Trata de persona

Once años de cárcel para un hombre que prostituyó a su pareja y violó a su bebé

El Tribunal Oral Federal de Santa Fe lo encontró culpable por haber sometido a su concubina durante cinco años. En 2013, la Justicia provincial lo sentenció a 4 años de prisión por la violación de su hijo, de entonces 20 meses.

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La sentencia fue leída por el tribunal el martes 7 de mayo, luego del debate oral por el que pasaron una decena de testigos. Foto: Archivo El Litoral

 

Redacción de El Litoral

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Ella tenía 15 y él 25 cuando se conocieron. Él aprovechó la amistad con uno de sus hermanos para acercarse a la joven y así entablar una relación amorosa que pronto se convirtió en convivencia y derivó en un embarazo que la adolescente sobrellevó en medio de un clima que, con el tiempo, fue cada vez más hostil.

De los arrullos de los primeros días, Samuel Agustín Espíndola (37) pasó sin escala a las amenazas, los golpes y hasta la obligó a consumir drogas para que se prostituyera. La “alquilaba” por temporadas, que llegaron a durar meses, en prostíbulos de El Trébol, en Santa Fe, y en la provincia de Entre Ríos, por lo que él recibía un sobre por correo con la paga por los servicios sexuales prestados.

Así transcurrió la vida de Y.A. entre 2007 y el 23 de enero de 2012, cuando a pesar de estar doblegada por tanto sometimiento, no soportó el abuso sufrido por su hijito de un año y ocho meses y lo denunció ante la policía.

Dos condenas

El último martes -7 de mayo-, Espíndola fue juzgado y condenado por el Tribunal Oral Federal a la pena de once años de prisión como autor del delito de “trata de persona con fines de explotación sexual de un menor de edad, agravada por mediar violencia, amenazas, abuso de situación de vulnerabilidad de la víctima y por haber sido cometido por persona conviviente”.

Los jueces Luciano Lauría -presidente-, María Ivón Vella y José María Escobar Cello lo encontraron culpable por los hechos denunciados por Y.A. en 2012 y ratificados por una decena de testigos (entre policías de Trata, psicólogas y familiares de la víctima) que participaron del debate.

En su alegato final, el fiscal general Martín Suárez Faisal solicitó que se lo condene a 12 años de cárcel y pidió al tribunal la unificación con una condena anterior, de 4 años de prisión efectivos, por el abuso sexual agravado por el vínculo de su hijo de 20 meses, dictada el 18 de marzo de 2013 por la Justicia provincial.

Los prostíbulos

La causa por trata fue investigada por la Fiscalía Federal Nº 1, que el 21 de mayo del año pasado solicitó la elevación de la causa a juicio, por hechos ocurridos entre 2007 y hasta enero de 2012. En ese amplio lapso, Espíndola, que es oriundo de Formosa, captó a la joven para prostituirla en El Trébol (Santa Fe); en Gualeguaychú, Chajarí y Gualeguay de la provincia de Entre Ríos; y también en Santa Fe, frente al hospital Sayago, sobre la avenida Blas Parera.

La captación se produjo cuando la víctima tenía 15 años y fue seducida por Espíndola, quien entabló una relación amorosa con ella, que luego se convirtió en concubinato. Para la fiscalía a cargo del fiscal subrogante Eduardo Costa Calvo, “la obligó a ejercer la prostitución en distintos prostíbulos”.

Según recordó la víctima en cámara gesell, los prostíbulos estaban en El Trébol, sobre la ruta provincial Nº 13, camino a San Jorge; en Gualeguaychú fue llevada a un lugar llamado “Marilyn”; y en Chajarí estuvo bajo las órdenes de una madama apodada “Nelly”.

Todos esos datos fueron confirmados por los testigos de la Agencia de Investigaciones sobre Trata de Personas y Violencia de Género, que ratificaron la existencia de los sitios descriptos, especialmente el denominado “Marilyn”; y que entre 2007 y 2011 funcionaban dos wiskerías en las afueras de El Trébol, que fueron clausuradas.

Por los hijos

Allí la víctima convivía junto a otras mujeres durante varios meses, y el dinero que obtenía por sus “servicios sexuales” era enviado Espíndola por correo. La mujer solía escaparse de los lugares donde era sometida, pero su pareja lograba dar con ella; y mediante golpes y amenazas hacía que regresara con él para “trabajar” en la calle.

En su ausencia, sus dos hijos quedaban con el padre, y a ella le mortificaba que cada vez al regresar los encontraba con quemaduras de cigarrillos, moretones y golpes.

Según las profesionales que intervinieron en el seguimiento del caso y apoyo de la víctima, “en el caso ha habido un aprovechamiento de la situación de la joven y de su vulnerabilidad. Primero en su etapa de adolescente y luego por su condición de mamá, donde la violencia no sólo se ejerció contra ella, sino sobre su hijo”, que fue el límite que tuvo la mujer para decidir denunciarlo.