“Manu” y “Many”

La historia de amor de una leyenda

Cómo se conocieron Emanuel Ginóbili y Marianela Oroño. La bonaerense es pilar en la vida del ahora ex jugador bahiense.

La historia de amor de una leyenda

Sociedad perfecta. Emanuel Ginóbili y Marianela Oroño.

Foto: Gentileza Diario La Nación

 

Redacción de El Litoral

canchallena.com

Ella, impecable siempre; atenta a todo, le dice a Manu que firme un autógrafo que su compañero no advirtió que le estaban pidiendo. Cuidadosa de los detalles, saluda a todos los que se le acercan. Marianela Oroño, es la razón de todo.

Es la que quedó en el centro de la escena cuando él le dedicó palabras muy tiernas ante 18.000 personas y en la ceremonia en la que su camiseta fue retirada por los Spurs, en la fiesta en la que el planeta estaba pendiente del homenaje al deportista argentino más importante de la historia.

“Gracias por tu amor incondicional, por aguantar mis obsesiones y por hacerme quien soy. Perdón por todo el tiempo que te robé, pero creo que tengo 40 o 50 años por delante para retribuírtelo”, fue la frase que impactó de Ginóbili hacia su compañera de ruta en toda su carrera.

Esta historia entre ambos comenzó allá en San Nicolás, en Buenos Aires, casi de casualidad o no tanto. Y para comprender mejor cómo nació el amor entre ellos hay que remontarse a cómo Luis, “el Ñato”, el legendario jugador de la Liga Nacional y la selección argentina, conoció a Analía Ricardini, en La Emilia, un pueblo a 70 kilómetros de San Nicolás.

Ellos son los padres de Marianela y el trabajo de su padre es lo que, en definitiva, acercó a Many al universo del básquetbol. Luis jugó un tiempo en La Emilia y en 1990, Sport Club se convirtió en su nuevo club. Marianela acompañó a su padre por todos lados.

Los que mejor la conocen aseguran que ella siempre tuvo un perfil bajo. Pero los íntimos dicen que “Marianela es muy divertida”. Es muy extrovertida también y cuentan que de pequeña en cada reunión familiar tomaba el control y con un micrófono improvisado presentaba a los participantes como si se tratase de un acontecimiento de alta costura. También algunos recuerdan que era una estudiante muy capaz. Terminó la escuela primaria en la EGB Nº18 y cursó el secundario en la Escuela Media Nº 8.

Pero en septiembre de 1997 algo iba a cambiar para ella. Marianela tenía 16 años y sus paseos incluían visitas a la casa de una familia de amigos de sus padres: los Hernández. Sergio era el entrenador de Regatas, en San Nicolás, que está a unos 10 kilómetros de La Emilia. Es por eso que él y con su esposa Elizabeth, o Lichi, como la conocen sus amigos, tenían a Many todas las tardes en su casa y hasta les daba una mano con los mellizos de la pareja, Lautaro e Imanol.

La historia de amor de una leyenda

En famila. Los Ginóbili en un momento del acto realizado en San Antonio, cuande se retiró la camiseta número 20 de los Spurs.

Foto: Gentileza Diario La Nación

Lichi, la “Celestina”.

Así fue que Lichi, la esposa de “Oveja” Hernández, que también es de Bahía Blanca, conocían muy bien a unos chicos que eran importantes dentro del mundo del básquetbol: los Ginóbili. Y Elizabeth estaba segura Emanuel, podía ser “perfecto” para Many. Por eso, cuando supo que Estudiantes, de Bahía Blanca, donde jugaba Manu, iba a San Nicolás a jugar contra Regatas, puso en marcha su plan.

La llamó a Marianela y le dijo que debía arreglarse bien. “Manu te va a gustar”, le dijo Lichi, que preparó todo en el departamento ubicado en Guardias Nacionales y la bajada Belgrano, en San Nicolás. Allí estaba Marianela, tomando mate con Elizabeth y Mara, la esposa de Ariel Amarillo, asistente de Sergio en Regatas.

En los archivos aparecen recuerdos de Hernández del día que se conocieron Manu y Many: “El día que hicimos de celestinos con mi señora, él nos ganó el partido con un tiro de tres puntos. Nos había hecho un desastre. Hacía un rato había estado en mi casa tomando mate y con Many...”.

Lichi no se detuvo y armó un segundo encuentro: una cena. Resultó ser un momento importante para ellos, hasta quienes conocen a Manu aseguran que él estaba algo nervioso por la cita. Es más, si bien hay muchas versiones que dicen que fue aquella la primera vez que Manu la vio a Marianela, otros aseguran que a Emanuel ya le gustaba Many, porque la había visto en alguna otra cancha.

Incluso, hay varias anécdotas, como la que dice que Marianela estaba en la casa de los Amarillo, asistente de Hernández, y Manu pasó a buscarla en un Fiat 147. “El auto era de color blanco y él entraba con lo justo, porque si bien era flaquito, ya tenía una buena altura. Yo estaba justo sacando la basura a la vereda cuando él llegó y me preguntó si Marianela estaba en casa”, recordó Ariel Amarillo en una entrevista del diario El Norte, de San Nicolás.

