Cambios en el Museo Ameghino

De las vitrinas abarrotadas al patrimonio que cuenta historias

Dentro de un proyecto más amplio de renovación institucional, se remodeló la sala central para mejorar su uso durante los recorridos del visitante. Allí se montó una nueva propuesta que trata la crisis de biodiversidad y su impacto en nuestra zona. Como sintetizó el coordinador de la institución, Andrés Pautasso, la idea es generar un entorno más permeable, con un patrimonio mucho más accesible.

18_A_DSC_8749.jpg

El coordinador del museo, Andrés Pautasso y la subsecretaria provincial de Espacios Culturales, Huaira Basaber, dieron detalles de la profunda reconversión del organismo. Fotos: Flavio Raina

 

Juan Ignacio Novak

[email protected]

Desde hace un lustro, el Museo Provincial de Ciencias Naturales “Dr. Florentino Ameghino” inició un proceso de renovación para modificar su formato edilicio interior y el modo de relacionamiento entre el público y el patrimonio. Uno de los mojones más importantes de ese recorrido se alcanzará el jueves 4 de abril, cuando se inaugurará la remodelación de la sala principal y el montaje de una nueva propuesta museológica titulada “Crónicas de descubrimientos y extinciones”, que aborda la crisis de biodiversidad y sus consecuencias en la zona de influencias de los ríos Salado y Paraná, a partir de datos que el personal de la institución rastreó en obras de naturalistas de varias épocas, desde el siglo XVIII cuando los cronistas eran los jesuitas, hasta la actualidad.

La renovación de la sala central forma parte de un proyecto más ambicioso trazado por las autoridades del museo, ubicado en 1º Junta 2859, en sintonía con el Ministerio de Innovación y Cultura. El nuevo planteo se sustenta en que el espacio pueda ser mejor aprovechado por los visitantes. Para eso se ampliaron los canales de circulación entre las diferentes áreas, se diseñó un segundo acceso a las salas expositivas de la planta baja, se restauraron las vitrinas y se instaló iluminación para jerarquizar la muestra. Un dato pone de manifiesto la nueva óptica: antes el museo contaba con un 40% de su superficie para uso público. Ahora, se utilizará 70% de la superficie total para ese fin.

En términos generales la renovada propuesta incluye reservas patrimoniales visitables, una sala de lectura, un espacio de recreación, realización de talleres, charlas, encuentros y la mencionada remodelación de la sala central, que contendrá la nueva propuesta museológica, que aborda la “crisis de biodiversidad”. Para dar una idea de la magnitud, la muestra se sostiene en un recorrido que abarca tres siglos de registros incorporados por naturalistas en la región.

“A partir del replanteo que hicimos, empezamos a pensar en un museo que no tenga a la pieza de museo como lo central, sino al visitante. Eso no quiere decir que uno se olvide de las piezas o el cuidado patrimonial. Así llegamos a la muestra ‘Crónicas de descubrimientos y extinciones’, con la idea de superar al museo cerrado y cargado de piezas, que no cuenta mucho y abruma, para convertirlo en algo más abierto para el visitante, que cuente una historia, hable del territorio y sobre todo de algo que nos afecta como es la crisis ambiental y las acciones que desarrolla un museo de Ciencias Naturales frente a esa crisis”, señaló Andrés Pautasso, coordinador del Museo. “En base a los relatos de los naturalistas, fuimos armando un recorrido que arranca con los misioneros jesuitas como Paucke y la alfarería de los pueblos originarios hasta los investigadores de hoy en día. El recorrido expone como una naturaleza que era exuberante entró en crisis”.

Para el que conoció al Ameghino con su anterior disposición, el cambio de criterio es evidente. Ya no están más esos pasillos poco iluminados con vitrinas atestadas, sino que ahora la geografía interna se compone de módulos bien delimitados, accesibles, con diversos dispositivos y la disposición del patrimonio pasó de la mera acumulación a contar una historia. De hecho para esta nueva muestra se disminuyó en un 50% la cantidad de piezas expuestas, priorizando calidad a cantidad y dando prevalencia a los animales autóctonos. “Antes podías encontrar un canguro o un ornitorrinco. Ahora no entran en el relato, quedaron en depósitos o reservas visitables con piezas descontextualizadas”, apuntó Pautasso.

Controversias

La muestra que se desplegará en la remodelada sala se divide en tres núcleos que dan cuenta de bloques de tiempo específicos en los cuales los naturalistas registraron de un modo determinado las características naturales de la zona. “La idea es que cada pieza cuente una historia que exceda la clasificación de que es tal o cual animal”, señaló Pautasso. El eje que une los tres módulos es el yaguareté, que ocupa un lugar fundamental en la nueva muestra, tiene gran importancia en la historia natural de la región. Y es, a la vez, un ícono de la extinción, un animal que perdió más del 90% de su distribución en Argentina. “En Santa Fe era muy abundante y está desaparecido, por eso lo incorporamos en esta nueva muestra”, explicó el coordinador del Museo.

La muestra arranca con diversas referencias a los contenidos que elaboraron los jesuitas y luego continúa con lo que ocurrió en los siglos venideros, donde el mero registro de la naturaleza dio pie a la recolección de piezas a través de la cacería, una modalidad que desde hace tiempo pasó a ser controversial. Por eso la escopeta que estuvo durante varias décadas activa en el museo ocupa un espacio central en la muestra.

“Es el arma con la cual se obtuvieron muchas de las piezas que están expuestas y en el depósito. Entonces abrimos el debate para ver cómo se puede repensar hoy en día, en tiempos de crisis ambiental, un museo cuyo patrimonio está integrado por seres vivos, que dejan de estarlo para entrar a la exhibición. Es un debate abierto para los científicos. Nosotros en lo particular no, pero la ciencia sigue coleccionando piezas para investigación, lo que quiere decir es que hay una serie de individuos que mueren para conformar colecciones biológicas. Lo que está en debate es hasta qué punto, cómo y con qué límites esta metodología es aceptable y cuándo es discutible”, apuntó Pautasso.

