Tribuna de opinión

Los héroes que la escuela pretende olvidar

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Aviadores. En la Guerra de Malvinas hubo comportamientos heroicos en las tres fuerzas, pero los protagonizados por los Halcones fueron sobrecogedores.

Foto: Archivo El Litoral

Roberto Casabianca

País extraño la Argentina en donde seguramente algunos de los jóvenes estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires utilizan remeras con la efigie del fusilador serial, Che Guevara, en lugar de portar la de nuestros héroes de Malvinas.

Fueron estos los que, junto con sus padres, impidieron realizar un acto el 11 de julio para celebrar la Independencia, contando con el guiño de las autoridades para hacerlo.

Dos de estos Héroes, que fueron condecorados por su accionar heroico, estuvieron invitados para contar sus experiencias como pilotos en la guerra de Malvinas, el Comodoro Héctor Sánchez y el Capitán Luis Cervera. Los mismos debieron desistir por la agresión de los alumnos junto con sus padres y ante la actitud cómplice de las autoridades de la casa de estudios.

La disertación no pudo llevarse a cabo cuando los integrantes de este grupo comenzaron a agredirlos pretendiendo vincularlos con la desaparición de personas durante el gobierno militar. Poco les importó el reconocimiento que tuvieron por parte de los combatientes británicos que participaron del conflicto y de las fuerzas armadas de todo el mundo por la heroicidad con la que participaron -junto con los marinos y las fuerzas terrestres- a pesar a la diferencia tecnológica abismal.

A tal extremo llegó dicha heroicidad de nuestros aviadores, atravesando una cortina de fuego de cañones y apuntados por misiles sumamente desarrollados, en una lucha desigual con aviones de 1950 versus fragatas modelo 1980 que, en uno de los ataques, The Guardian, con la firma del periodista Garet Parret publicó que los marinos ingleses que fueron atacados los aplaudieron deslumbrados por lo que hicieron.

Dice Nikolás Kasanzew en su libro “La Pasión Según Malvinas” que “En sus memorias el jefe de la flota británica, almirante John Woodward, rememora el hecho con estas palabras: Fue un momento terrible para mí. Recuerdo muy bien que me decía a mí mismo: ¡Dios mío! ¿Dónde estamos? ¿Estamos en realidad perdiendo? Era el 25 de mayo, la fiesta patria argentina”.

Tanto daño le ocasionó la aviación argentina a la flota británica que el Secretario de Marina de los EE.UU., John Lheman, declaró ante el Congreso el 3/2/83 que, si su país no hubiese provisto a Inglaterra de los misiles Sidewinder, con los cuales fueron abatidos muchos aviones argentinos, la flota inglesa hubiese tenido que volverse.

Aunque muy conocido, es bueno recordar el texto de la carta del As de la Segunda Guerra Mundial, Pierre Clostermann, dirigida a los Pilotos de Combate Argentinos que participaron en el conflicto:

“A vosotros, jóvenes argentinos, compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hiciste frente con éxito.

A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros ‘Mirage’, vuestros ‘Etendard’, vuestros ‘A-4’, vuestros ‘Pucará’ con escarapelas azules y blancas.

A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y de los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los ‘AWACS’ y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.

Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.

Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino, sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.

¡Ay!: la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella”.

Si bien es cierto que comportamientos heroicos hubo en las tres fuerzas, los protagonizados por los Halcones fueron sobrecogedores; desarrollaron misiones casi suicidas, lucharon muy lejos del continente en donde tenían sus bases, al límite del uso de combustible, contra un enemigo con una tecnología tan superior que solo pudo ser equilibrada con el coraje, la entrega y la convicción que pusieron en juego nuestros pilotos.

Muy cobarde fue la actitud de las autoridades del colegio que no defendieron a sus invitados junto a la deplorable nota firmada por padres repudiando el acto.

Estos Héroes, Luis Cervera y Héctor Sánchez, participaron de cuatro misiones de combate, quedando destinado el primero como Jefe de Sección de vuelo del 2º Escuadrón de la V Brigada de Villa Reynolds de San Luis de los Caza Bombarderos Douglas A4 -B Skyhawk.

El 24 de mayo atacaron a la Fuerza de Tareas Británica apuntándole Luis Cervera al “grandote” -como él lo menciona-, que resultó ser el RFA Sir Lancelot; depositando una bomba de 450 Kg en la sala de máquinas que lamentablemente no explotó pero quedó en el lugar por lo que, la tripulación debió ser evacuada y la nave perdida para el combate.

El 13 de junio, Cervera realizó un ataque al puesto de comando inglés en el Monte Dos Hermanas donde estuvo a punto de abatir al Comandante Jeremy Moore, al frente de las tropas inglesas, el que manifestara que fue el día que más miedo tuvo ya que estuvo al borde de la muerte.

Debiéramos permanentemente rendir homenaje a nuestros Héroes que encontraron la dignidad que les dio sentido a sus vidas a través de la templanza con la cual pudieron hacer frente a todo lo que los acosaba y buscaba quebrantarlos, sin llegar a lograrlo.

Sin lugar a dudas la cultura de la venganza sigue siendo predicada en las escuelas, como sucedió en el Colegio Nacional de Buenos Aires siguiendo pautas históricas nada confiables.

Avergüenza que una minoría a la que podríamos llamar como en la antigua Roma, “perduellis” (así denominaban los romanos a los enemigos internos de la Patria), haya actuado de esa manera.

Lo del Colegio Nacional nos convierte en tierra fértil para desenlaces fácilmente accesibles como lo han conseguido sus autoridades, alumnos y padres, contraponiéndose con las evidencias de lo realizado por los pilotos de la Fuerza Aérea.

Prefiero quedarme con las palabras de Ernesto Sábato que en una entrevista que dio a Radio Nacional de España dijo al referirse a la guerra de Malvinas: “No se engañen, no es una dictadura que lucha por las Malvinas, es una Nación entera”.

Desarrollaron misiones casi suicidas, lucharon muy lejos del continente en donde tenían sus bases, al límite del uso de combustible, contra un enemigo con una tecnología tan superior que solo pudo ser equilibrada con el coraje, la entrega y la convicción que pusieron en juego nuestros pilotos.