Desde entonces todo fue muy vertiginoso. Marianela vivía en J.J. Pastor 60, en La Emilia, en la casa de su abuela, junto con Analía, su mamá. “todas las noches, cerca de las 22, sonaba el teléfono y del otro lado estaba Manu para charlar con ella, la chica que lo había conquistado en San Nicolás. Al tiempo, el bahiense le propuso que lo acompañase a Europa, porque había sido transferido Reggio Calabria, pero ella todavía no había terminado el secundario.

Continuaron los contactos, por teléfono en algunas oportunidades y después por chat, con el programa ICQ. Tuvieron que esperar un tiempo para volver a estar juntos. Cuando a Many le faltaban unos meses para cumplir 18 años, tomó la determinación de acompañar a Manu, se subió a un avión para ir a Italia y desde allí resultaron inseparables.

Equipo perfecto

“Many es una pata fundamental en la vida de Emanuel”, dice sin dudar Leandro, el mayor de los Ginóbili. Ella acompañó la elección de Manu de mantener el perfil bajo, incluso, Many nunca dio una entrevista: “Manu no quiere”, le dijo alguna vez tímidamente al periodista Miguel Romano. Estos códigos que impusieron sin imponer son conocidos dentro de los medios de comunicación y nadie invade esa privacidad. Marianela y Emanuel son iguales. Hasta nacieron el mismo día. Marianela quiere estudiar, es curiosa, es una chica de perfil bajo. Se adoran, son el complemento justo, contó Oscar Sánchez, quien vio nacer a Manu. Todos los que los conocen hablan de la sociedad perfecta.

El representante de Emanuel, Carlos Prunes, suele repetir la misma frase: “Manu armó el equipo perfecto con Marianela”.

Los dos determinaron que debían casarse en Bahía Blanca: el 10 de julio de 2004 viajaron para formalizar a la Argentina para la ceremonia. La boda fue bendecida por el padre Horacio Fuhr. Tuvieron la fiesta que soñaron y estuvieron todos sus afectos. “Alguien que te conoce desde antes de que lleguen las luces te puede ayudar a estar siempre con los pies sobre la tierra. Ahí Many tuvo un rol tremendo. Ella es parte del equipo, de todo lo que ha pasado. Ni hablar desde que tuvieron los chicos. Ella es el sostén principal de la familia. Siempre fue un equilibrio justo. Ella es muy introvertida. No lo concibo a Manu sin ella. “, dice Juan Ignacio Sánchez.

Es bastante cerrado Manu con sugerencias de sus hermanos o sus padres y suele poner bastante distancia con la gente que no pertenece a su círculo más cercano. Sin embargo, cuando Marianela le da su punto de vista respecto de alguna situación, él está muy atento a sus consideraciones.

Comparten pasiones por los animales y son curiosos por naturaleza. Dos perros que rescataron de la calle, Ciru y Mate. Y desde octubre de 2015 se sumó a la casa Apia, una gata que ya controla la escena. Marianela suele colaborar con fundaciones que se ocupan de rescatar perros de la calle.

Ser padres

Ser padres fue un camino que recorrieron con cierta dificultad. Estuvieron un tiempo tratando de concretar el sueño de agrandar la familia, pero no fue sencillo para ellos poder hacerlo. Many estuvo un tiempo algo desanimada, ya que sufrieron la pérdida de un primer embarazo. Cuando lograron concretar el sueño, no dudaron en comunicarle al mundo la enorme noticia. A la familia, por ejemplo, a Raquel, la mamá de Emanuel, le mostraron la ecografía vía Skype y allí se enteró que iba ser abuela de mellizos, Dante y Nicola.

Desde ese momento la vida de los dos dio un vuelco pleno. La cabeza de Emanuel comenzó a procesar su carrera de otra manera y Marianela asumió que debía tomar el control de la situación de manera más integral. Les da una mano grande Lupe, la señora que los ayuda en la casa y con los chicos, pero Many está en el centro de la escena atendiendo todos los requerimientos. “Es dedicada a su familia. Lucharon mucho para tener a los Melli y después vino Luca como peludo de regalo. Es una familia divina y se complementan perfectamente”, contó Leandro.

Todo se volvió tan intenso en la vida de ambos, que necesitaban una cuota más de acción: el 12 de noviembre de 2013 anunciaron que llegaría Luca. Un mes y medio después, Ginóbili iba a tocar por cuarta vez en su carrera el cielo con las manos al quedarse con un nuevo anillo de la NBA.

Una vida tan intensa y normal como cualquiera. Manu es leyenda, pero ella, Many, en silencio fue la autora intelectual de semejante obra.

La historia de amor de una leyenda

Reconocimiento en público. Emocionadas palabras de Manu hacia su esposa, Marianela.

Foto: Gentileza Diario La Nación