18_B_DSC_8736.JPG

Otra dinámica, diferente a la de acumulación que prevalecía en décadas anteriores, fue la que guió la nueva disposición del patrimonio.

La idea de exponer la escopeta es trasladar ese debate al público. “El museo se está replanteando sus políticas de adquisición de piezas. Como el visitante es dueño tanto de este museo como de los recursos naturales que están afuera, que son públicos, la idea es empoderarlo para que participe y defina también esas políticas con nosotros”. Para eso se planteó un dispositivo específico en una mesa con extraíbles que remiten a casos concretos (como el de un biólogo que encontró el último ejemplar de una especie en extinción y lo mató para integrarlo a una colección) que habilitan la discusión. De hecho, como parte de la nueva muestra, hay un video que recoge testimonios visuales recogidos en Súper 8 por el investigador Martín de la Peña. “Cómo el no estaba de acuerdo con matar animales para recolectar piezas museísticas, buscó esta alternativa”, recordó Pautasso.

Advertencia

El recorrido finaliza con un espacio donde los recursos expositivos ponen en números e infografías la crisis ambiental que atraviesa el mundo y en particular nuestra región. En este punto, se incluyó una ventana al viejo depósito del museo, para marcar la paradoja de un futuro potencial, un escenario posible, donde haya que ir a ver biodiversidad a un museo. Lo cual constituye una advertencia al público para que aporte su granito de arena para frenar este proceso.

Lo interesante que tiene la muestra es que fue un proceso de investigación, que incluyó charlas con naturalista de toda la región. “No sólo se perdieron 40 especies de vertebrados, que se extinguieron en todo este tiempo. Hay unas 250 especies que están declinando. Algunas que estamos a punto de perder, como el venado de las pampas en los Bajos Submeridionales, el tapir de la Cuña Boscosa, el ciervo de los pantanos del norte de Santa Fe. Y otras comunes que también están bajando el número” apuntó el coordinador del Museo.

Pero la idea es que la exhibición incluya a su vez un paso a la acción por parte de los visitantes. Para eso, el museo creó un dispositivo donde los visitantes podrán dejar sus denuncias sobre los problemas ambientales del lugar de donde provienen. “La intención es juntarlas y empezar a armar como un mapa de problemas ambientales para proveer a las autoridades herramientas necesarias para gestionar los recursos naturales. Entonces el museo deja de ser un lugar de exposición y entra con algo más propositivo, que incluye denuncia y acción”, cerró Pautasso.

18_C_DSC_8744.JPG

El yaguareté ocupa un lugar central en la nueva muestra, no sólo por su gran importancia para la historia natural de la región sino porque es al mismo tiempo un ícono de la extinción.

Diálogo y encuentro

La subsecretaria provincial de Espacios Culturales, Huaira Basaber, explicó como se inscribe la renovada propuesta del Ameghino dentro de la política prevista para los museos, que se basa en “entrar en diálogo” con los visitantes, a través de dispositivos que les permitan poder entender la historia y el pensamiento actual sobre cada uno de los contextos. En otros términos, que el ciudadano sea el protagonista. “Para nosotros es fundamental un servicio cultural donde la mayor cantidad de gente pueda dialogar con las propuestas culturales. No queremos ser solo espacios de entretenimiento”, remarcó.

Otro de los puntos en los que puso hincapié es en convertir cada vez más a estos ámbitos en puntos de encuentro con propuestas que sirvan para estar en convivencia con otras personas. “La idea es que las actividades que se propongan no tiendan al individualismo, sino a pensar en grupo. A ver como cada uno de nosotros podemos entendernos en la diferencia”, consideró.

Respecto al formato que asumió el museo de Ciencias Naturales, destacó que “cada tiempo precisa otras formas de poner en escena los temas para poder actualizar el diálogo. Si nos quedamos con el sistema de conservación, exposición y muestras de otros momentos, nos perdemos de poder dialogar con jóvenes, niños y adultos que buscan otra forma de encontrarse con los espacios”, describió.

Además, adelantó que en el Ameghino se tomó la decisión de que este año sea posible acceder a las residencias culturales, con jóvenes de 18 a 26 años. “La idea es que no sea una visita guiada convencional, sino un espacio donde el visitante traiga un saber potencial para la práctica educativa. Entonces, se convierte en contenido lo que cada visitante pueda expresar”, señaló.

18_D_DSC_8725.JPG

La escopeta, hoy inactiva, que por muchas décadas usó el museo para conseguir sus piezas patrimoniales, se integró a la exhibición para abrir el debate y repensar el rol de los museos en un contexto de crisis ambiental.

Bicicleta

Los primeros pasos del Ameghino fueron como museo escolar, es decir para proveer a los docentes de piezas para dar clases. Recién entre los años ‘40 y ‘50 pasó a ser un museo de Historia Natural. En aquellos inicios, el cadete en bicicleta cumplía un rol fundamental: llevar las piezas a cada escuela que las demandaba. “Por eso estará la bicicleta, colgada en el hall, para llevar al visitante a la época en la cual este era uno de los personajes fundamentales del museo”, señaló Andrés Pautasso, coordinador del Museo.

Darwin

Hay muchas historias mezcladas en la muestra, como el paso de Darwin por Santa Fe. El naturalista inglés pasó brevemente por la ciudad en 1833, en su viaje de cinco años en el buque Beagle.

Artistas

El ilustrador Sebastián Kaminsky y el realizador audiovisual Iván Oleksak dejaron su impronta en el replanteo del museo.