La vigencia de una tecnología de avanzada para la época

El Puente Carretero cumple 80 años en pie

Este 14 de julio se conmemora el octogésimo aniversario de la habilitación de esta obra que captó la mirada de muchos constructores de mediados del siglo XX por su magnitud y lo novedoso de su arquitectura. El enlace favoreció el crecimiento de una vasta región.

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Etapa inicial. Durante su desarrollo, el puente se integró específicamente por 58 tramos de viga Gerber, de 10 metros cada una y dos arcos parabólicos atirantados de 80 metros de luz cada uno. Una de estas estructuras se ubica sobre el río Salado y el otro sobre El Vado.

Foto: Archivo El Litoral

 

Luis Amsler

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Hace 80 años ocurría uno de los hechos más trascendentales en la vida de Santo Tomé y la región, que influyó de lleno en la constitución de su fisonomía y su posterior desarrollo. Es que por entonces se daba por terminada y se habilitaba la obra del Puente Carretero, con el cruce simbólico del primer peatón y su vehículo. Esta significativa fecha debe servir para recordar también el arduo trabajo que encaró un grupo de activos dirigentes que llevó a los estrados de la Nación la imperiosa necesidad de construir esta vía de enlace, que facilitaría el desarrollo comercial y agroindustrial en toda la región.

Para saber cómo era la vida por entonces, el fallecido historiador Ernesto “Tito” Grenón rememoró que para cruzar el río Salado se utilizaba un viejo puente levadizo de hierro que corría casi paralelo al Carretero, que era la forma para permitir el ingreso de las barcazas al Puerto de Santo Tomé que estaba ubicado en las cercanías del Concejo Municipal, donde se encuentra emplazado el llamado Monumento al Inmigrante. De aquel viejo enlace hoy quedan en la zona de islas algunos albardones, los que configuraban los pilares de su estructura.

Artículos periodísticos de El Litoral de la época daban cuenta de que antes no existía un paso de tránsito permanente, sino que había terraplenes bajos y estrechos ideados para que las carretas pasen el bañado. Más tarde, fueron incorporados tramos metálicos. “Los antiguos puentes de madera y de hierro que nos comunicaban con Santa Fe se fueron deteriorando y comenzaron las dificultades de transitabilidad; de ahí surgió la necesidad de contar con un medio más adecuado para llevar los productos de la zona a la capital y permitir una regularidad en el transporte para los empleados y obreros, lo que obligó a pensar en la instalación de una nueva interconexión sobre el Salado”, recordó Grenón.

Efectivamente, la creciente de 1935 provocó que el Salado arrase el terraplén de acceso a uno de los viejos puentes. Si bien se producían trabajos de recomposición, nunca se pudo recuperar como correspondía y eso motorizó la concreción de gestiones para hacer un puente definitivo.

En un primer momento se discutían varios proyectos relacionados al emplazamiento del nuevo puente. Incluso existía la posibilidad de ubicar el paso a Santa Fe en el norte de Santo Tomé, lo que alarmó a la población ya que condenaba a la muerte su vida económica. Por ello, la Comisión de Fomento de aquel entonces —encabezada por el presidente comunal Fernando Mántaras—, decidió convocar a una asamblea popular donde se expuso la necesidad de iniciar gestiones para conseguir un emplazamiento que tuviera en cuenta a este pueblo. Fue así que se constituyó una Comisión Pro Puente que se encargaría de impulsar el trazado de esta nueva vía de comunicación.

“Hubo intensas tratativas con el objetivo de que Santo Tomé no fuera dejado de lado por la ubicación del nuevo puente en un lugar alejado de su conformación pueblerina”, indicó el historiador local, sin dejar de remarcar que “el sitio que se pretendía (el actual), brindaba una mayor cercanía de los santotomesinos con la ciudad de Santa Fe, ya sea porque poseían sus trabajos allí o porque facilitaba el acceso de los productos al Puerto santafesino; además el costo de obra en este lugar era el menor”.

