Alerta en la city

Nueva “bicicleta financiera” pone en peligro la estabilidad del dólar

Los analistas destacan que los plazos fijos se expandieron a gran ritmo desde octubre, atraído por las altas tasas. Pero el Central tiene miedo que más cerca de las elecciones sean un dolor de cabeza.

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Redacción de El Litoral

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El Banco Central compró USD 394 millones en lo que va de enero. Y sin embargo, la cotización mayorista terminó el viernes a $37,03, casi 2% debajo del piso de la denominada “zona de no intervención”. Fue la brecha más grande desde que comenzó a implementarse este esquema desde octubre pasado por sugerencia del FMI.

El presidente de la entidad, Guido Sandleris, reconoció que por el momento no están pensando en aumentar la compra de dólares, considerando el límite de U$S 50 millones diarios autoimpuesto para enero. Sin embargo, bancos internacionales como Morgan Stanley comenzaron a especular que esa intervención podría acelerarse en breve si el tipo de cambio sigue cayendo.

Para el Central, la decisión que tiene por delante no es sencilla: si se lo deja caer demasiado el peligro es el regreso del atraso cambiario y la pérdida de competitividad, teniendo en cuenta que la inflación “crucero” será del 2,5% mensual por lo menos hasta abril. Si en cambio compra todo lo que hace falta para que la cotización supere el piso de la banda cambiaria se estarían emitiendo demasiados pesos, con el peligro inflacionario que esto conlleva.

Los expertos consultados coinciden en señalar que no hay una fórmula matemática que determine qué es lo más conveniente o cuál es el punto óptimo de intervención. Consciente de esto, Guido Sandleris optó por la cautela a la hora de salir a comprar dólares. Una compra demasiado agresiva implicaría una fuerte expansión de pesos y acelerar el proceso de baja de tasas. Algo que considera poco conveniente a esta altura

El programa monetario de “emisión cero” tenía como válvula de escape la emisión de pesos en caso que el dólar perforar el piso de la banda. Y eso es lo que empezó a suceder este mes. Como consecuencia también retomaron la tendencia a la baja las tasas de interés. Para las Leliq pasaron del 59% al 56,5%. Para muchos, ese descenso todavía es demasiado lento.

La baja del dólar está asociada también con otros fenómenos que se suman al “veranito financiero” que atraviesa la Argentina: se complementa con suba de acciones y de bonos, con la consiguiente caída del riesgo país, que pasó de la zona de 830 puntos hasta los 660 en apenas tres semanas.

El arranque del año fue inmejorable para la Argentina, pero impulsado por una mejora del clima inversor en todo el mundo. Wall Street no para de subir en enero y volvieron los flujos de capitales a países emergentes. Argentina esta vez sí lo aprovecha.

Cuestiones politicas

Se suma otro factor político a esta bonanza financiera: la percepción entre los inversores extranjeros es que Mauricio Macri logrará la reelección. O como mínimo que Cristina Kirchner no tiene reales chances de volver al Gobierno. Cuanto mayor sea la estabilidad del dólar, más aumenta esta visión de los administradores de portafolio, la mayoría de ellos con sede en Nueva York.

Buena parte del “veranito financiero” local se explica por el contexto internacional, con un fuerte retorno de capitales a países emergentes. Países con la misma calificación de Argentina (B-) tuvieron idéntica baja del riesgo país.

Leliq: ¿Otra bomba?

El nuevo “esquema” aplicado por el Banco Central a partir de la gestión de Guido Sandleris, en octubre de 2018, y que está basado en emisión monetaria cero, bandas cambiarias, una tasa de interés altísima y el soterramiento de las “metas de inflación” que guiaron los esfuerzos de la autoridad financiera desde la asunción de Cambiemos, corría el riesgo de generar una nueva “bomba de tiempo” además de llevar a la industria al límite de la sofocación.

Además, se adoptó la utilización de las Letras de Liquidez (Leliq) como instrumento financiero para tentar inversores que estaban “corriendo” al dólar y contener la inflación, como reemplazo de las Letras del Banco Central (Lebac), componentes de la anterior “pelota” financiera que se gestó con Federico Sturzenegger para salir del cepo cambiario desde inicios de 2016.

Un informe publicado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda (Undav), reveló que, en menos de cuatro meses, la deuda por Leliqs a 7 días creció un 98%, posicionándose en el orden de los $850.000 millones. Es decir que se abrió una nueva temporada de carry trade (bicicleta financiera) incesante.

Especulaciones

La pregunta que surge, inevitable, es hasta qué punto es sostenible esta tranquilidad cambiaria. En el corto plazo no parece haber grandes sobresaltos por delante.

Desde Bull Market Brokers, por ejemplo, advirtieron que en febrero habrá una disminución en el ingreso de dólares porque queda ya muy poco para liquidar de la cosecha récord de trigo y aún no ingresan las divisas de la soja. Por lo tanto, al mermar la oferta podría producirse una mayor presión al alza.

Sin embargo, hay otro factor que inquieta al Gobierno a medida que se acerquen las elecciones presidenciales y aumente el grado de incertidumbre. Es un fenómeno típico no sólo en la Argentina. El dólar en Brasil subió más de 20% en la previa electoral: la cotización del dólar llegó a 4,20 reales y ahora se acomodó en niveles de 3,70 reales.

Los plazos fijos reemplazan la inversión en Lebac del año pasando, aprovechando como entonces el dólar planchado y tasas aún más altas en términos reales. Un eventual desarme podría impulsar al dólar cuando se acerquen las elecciones