ancestros dedicados al arte y a la música. Es egresada del Instituto Superior de Música de la UNL. Aquí, junto a su marido, Omar Fontana.

Foto: Archivo El Litoral / Mauricio Garín

 

Redacción de El Litoral

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La de la profesora Nidia Koppisch es una vida dedicada a la música. Es que tiene 69 años y su primera experiencia con el piano fue a los 4, lo que implica seis décadas y media de estudio de esta rama del arte. Hoy, con la perspectiva que otorga el tiempo transcurrido, piensa que algo tuvo que ver la historia familiar para definir esa predisposición. Es que, por parte de su padre, tuvo una tía abuela que había estudiado con discípulos de Franz Liszt. Su abuelo italiano tocaba flautas pastoriles que él mismo fabricaba. Y su madre, pese a no poseía muchos conocimientos formales, tocaba el piano en la Iglesia.

De hecho, al evocar sus primeros recuerdos vinculados con la música, Nidia se ve a sí misma siendo muy niña, cantando con su mamá y tocando un pianito de juguete en el patio, pidiendo que la lleven a aprender la ejecución del instrumento. “Mi madre pensaba que era prematuro, esperó hasta que cumplí cuatro años y me llevó a aprender a un conservatorio”, recuerda. “Le dijo a la profesora que me llevaba porque no me podía tener más en mi casa, por cómo yo pedía tocar el piano, pero que le dijera si veía que yo no estaba preparada. Me dejó una hora y cuando me buscó estaba muy contenta. La profesora me dijo que siga. Mi primer examen lo rendí en 1954. Aprendí a leer música antes de leer y escribir el idioma”, agregó Nidia.

Para la compositora, pedagoga y escritora, el estímulo que obtuvo por parte de su familia fue clave para su evolución. “Mi madre me estimuló comprándome el pianito, porque ella en realidad había querido ser pianista y su familia no lo permitió”, cuenta. Aparte de eso, fue su padre el que tomó las directivas de su carrera musical y logró que Nidia ingrese a la universidad aún niña, por expresa gestión del maestro Juan Pedro Franze. Luego, otra de las llaves para forjar una carrera excepcional fue la dedicación: “Durante todo el año estudiaba de noche. Y después en las vacaciones, en días de mucho calor, a los 12 ó 13 años, estudiaba el piano hasta diez horas por día”.

Trayectoria

La historia de vida de la profesora Koppisch demuestra el empeño en cada camino emprendido. Obtuvo los títulos de Profesora Nacional de Piano y el Superior Nacional de Piano, completó la carrera Superior de Composición e incursionó en la de Canto y se perfeccionó en Análisis Musical Contemporáneo con el maestro Enrique Belloc en el Conservatorio Juan José Castro de La Lucila de Buenos Aires con beca del Fondo Nacional de las Artes.

Estudió con la profesora Amalia Martha Pérez por varios años y se perfeccionó con los maestros Luis La Vía y Galia Schalman. Recibió clases de los maestros Pía Sebastiani y Roberto Castro. Asistió a cursos con maestros argentinos y extranjeros como Vincenzo Vitale, Lory Walfish, Rosalyn Turek, Antonio de Raco, Alberto Lisy. Sus maestros de composición fueron Emilio Dublanc y Mariano Etkin.

También recibió becas, premios y distinciones en diversas especialidades y asociaciones. Por ejemplo, en dos oportunidades la beca del Servicio alemán de intercambio académico para investigación pianística (Daad), que le permitió visitar las principales universidades de ese país. De hecho, dictó clases magistrales en Mannheim y Friburgo para pianistas, estudiantes y profesores de toda Alemania y talentos del mundo.

Fue pianista en Buenos Aires en los cursos del famoso tenor alemán Ernst Haefliger y en los ochenta se desempeñó como maestra preparadora de cantantes efectuando presentaciones con cantantes. Actuó en los principales centros musicales del país y fue dirigida por destacados maestros ejecutando el Concierto Nº 2 de Brahms, La Totentanz y Concierto Nº 1 de Liszt.

En el Instituto Superior de Música de la Fhuc, UNL estuvo a cargo de la cátedra de ópera. Fue coordinadora del Departamento de Piano y del Vocal Instrumental y por 49 años se desempeñó como correpetidora en esa institución. Fue por 35 años profesora de piano en el Liceo Municipal Antonio Fuentes del Arco y trabajó en universidades entrerrianas.

Referente

Nidia Koppisch también se dedicó largamente a la formación de alumnos en distintas partes del país y el mundo. Actualmente, se dedica al trabajo con pianistas pertenecientes a diversas ciudades y provincias. Formó a su vez un dúo con su esposo, el tenor Omar Fontana, junto a quien abordó un amplio repertorio con estrenos entre otros de obras del maestro Carlos Guastavino.

Incursionó también en la poesía y logró concretar publicaciones en antologías de España y Argentina. De hecho, sus últimas obras musicales están basadas en textos propios. Desde 2015, trabaja para el Centro de Estudios pianísticos con sede en Barcelona, España (CEP), entidad a la que representa en Argentina y que se traduce en cursos, conferencias y concursos.

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La pianista, primera a la izquierda, durante su primer examen, en 1954. Nació el 7 de junio de 1949 y empezó a estudiar piano a los 4 años de edad.

Foto: Gentileza Nidia Koppisch

Predilectas

Consultada sobre sus obras predilectas, la profesora y pianista señala el concierto para piano Nº 2 en si bemol mayor, Op. 83 de Brahms. “Es una obra muy poco interpretada en Argentina y es una de las máximas obras de la literatura pianística”, asegura. Otra es la pieza compuesta por Robert Schumann conocida como “Variaciones Abegg”. “Es una obra que toqué varias veces y muchos consideran difícil. Mis abuelos eran de Plauen, una ciudad alemana cercana a Zwickau, ciudad natal de Schumann. Son los misterios que hay en la vida”, dice Nidia.

Su obra por el mundo

La labor de Nidia Koppisch como compositora es muy valorada, no sólo en el país sino también en el exterior. Su repertorio para distintas formaciones fue ejecutado en distintas salas de Argentina y en ámbitos como el Palacio de Bellas Artes de México y el Museo Cervantino de Guanajato. Su obra “Argentinata” dedicada a su hijo Uriel Fontana fue ejecutada en distintas ocasiones a dúo con violoncello y piano y en su versión con orquesta.