Puntapié inicial

Las incesantes gestiones llevaron a que el 5 de mayo de 1935, se concrete una asamblea de municipalidades y comisiones de fomento del sur y oeste provincial, en la se definió que se solicitaría al entonces presidente de la Nación, Agustín Pedro Justo, que se construya el nuevo puente frente a Santo Tomé.

Finalmente se logró el objetivo: la obra iba a ser una realidad gracias al empuje de toda una región. De esta manera comenzaron los estudios en los bañados del Salado y el 29 de noviembre de 1935 se firmó el convenio para su concreción entre la Dirección Nacional de Vialidad y la Dirección de Obras Públicas de la Provincia.

Así, el 23 de octubre de 1936 se llamó a licitación pública; luego, el 12 de febrero de 1937 se colocó la piedra fundamental y el 6 de abril del mismo año se produce la rúbrica del contrato para la ejecución de la obra, adjudicada a la firma Gruen y Bilfinger, de origen alemán.

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Arcos. Estas estructuras características del Puente Carretero se apoyan sobre pilares. Son dos, construidos especialmente para soportar el mayor peso del tablero, que implica cruzar el cauce principal del Salado y de El Vado.

Foto:Archivo El Litoral

Construcción envidiable

La construcción del Puente Carretero se planificó en un plazo de ejecución de 24 meses, con un costo que ascendía a los $ 3.135.907,31. Ya con el proyecto ejecutivo en mano, el 14 de julio de 1937 comenzaron los trabajos. Tras dos años de tareas, el 14 de julio de 1939 se dio por terminada la obra silenciosamente y sin actos oficiales. El 11 de agosto se produjo la recepción provisoria, bajo las condiciones de que la empresa constructora debía mantener su conservación durante los primeros 12 meses.

Lo llamativo de esta historia es la prueba de carga que se efectuó para comprobar la resistencia del puente. Según relató Ernesto Grenón a El Litoral, “en la misma se emplearon en algunos lugares 6 camiones con arena de 8 toneladas cada uno, los que sumaban 48 toneladas; en otros espacios se colocaron 9 camiones de 8 toneladas cada uno, o sea 72 toneladas”.

“Para ese momento, el puente Carretero era una obra de ingeniería de gran envergadura, que motivó la apreciación de estudiantes y docentes de todo el mundo que se acercaban para analizar esta estructura”, reseñó Grenón. “No solamente fue visitada durante esa prueba, sino también durante toda su construcción ya que en su tiempo era considerada como una de las edificaciones más importantes del mundo y la mayor de Sudamérica”. Su recepción definitiva ocurrió el 15 de julio de 1940, para luego ser inaugurada de forma oficial el 8 de abril de 1941, como parte de una serie de actos del gobernador santafesino Manuel de Iriondo.

Materiales usados

El Puente Carretero tiene una calzada de 9 metros de ancho en toda su extensión, más dos veredas en voladizo de 1 metro y 50 centímetros de ancho cada una. Para su construcción se utilizaron 700 pilotes de 20 metros cada uno, y 2 de 80 metros. De hormigón se requirieron 14.359 m3; de cemento 114.000 bolsas; de hierro redondo 2.400 toneladas y de piedra 20.000 toneladas.

“Puro humo”: a casi 12 años del anuncio del nuevo puente

El próximo 29 de agosto se cumplirán 12 años de una promesa que ilusionó a toda una región. “Lo logramos, vamos a tener el nuevo puente”, fue la frase esgrimida por el ex intendente de Santo Tomé, Ángel Piaggio, después de que Néstor Kirchner, por entonces presidente de la Nación, prometiera la construcción de un nuevo nexo vial entre Santo Tomé y Santa Fe. El anuncio fue realizado en el Parque Industrial de Sauce Viejo.

Los argumentos indicaban que se levantaría la estructura en compensación o contraprestación de la inversión que estaba haciendo el gobierno santafesino para la conversión de la Ruta Nacional Nº 19 en autovía. Como bien se sabe, el nuevo puente jamás se concretó, en gran medida por incumplimiento del gobierno nacional, cuyo liderazgo en su momento lo tomó Cristina Fernández de Kirchner.