EL 16 DE MAYO SE ESTRENA “EL CUENTO DE LAS COMADREJAS”

Juan José Campanella y un regreso esperado

Se trata de una comedia negra que se basa en el film “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, de 1976. El director argentino ganador del Oscar comanda a un reparto integrado por Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni, Clara Lago, Marcos Mundstock y Nicolás Francella. Un repaso por la filmografía de un artista que logró sintonizar siempre con el público.

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Graciela Borges y Juan Campanella durante el rodaje de la nueva película.

Foto: Diario Show

 

Juan Ignacio Novak

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Luego de “El secreto de sus ojos” y el Oscar, Juan José Campanella encaró una serie de proyectos (series, largometrajes de animación y obras de teatro) que lo alejaron del cine con actores, que le permitió sembrar varios éxitos. Por eso el estreno, el 16 de mayo, de “El cuento de las comadrejas” es muy esperado por propios y ajenos. Se trata de una comedia negra con elementos de intriga donde el creador de “El hijo de la novia” toma como base una película de 1976 llamada “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, dirigida por José A. Martínez Suárez y protagonizada por Narciso Ibañez Menta y Mecha Ortiz en la cual una antigua diva del cine (evocación, tal vez, de aquel recordado personajes de Gloria Swanson en “El ocaso de una vida”) pretendía deshacerse de su marido, su administrador y su médico.

Además de la dirección de Campanella, el interés del film radica en su reparto: el papel principal está a cargo de Graciela Borges y a su lado están Luis Brandoni como un actor decadente que es su marido, Oscar Martínez como un veterano director de cine y el integrante de Les Luthiers Marco Mundstock como guionista frustrado. Nicolás Francella y Clara Lago forman la pareja de jóvenes que llegará para romper el delicado entramado de relaciones entre los cuatro.

La llegada de este estreno sirve de excusa para repasar la filmografía de Campanella, mucho más efectiva que prolífica.

“Metegol” (2013): El ingreso de Campanella en el campo de la animación marcó un hito y puso de manifiesto que la Argentina no tiene nada que envidiar a las grandes factorías de Hollywood en términos de creatividad y talento. La historia, basada en un cuento del “Negro” Fontanarrosa se centra en un joven introvertido y habilidoso que recibe la ayuda de los jugadores de un metegol para vencer a un villano y salvar su pueblo. Es cierto que los personajes están estereotipados (en especial Amadeo y el crack) como para poder responder a los públicos internacionales. Pero esto, aunque le resta algo de chispa, no implica un lastre para una fábula liviana y entretenida que resultó premiada en los premios Goya de España.

“El secreto de sus ojos” (2009): Permanecerá por siempre en la memoria colectiva por ser la segunda película argentina en ganar el Oscar, tras “La historia oficial” (1985). Al igual que la de Puenzo, la película protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil vuelve la mirada hacia la violencia política que caracterizó a la Argentina de los 70, pero el centro no está allí, sino en como el recuerdo de un brutal asesinato y sus inesperadas derivaciones obliga a un oficial de Justicia recién retirado a revisar su vida y sobre todo a asumir el amor silencioso que mantuvo durante muchos años por Irene, la mujer que trabajaba a su lado. Inspirada en una novela de Eduardo Sacheri, su popularidad fue tal que la BBC la ubicó entre las 100 mejores películas del siglo XXI y tuvo una remake norteamericana con Julia Roberts.

“Luna de Avellaneda” (2004): A través de la misma brocha que utilizó en “El hijo de la novia”, Camapanella pinta un fresco lleno de colorido sobre un grupo de perdedores que transitan por los descalabros de una Argentina siempre al borde de la crisis. Esta vez, un club barrial es como una metáfora del país. En los años 40 y 50 (como se muestra en el brillante prólogo) vivió su mejor momento, con la clase media en ascenso y rodeado de fábricas a pleno. Pero, luego de la crisis de 2001, está a punto de cerrar sus puertas si no se derrumba antes por la falta de mantenimiento. Justo entonces, los integrantes de la comisión directiva y un grupo de socios -liderados por un Ricardo Darín en uno de los mejores personajes que compuso junto a Campanella- tratarán de salvarlo.

“El hijo de la novia” (2001): El trabajo más entrañable de Juan José Campanella, síntesis de su forma de ver el cine, claramente influido por cineastas clásicos como Frank Capra. La premisa es tan simple como efectiva: un hombre que vive atado a su restaurante (Ricardo Darín) debe replantear sus prioridades cuando su padre (Héctor Alterio) decide casarse por Iglesia para cumplir un viejo sueño de su madre (Norma Aleandro) quien padece Alzheimer y está recluida en un geriátrico. Campanella, con gran dominio, sabe extraer el humor de sitauaciones simples y cotidianas. Y es capaz de describir, sin sensiblerías, la crisis de la mediana edad, el valor de los sueños, los diferentes estadíos que atraviesa el amor y sobre todo el valor de los afectos en los momentos críticos. Fue nominada al Oscar.

“El mismo amor, la misma lluvia” (1999): A finales de la década del 90 Campanella ya había rodado dos filmes en Estados Unidos: “Ni el tiro del final” y “The Boy who Cried Bitch”, que se convirtió en una obra de culto. Pero fue “El mismo amor, la misma lluvia” la que desplegó sus características centrales como autor, que luego reforzaría en “El hijo de la novia”. En este caso, narra los encuentros y desencuentros de una pareja de enamorados (Ricardo Darín y Soledad Villamil) a lo largo de casi veinte años, entre los tiempos de la Guerra de Malvinas y el posterior retorno a la democracia y hasta bien entrados los 90 y sus políticas neoliberales. El gran acierto de Campanella es la sabiduría para ubicar retazos de la cambiante realidad argentina como telón de fondo de la historia y la exquisita descripción de los personajes secundarios, interpretados por Eduardo Blanco, Ulises Dumont, Alfonso de Grazia y Rodrigo de la Serna.