El fallecimiento de un hombre que no pasó desapercibido por la vida

Recordando a “Negrucho” Helbling

Entre otras actividades, fue dirigente de Regatas, de Colón y uno de los que “refundó” el vóley de Santa Fe.

Domingo D’Angelo

Hace un mes abandonó la materialidad de su prolífera existencia un inolvidable santafesino. Quizás, quienes menos compartieron sus “idas y venidas”, porque poco bastaba para quererlo, lo recordarán con un dejo de tristeza; más quienes tuvieron la suerte y privilegio de haber compartido con Negrucho buena parte del largo camino que recorriera, lo recordarán con la alegría que causa siempre una permanencia “sin fecha final”.

Sí. No tengo la menor duda de que así será porque Marcelo Antonio Helbling llegó a este mundo un 4 de diciembre de 1931 y traía pasaje para mucho tiempo; boleto que él mismo, pícaramente, lo fue extendiendo con su inigualable culto de la amistad, con su irradiante entusiasmo, con su (siempre) vigente sonrisa, con su “desparramo” de chanzas y alegrías.

Y así, Negrucho no fue pasando “de balde” por este mundo, adquiriendo el segundo tramo del viaje para transitar -ya sin equipaje- por la eternidad dentro de los corazones de quienes tuvimos la dicha de conocerlo. Nos dejó su ejemplo de vida, era un imprescindible, fue mucho más allá: nos enseñó a vivir porque la fuerza de su humor, de su vitalidad, de sus “pequeñas grandes obras”, de su humildad, porque todo ello -y mucho más- quedarán para siempre dentro de nuestra mente y corazones y vivirán “sus enseñanzas” con las miles de anécdotas que seguiremos compartiendo entre risa y risa, entre mate y mate.

Así permanecerá por siempre su presencia y ella se mezclará con los recuerdos de cuanto edificó el “Negrucho Hacedor”. Y recordando todo ello, habrá muchos lugares para volverlo a encontrar, muchas “vueltas de esquinas” para cruzarlo, para chocarlo y abrazarlo una vez más.

Sí, así es, ¿quién no recuerda y recordará la obra de ese silencioso trabajador santafesino? Negrucho, como dirigente del Club de Regatas en los años 70, animador incansable de la vida del club lagunero; al punto que logró permutar su calidad de “socio vitalicio” por la de “eterno asociado”.

Negrucho como el “alma” de los diversos grupos de padres del Colegio La Salle en la década de “los 60”. Y todo comenzó en su juventud donde se destacó como esforzado colaborador de su querido Colón en los cruciales años de las décadas de los 50 y 60 junto a muchos dirigentes como Armando Fiochi e Italo P. Giménez. Y por supuesto, luego, “socio vitalicio” de los sabaleros y en su caso “por proclamación”, volviendo para este lado costero nuevamente.

Fueron tantas sus andanzas que se me olvidaba decir de su destacada actuación como integrante de las subcomisiones de básquet y vóleibol de su querido Regatas. Y tampoco puedo olvidar que su gran preocupación, la de siempre, fue la de buscar la cobertura de las necesidades del deporte amateur; y así, entre tantas “andanzas” de Negrucho recuerdo que fue uno de los primeros dirigentes de la refundación de la Asociación Santafesina de Vóleibol de 1971.

Amigo Negrucho: estás descansando ahora, pero no te fuiste; estás aquí junto a tu gran comunidad de amigos que tanto te han querido y quieren; y si mis palabras los representa un poquito, me has dado una nueva oportunidad de dar una vuelta más en la calecita que siempre mantuviste en movimiento con tu varita mágica de la risa, de la travesura, y del culto a la amistad. Chau Negrucho... ¡hasta la próxima vuelta de esquina!