Llegan Cartas

Educación es igual a “Valores”

MIGUEL ÁNGEL REGUERA

DNI 16.831.396 / [email protected]

Ante la inminencia de un nuevo ciclo lectivo, como docente mi memoria se mezcla con la ansiedad. En el tejido de recuerdos, revivo la alegría que sentía como niño, al abrir la caja de cartón que llegaba embalada desde la casa de los tíos, portando los más preciados tesoros. Aquel fuerte con soldaditos que mi primo ya no usaría, un saquito con botones dorados, junto a algún par de zapatos y más que nada libros escolares y de cuentos, revistas, lápices, pinturitas, témperas y pinceles, que mis parientes iban dejando atrás junto con su infancia. Era una escena repetida en todas las familias de clase media.

Junto con las responsabilidades, los hermanos mayores solíamos legar a los más chicos el manual de cuarto grado, el libro de lectura de tercero, el pantalón con pitucones y esa cartera marrón con dos bolsillos con hebillas, que en su interior podía esconder el vasito plegable y algunas miguitas de la democrática “manón”. La industria editorial y la ambición de los mercaderes, se encargaron de ir destruyendo algunas solidaridades.

Los libros, que empezaron a tener más dibujitos que letras, se hicieron con tareas para completar en el mismo, y las páginas (tan unidas ellas en su prehistoria) se arrancaron para poder entregar los deberes en forma. Nuevas ediciones, más capítulos, y contenidos modernos, trajeron los últimos desarrollos en educación y con ello se cortaron lazos y tradiciones. “Cada hermano con su librito”, “Lo usado carece de valor”, “¿Por qué no me compran la cartuchera de cuatro pisos?”, son algunas consignas con las que se están educando nuevas generaciones.

Soy docente y hoy no escribo sobre salarios, sino sobre valores y educación. Valores que todavía subsisten agónicamente en los miembros de las Cooperadoras que sostienen a escuelas, hospitales y bomberos voluntarios. Valores que defienden los que hacen compras comunitarias. Valores que podemos recuperar con memoria y decisión, frente a los mercaderes de lo suntuario, de lo individual y de la desigualdad que daña la formación ética de nuestra sociedad.

Al intendente José Corral

OSCAR MARTÍN Y DEMÁS VECINOS DE Bº EL POZO

Por medio de este espacio y en nombre de una multitud de vecinos, manifiesto lo siguiente: la Línea 2 es lisa y llanamente un desastre. Esperar desde 45 minutos a 1 hora que arribe un coche, en cualquier hora y día, es inaudito, incomprensible, injusto, caótico...

Desde la época del intendente Barletta, la potestad de intervenir en el servicio del transporte urbano de pasajeros en la ciudad de Santa Fe le corresponde únicamente al intendente. Ni el Concejo Deliberante tiene posibilidad de intervenir en el tema.

Sabemos que desde barrio El Pozo, sus instituciones, han ingresado notas y más notas desde hace años, pidiendo una solución a los graves problemas que se viven con la empresa que tiene la concesión: frecuencias de una hora entre coche y coche, en las horas pico, a cualquier hora... Coches que se rompen permanentemente. Asientos rotos... La poca cantidad de unidades que tienen en circulación para tan extenso recorrido y para trasladar pasajeros de diversos barrios de la costa, de la Ciudad Universitaria -que dicho sea de paso están sumando más instalaciones y dentro de un tiempo habrá más alumnos-, barrio Candioti, etc., etc.

Le preguntamos al intendente: ¿por qué razón debemos sufrir tanto?, ¿por qué una madre con su hijo en brazos, una abuela que debe ir al médico, los chicos a la escuela, o cualquier trabajador deben esperar media hora, 45 minutos, ó 1 hora la Línea 2? Y encima, muchas veces los coches llegan cargados y no paran, porque no hay capacidad para más personas. Otro tanto es cuando los coches de esta línea siguen derecho por la ruta, no entran al barrio El Pozo, porque ya van desbordantes de gente... Lo hemos constatado los usuarios...

Una gran mayoría de vecinos no dispone de ningún otro medio de movilidad y la Línea 2 es la única que nos lleva a la zona centro-sur.

La gente no está cansada: está muy fastidiada por tanta injusticia.