VANTHRA

El juego sagrado

La nueva formación de Fernando Ruiz Díaz visitará por primera vez la ciudad de Santa Fe. Será esta noche, desde las 21, en Tribus Club de Arte. En la previa, el músico identificado con el barrio de Guadalupe invitó a El Litoral a conocer la impronta de Vanthra, sin olvidar las raíces de su viaje artístico.

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“Vanthra es un viaje con un mapa en la mano, pero sin saber adónde vamos”, relata Fernando.

Foto: Gentileza producción

 

Leonardo Pez

Esta noche Vanthra pisará por primera vez territorio santafesino. Desde las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572), el power trío encabezado por Fernando Ruiz Díaz, en conexión con Pape Fioravanti y Charlie Noguera ofrecerá su propuesta electro-tribal con la característica alianza entre bombo legüero, Octapad y sintetizadores. Como anticipo del show, el ex Catupecu Machu redescubrió junto a El Litoral los elementos que integran el universo Vanthra y volvió en el tiempo para hablar de su hermano Gabriel, entre otros temas.

Grito primal

“No sabés lo que es el show de Vanthra. Suena poderoso, grave... ¡y es tribal! La gente no hace pogo. Es un viaje más lisérgico”. Así define Fernando el grupo con el que decidió reinventarse luego de “meterse en el saber popular” con Catupecu Machu. Fue a principios de los ‘90, luego de unas vacaciones, que entre los hermanos Ruiz Díaz empezó a formalizarse una práctica que sería clave en el surgimiento de Catupecu: el intercambio de discos. “Gaby tenía 17 años y me hacía escuchar Jane’s Addiction y Pearl Jam. A la vez, yo le pasaba música que no escuchaba tanto: Bowie, Zappa, Lou Reed, Laurie Anderson. Yo era muy fan de Bauhaus. Me acuerdo de ‘Coming down’, un disco de Daniel Ash que es tremendo”.

En 1994, los hermanos Ruiz Díaz emprendieron la aventura daleísta que se dio en llamar Catupecu Machu. “Nacimos en un momento en que el hardcore o lo rollinga era la moda. Nosotros no teníamos nada que ver, pero nos venían a ver todos. No hacíamos lo que había que hacer... aparte, provocábamos. Gabriel tenía el pelo largo con un mechón violeta. Salíamos con borcegos también violetas y camisas negras con flores afuera del pantalón chupín, que él mismo teñía. Fue muy loco la apertura que le dimos. Y teníamos un público re moderno: punks, skaters y otras tribus. Un periodista decía en esa época que para entender a Catupecu había que leer las remeras: del Che Guevara hasta Jane’s Addiction”. Entre sus canciones preferidas, Fernando destaca “Mil voces finas”, “Hay casi un metro al agua” y “La llama”. Sobre ésta última, destaca: “La compuse con 11 años en la puerta de la Iglesia de Villa Luro”. También nombra “La polaca”, una rareza en tiempos donde “no existía la joda en el rock”.

Meditación

Podría decirse que en toda agrupación artística el componente humano, el feeling, es la clave sobre la que se articula el pulso creativo. Si no hay onda, que no haya nada. En los proyectos que encarnó Fernando Ruiz Díaz la hermandad es el punto de encuentro necesario, haya lazos de sangre o no. Como en Catupecu Machu, en el origen de Vanthra fueron importantes dos hermanos: en este caso, Leo y Javier Alcaraz, creadores del alfajor “Cachafaz”. “Con ellos somos hermanos desde chiquitos. Me han hecho grandes regalos, sobre todo, instrumentos (ukelele, charango). Un día, me regalaron un instrumento que hace un argentino en Traslasierra. Es como el hang, un instrumento que mucha gente conoció por Björk. Lo mandó a hacer, de acuerdo a lo que interpretó de mí. Cuando volví después de un mes de gira fuera de Argentina y lo vi, me volví loco. Me puse a tocarlo y me quedó como un riff. Lo llevé al departamento donde vivíamos con la mamá de mi hija (embarazada, en ese momento), volví a tocarlo y empecé a escribir la letra de ‘Vanthra Lila’ ”.

El primer contacto con el instrumento, devenido de los antiguos instrumentos devocionales de Oriente, conmovió a Fernando. “Flashé porque hacía mantras. A medida que salían esos sonidos monocromáticos, me empezó a bajar el tema: ‘Sé que lo vi / no fue en carne / fue en sueño’. Todavía no sabía que era Lila. ‘Sentirnos más que dos / el grito primal’. Me imaginaba el grito del niño, pero cuando nació Lila no gritó. Seguí escribiendo la canción hasta que un día me enteré de que iba a ser Lila. Se llama Lila por el sánscrito, que significa “el juego de Dios”, juego libre, juego sagrado. Es el juego que juegan los niños. Sagrado, como es la música para mí. Me di cuenta de que le estaba escribiendo un mantra a mi hija, y como a mí me gusta inventar palabras, le puse la V (en vez de la M). V de victoria, de vida, de vino. La V, la punta de la flecha. La H simboliza la meditación porque es la única letra que no se puede decir. ‘Vanthra Lila’ fue el primer tema de esta etapa. Advertí que estaba componiendo canciones que no eran para Catupecu, por más ecléctico que sea. El grupo es Vanthra porque Vanthra es mi meditación”.

Viaje

El álbum homónimo fue hecho “entre el verde del fondo de mi casa y el de Córdoba en el estudio Sonorámica de Mina Clavero. Desde el control tenés una panorámica que mira al room y el room tiene otra panorámica que mira a Traslasierra”. La mezcla fue realizada en Ingeniero Maschwitz, en un estudio que está al lado del río. El disco está escrito entre México, Córdoba y Mendoza. “Tiene mucho de Buenos Aires, pero tiene mucho de viaje. Todo lo que se escucha está tocado en tiempo real: es muy orgánico. A este disco lo ensayamos mucho. Por eso, Vanthra suena en vivo lo que suena en el disco... ¡y más! Porque tiene sangre corriéndonos en las venas. En ‘La suma de nada y todo’ que a mí me gusta mucho yo toco el bajo, Charlie toca guitarra con la mano izquierda, y con la derecha hace algunos tappings y toca el teclado”.

La producción integra el CD y el DVD grabado en la bodega Monteviejo. “Ahí entendés mucho más Vanthra. En ese show, la gente únicamente conocía ‘Canción sola’. Era como ir al ritual de la música. En un sentido, hasta no depende si conocés o no los temas. Poné el disco, apagá las luces, subí el volumen y escuchalo. No lo entiendas, sentilo. Obviamente, este viaje sale del riñón de Catupecu, pero es algo que hace mucho tiempo venía buscando. Está bueno cuando te cambiás de eje. Charlie y Pape son, además de tremendos músicos, experimentadores. Yo me pongo a ver toda la música que hice, muy diferente, nunca sé bien qué es. Para mí lo lindo es ir encontrando. Ahí está lo genuino, en el camino voy andando y encontrando. Es un viaje con un mapa en la mano, pero sin saber adónde vamos”.

Entradas

Las últimas anticipadas pueden adquirirse a través de www.ticketway.com.ar y sus puntos de venta físicos: Credife Santa Fe (25 de Mayo 2610), Nexon Santa Fe sucursal peatonal San Martín (San Martín 2637), Nexon Santa Fe sucursal Aristóbulo de Valle (Aristóbulo del Valle 6780), Nexon sucursal Santo Tomé (Av. 7 de Marzo 2091), Nexon sucursal Paraná centro (Urquiza 1031), Credife Esperanza (Sarmiento 1960) y Credife Rafaela (9 de Julio 114).