Las estrategias del discurso político en el Paraninfo, analizadas por un experto

Del dedito acusador al área de confort, o el debate como “batalla” discursiva

Daniel Gastaldello, doctor en Semiótica, desmenuzó las tácticas que desplegaron los candidatos presidenciales durante el debate. Algunas claves: el señalamiento entre “mentirosos” y “sinceros”, las omisiones de los candidatos usadas como “espacios de seguridad” -para no caer en la incomodidad- y los “actos teatrales”.

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Pantallas. Los seis postulantes a la Casa Rosada se verán las caras otra vez el próximo domingo en la UBA. El 27 de octubre serán las elecciones presidenciales.

 

Redacción El Litoral

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“Discurso es el lugar de construcción de su sujeto. A través del discurso el sujeto construye al mundo y se construye a sí mismo”, escribió una vez el lingüista francés Algirdas J. Greimas. Es decir: discurso es todo, y más aún en política, donde cada cosa por decir, e incluso la que no hay que decir, está (o siempre debiera estar) planificada, ajustada al aceitado engranaje de una estrategia discursiva que seduzca al electorado.

El primer debate presidencial del domingo pasado en el Paraninfo de la UNL dejó expuesto un abanico de tácticas del orden de lo discursivo desplegadas. “Cuando hablamos de política, debemos prestarle mucha atención a las estrategias del discurso, porque allí es donde se dan las principales batallas”, explicó Daniel Gastadello, doctor en Semiótica y profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (Fhuc) de la UNL, durante el programa “En El Umbral”, que se emite los miércoles por la señal Cable y Diario.

El especialista analizó esas pugnas, esas pulseadas invisibles que no se midieron por fuerza y tracción de brazos, sino por los enunciados y expresiones. Y sacó conclusiones: “Hubo omisiones, palabras que parecían elegidas como ‘lugares de seguridad’ (de los candidatos) y filiaciones ideológicas que se iban dando, directa o indirectamente; fue interesante ver cómo algunos candidatos las esquivaban, y otros las aprovechaban para abonar su propio discurso”.

Todos y trabajadores

Gastaldello dio un ejemplo: “Me llamó la atención la relación entre el discurso de Mauricio Macri y el de Nicolás Del Caño. La palabra que más repitió Macri fue ‘todos’. Decir ‘todos’ es como decir nada; la repitió una y otra vez, y a fuerza de reiteración, la idea fue que cada uno la complete con lo que considera que debiera ser. No se metió en universos temáticos como pobreza o aborto, temas sobre los que ya se había pronunciado en campaña; pero no meterse en esos temas era, para Macri, quedarse en una zona de seguridad y confort discursivo”, o un modo de evitar la incomodidad.

“En cambio —comparó el especialista—, Del Caño trató los temas que Macri omitió: a todos esos tópicos sobre los que el presidente no quiso hablar, el candidato de izquierda los profundizó y abordó”. Por otro lado, cuando se empieza a hilar fino en el discurso de Del Caño, “este candidato repite mucho también la palabras ‘todos’ y ‘trabajadores’. La diferencia es que a la expresión ‘todos’, que Macri la arrojó a los destinatarios para que cada uno la complete de sentido, Del Caño la ancló en la palabra ‘trabajadores’. O sea, cuando habló de todos, hablaba de los trabajadores. No habla de cualquier ‘todos’: le habla a su electorado”, como en una suerte de nosotros excluyente.

“¿Del Caño contradijo más a Alberto Fernández que a Macri?”, fue una de la preguntas. “En términos temáticos sí, en términos discursivos no. Del Caño se filia discursivamente con Fernández, tomando ese espacio vacío (lo no dicho, como pobreza o aborto) que dejaba Macri. Porque Macri habla dentro de una ‘burbuja conceptual’, es decir, no da muchas precisiones, como en un spot publicitario. Ésa es la estructuración de su discurso: se mencionan grandes conceptos e ideas, pero no están ancladas en una precisión concreta. Del Caño y Fernández sí apuntaron a esas precisiones, y atacaron ese ‘confort discursivo’ en el que Macri se sentía a resguardo”, agregó.

El “dedito” y Scioli como “elemento teatral”

“Cuando Fernández en el debate dijo: ‘Estamos en el mismo lugar que hace cuatro años. Alguien mintió (por Macri), y alguien dijo la verdad. Quien dijo la verdad está sentado en la primera fila (por el ex candidato presidencial del PJ en 2015, Daniel Scioli)’, ahí, en ese momento, empezó todo. El resto del discurso fue señalar a ‘quien había mentido’, y a Macri no le quedó otra que decir: ‘Él (por Fernández) me estuvo señalando todo el tiempo’. La presencia de Scioli fue un acto teatral en términos de estrategia. Scioli fue un elemento teatral”, consideró Gastaldello.

El dedito acusador que endilgó Macri a su competidor Fernández fue como “el cierre conclusivo de un relato”, explicó el especialista. “Ese dedito acusador actuó como deíctico (un elemento que señala algo, la veleta que indica hacia adónde sopla el viento). De parte de Macri, fue como decir: ‘Yo fui objeto de todas las críticas’. Y sí, en efecto así fue: Fernández a Macri no lo estuvo señalando gestualmente, lo estuvo señalando discursivamente”, completó la idea.

“Me pareció muy violento que el candidato José Luis Espert dijera en una universidad pública, en el Paraninfo de la UNL, que uno de sus objetivos era arancelar la educación superior (de gestión estatal)”, opinó Gastaldello.

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El debate presidencial fue “un experimento social y discursivo muy interesante de estudiar”, dijo Gastaldello.

Fotos: El Litoral

Votante, candidato y un “acto de fe”

“Respecto de la consabida construcción de la realidad, aquí tiene injerencia la gran batalla discursiva en que se desempeña la política”, consideró Gastaldello. “Porque no podemos tener nosotros, como ciudadanos, un acceso directo a los actos de gobierno, sino que tenemos versiones, relatos de una historia, opiniones y datos sesgados en un presente, y proyecciones y probabilidades de un futuro. Entonces, siempre lo que tenemos es discurso. Y a partir de esto, la relación que establece el votante con su candidato es un acto de fe. Me alarma ver en algunos candidatos emerger la figura de cierto caudillismo, donde se vota todavía a la figura de un sujeto y no su proyecto”.

“Veo que hay en las nuevas generaciones, emergencias de grupos de población que sí están planteando proyectos. Después veremos si en el camino, se va anteponiendo un nombre propio antes que una idea. Pero tengo mucha fe y esperanza en nuestras nuevas generaciones, más allá de representaciones políticas en particular”, concluyó.