Salvio, con camiseta de Boca

“Es el único jugador que el entrenador pide y pide. Dice que lo conoce de cuando jugaba en Lanús y que le puede resolver todos los problemas por la banda derecha. Es un futbolista de jerarquía y varias veces seleccionado”, se escuchaba en las oficinas de la Bombonera cuando Boca negociaba los últimos detalles con Benfica para incorporar a Eduardo Salvio. Luego de desembolsar 7,7 millones de dólares a pagar en tres años, el exjugador de Lanús y Atlético de Madrid, entre otros equipos, ya pisó el césped de la cancha de Boca y habló por primera vez como flamante refuerzo del equipo. Gustavo Alfaro, el entrenador, ya tiene al carrilero que tanto buscaba. Salvio dijo sus primeras palabras como futbolista de Boca como si fuera un niño con juguete nuevo. “Cuando me puse la remera pensé que era un sueño cumplido”, recordó ayer por la tarde. Además de la influencia de Alfaro, otro nombre propio del vestuario xeneize fue importante para que Salvio tomara la decisión de dejar Europa y regresar al país: Lisandro López. “Creo que llego con la edad justa para jugar en Boca (29 años), estoy preparado, feliz y contento de compartir nuevamente vestuario con Lisandro López que es uno de mis mejores amigos. Él también influyó para que yo venga”, explicó el volante que también puede ser wing o lateral derecho.