Mirada desde el sur

El m2 de isla

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Rosario. Los rascacielos en la costa “entubaron” los vientos. Las islas, que estaban allí, se fueron modificando.

Foto: Archivo El Litoral

Raúl Emilio Acosta

Entre las cuestiones que hacen a una ciudad, a una región, está el valor del m2 de tierra. Es Mark Twain (1835-1910, es el pseudónimo con el que se conocía al popular escritor, orador y humorista estadounidense Samuel Langhorne Clemens) quien advierte: “compren tierra, no se fabrica más”.

Digresión imprescindible a mi alma. Huckleberry Finn, más que Tom Sawyer, define un espíritu y una sociedad. Agrego, el seudónimo significa “marca dos”, que es la que permitía, dos varas de fondo, que las barcazas circulasen y no encallasen en ese río suyo, el Misisipi, un infatigable río de llanura y, a su modo: el Río Paraná.

Boleto de compraventa

En la Región Rosario desde la década del ‘90 y con más explosión desde el 2003 en adelante, se han multiplicado las construcciones contra el río, redescubierto después de 1994. El costo del m2 es alto. Baste decir que se han comprado, en pozo (se dice así cuando comienza a pagarse el departamento apenas excavan el terreno para fijar los cimientos) pisos a 1,2 millones de dólares y aún hoy, crisis o no crisis, nada cuesta, por esos pagos, menos de 250 mil dólares; por los departamentos medianos. Se sabe de un personero de algunos ministros de la pasada época que compró dos para sus familiares a ese precio, más de un millón de dólares cada uno. Las investigaciones son lentas, las construcciones no.

El dato adicional es que los pases de titularidad se hacen con boleto compra venta en muchos casos y de ninguna manera una escritura, que dejaría “dígito pulgar derecho”, huellas digitales mediante, a los titulares a punto caramelo para contarle a las oficinas de rentas de cómo, dónde, cuándo y de qué forma llegaron esos dineros a esas faltriqueras.

Cuando la anterior gobernante, en un memorable viaje a Rosario, dijo que su llegada en helicóptero le permitió ver los rascacielos costeros y que la zona era rica, no olvidaba -esa mujer no olvida nada, simplemente omite-, que muchos de los suyos eran, de modo directo o por personeros, dueños de algunas de esas propiedades.

Valor y precio

Hoy el m2 de propiedad, el metro construido, no desciende de los 3 o 4 mil dólares, según el total de metros cubiertos y la zona.

Hay, debe destacarse, lo que se denomina “campo flor” en tierras cercanas a Rosario, pero definitivamente agrícolas, donde la Ha no desciende de los 30.000 dólares y no la venden.

Se sabe de un terreno, un campo lindero a lo que ahora es una importante terminal portuaria privada, donde la oferta de compra superaría los 60.000 dólares la Ha.

Es difícil explicar la relación entre el costo de viviendas y el costo de campos que, si se vendiesen, de ningún modo rendirían, en una década, para pagar su costo. Tal vez ni en 20 años y ya se sabe: 20 años no es nada.

De qué manera explicar esto sin el psicoanálisis y con las simples leyes de mercado (simples es una broma de escritura) no resulta fácil, al menos para este periodista. Pero todo puede complicarse.

Los 32 pies de distancia

Los que llegan a estos pagos y creen que El Tajo, el Guadalquivir o el Pó son ríos, quedan deslumbrados. Es difícil medir el Paraná y, como dijese Saer del Río de la Plata (“Un río sin orillas”) somos en estos pagos paisanos de dos orillas lejanas. Dos orillas que no se alcanzan fácilmente. Antes del Puente Rosario / Victoria era una cruzada en lanchones en cinco horas o el viaje por Santa Fe y /o Zárate Brazo Largo. Ahora parece todo más sencillo.

Crecido en Santa Fe, Coronda, Barrancas y Rosario las islas son el paisaje más cercano y la cultura isleña una cuestión comprensible.

Los 32 pies, para que los barcos de importante calado carguen en las terminales internacionales (ya hay una de los chinos) cambió el paisaje isleño. Y esos rascacielos en la costa “entubaron” los vientos. Las islas, que estaban allí (“fue un bajo, después laguna, con el tiempo se hizo isla...” canta Chacho Muller) se fueron modificando. Aluvionales, con el lodo del fondo se han ido “corriendo” y del lado de allá del canal, jurusdicción entrerriana, con poquísima y nada de vigilancia y cero de mantenimiento, todos los que tienen espíritu isleño han hecho una casa, un ranchito, un “parador”.

Hace pocos días, en este 2019 murió “Taco” uno de los más antiguos. Por mi parte tanto en Barrancas con mis tíos, como en Coronda con mis primos, cruzábamos, con ese tremendo botecito con el motor que tosía a pescar y pasar el día llevando el agua, la sal, el cuchillo, la sartén, los fósforos y el limón para “los amarillos” que íbamos a sacar.

Mi tío Carlos vendía cada dos años una isla en Barrancas y en el invierno se la devolvían, perdiendo la seña... no era para todos la vida en las islas, ni cruzar el ganado con lanchones cuando llega la crecida.

Tagle Lara es el autor de un texto tanguero que dice “de una manotada borró el asfaltado la vieja barriada que me vió nacer”. Se quejaba de El Puente Alsina, que unía dos trozos de una ciudad: Buenos Aires.

Facebook con una simple lectura trajo una manotada que borró el ayer. Vendo casa en la isla, 120.000 dólares. Adjunto fotos...

Las islas son aluvionales. Eran aluvionales. Esa cifra, 120.000 dólares la traduzco a pesos y son 120 meses a 40 mil pesos por mes para el almacenero. En la isla... en la isla no había ni almacén.

Definitivamente pertenezco a otra civilización. Pregunté. Eso cuestan. Eso valen. Si tienen ese precio es que alguien la construyó y alguien la va a comprar. Leyes de mercado.

Creo que esta noche voy a soñar con mis tíos, que cruzaban los animales. Allá, en las islas frente a Barrancas, bajando por Puerto Aragón. Ni idea tendrían del m2 de isla. Yo tampoco. Los entrerrianos menos que menos.

Mi tío Carlos vendía cada dos años una isla en Barrancas y en el invierno se la devolvían, perdiendo la seña... no era para todos la vida en las islas, ni cruzar el ganado con lanchones cuando llega la crecida.

Somos en estos pagos paisanos de dos orillas lejanas. Dos orillas que no se alcanzan fácilmente. Antes del Puente Rosario / Victoria era una cruzada en lanchones en cinco horas o el viaje por Santa Fe y /o Zárate Brazo Largo. Ahora parece todo más sencillo.