Mirada desde el sur

La transición no es una mala palabra

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El costo de la basura y los millones y millones de pesos que cuesta trasladarla hasta la Montaña Ricardone, es uno de los temas que tendrá que resolver Pablo L. Javkin.

Foto: Mirador Provincial

Raúl Emilio Acosta

De qué hablamos cuando hablamos de transición. “Paso o cambio de un estado, modo de ser, etc., a otro...”. “Estado intermedio entre uno más antiguo y otro a que se llega en un cambio”. En el espacio globalizado, donde las palabras son signos, hay una definición. Es esa.

En el territorio de los gobiernos, de las administraciones de la cosa pública es un cambio de mando. Mandaba Juan, ahora manda Pedro. Mandará Pedro.

A diferencia del interregno, el espacio entre dos reinados, en la transición democrática el colectivo público nunca queda sin conductor.

A la provincia de Santa Fe le está costando esta transición. A la ciudad de Rosario también, tal vez más, pese a que no aparece un traslado con significantes (visibles) tan distintos, pero sucede. En Rosario hay tanto o más encono que el que necesariamente tienen los peronistas y los socialistas o, en este caso, los socialistas que se van, con los peronistas que vienen.

CELEDONIO FLORES

El poeta popular, Celedonio Esteban Flores, dice en un poema (“porque tengo odios que nunca los digo...”) y refiere a ellos como parte de una sumatoria por la que termina cantando tangos, hablando en tangos.

El socialismo no es aliado natural del peronismo y eso es visible. Nunca lo fue.

La transición tiene esa impronta. Es la tercera a la que asisto periodísticamente.

Cuando el CPN José María Vernet asume la gobernación por el voto popular, de manos de una intervención militar, las cuentas públicas eran raras, escondidas, mínimas. Los milicos, entre otros desastres para con la humanidad, dejaron un desquicio y desorden que tardó mucho tiempo en resolverse. Básicamente no hacían previsiones. Con una orden resolvían presupuestos.

Hace años, sobre este tema, en este medio escribí lo siguiente: “Hace muchos años un eslogan publicitario, el que sellaba la candidatura del Dr. Galaretto, decía: ‘Galaretto ya sabe gobernar’... El triunfador fue el contador Vernet y aquel eslogan, que identificaba a Galaretto con el gobierno anterior, fue un fiasco. Era verdad, pero pocos querían un gobierno de aquellos que estuvieron hasta 1983. Los estaban rajando.

Vernet llegó sin saber gobernar. Reviglio llegó sabiendo. Había pertenecido al gobierno anterior. Reuteman llegó sin saber. Obeid llegó sabiendo. Binner llegó sabiendo y sus dos sucesores socialistas pertenecieron a su equipo original en la intendencia. Saber gobernar, tal como se usa en esta nota, significa pertenencia con la administración, sus problemas, sus secretos y sus soluciones. El que no sabe gobernar tiene un diferencial negativo. No tiene práctica. Tiene un diferencial positivo. No se equivocó ni tuvo que tomar decisiones que parecen odiosas. Que no lo parecen. Que lo son”.

Hasta allí lo que escribí en aquella nota. Hoy se va uno que tiene muchísimos años de experiencia en la cosa pública y llega otro que también tiene años de experiencia. Omar Angel Perotti no es un improvisado. Tampoco un recién llegado.

Lo que resulta visible es que la administración que se va no tiene la más mínima simpatía por la que viene y la transición es difícil como dijese Alberto Migré: “cuestiones de piel”.

HORMIGAS Y CIGARRAS

Lifschitz fue, aparentemente, una hormiga en su gobernación y como ésta, parecía que ahorraba. Ahora se puede desarrollar una teoría sobre los hechos consumados. Parecían ahorrativos porque trasladaban al ejercicio contable siguiente los desaguisados del anterior. Tal parece que en algunas cuestiones fue más cercano, en la fábula, a la cigarra que cantaba en la rama, despreocupada del invierno. El 11 de diciembre de 2019 hay un paredón que cruzar. Una nueva administración, distinto signo, distinto concepto sobre las cuentas públicas y ya no se podrán trasladar (las cuentas) para “empatarlas” en el ejercicio siguiente.

La otra transición a la que asistí fue la de Obeid con Binner (2007). Dinero en la caja, el mismo paredón; se iba el peronismo, entraba el socialismo rosarino con los votos de los radicales santafesinos. Además de dinero en caja de cuentas corrientes, la previsión para SAC, gastos corrientes de enero y febrero, hasta que apareciesen recaudaciones impositivas mas gordas.

La previsión de enero y febrero de 2020 es obligación de Lifschitz y su equipo. Ese es el punto de cruce entre un concepto y otro de gestión del Estado. No parece estar resuelto. Ya no será posible trasladar al ejercicio próximo las cuentas de salud, de sueldos, de proveedores, de comedores escolares, de cuotas de obras en ejecución, etc. Deberán resolverse de un modo diferente. Esa es una dura puja en la transición. Ojalá no sea silenciosa, maliciosa, cruenta. Ojalá sepamos como termina una administración y empieza otra. Sería lo mejor para la sociedad.

INFIERNO GRANDE

Resueltos los nombres de sus integrantes, la Municipalidad de Rosario, que perdió el peronismo que ganó la provincia, que perdió el socialismo que perdió provincia y ciudad; que ganó un aliado en el FPCyS: Pablo Lautaro Javkin, tiene sin resolver ése “temita”.

El costo de la basura y los millones y millones de pesos que cuesta trasladarla hasta la Montaña Ricardone (miserable monumento a la mugre en la Comuna de Ricardone) los insumos, los proveedores, las secretarías, por la debacle provincial las superposiciones de cargos, los yerros en Cultura, las deudas en Salud, los juicios pendientes, los dineros que ahora vendrán de un modo diferente, más visible, menos dispendioso y mucho menos libertino por parte de la provincia, son parte de una discusión que la actual administración (Fein) no ha resuelto satisfactoriamente con la entrante (Javkin). Aquí ya no es peronismo - anti peronismo sino el radicalismo que asume el relato que abandonaron los socialistas.

El Siglo XXI trae a Rosario, como en el comienzo de la democracia en 1983, un abogado radical (Antes Usandizaga, ahora Javkin) que promete reconvertir el Proyecto Binner en algo de estos tiempos.

El Siglo XXI trae a la provincia, como en el 1983, un CPN peronista que debe alinear los números usando gente de experiencia porque las cuentas son flacas y las proyecciones escuálidas. Antes Vernet, ahora Perotti, conviviendo con un rosarigasino radical y una ciudad que comenzará a quejarse sin ninguna duda.

La transición Fein/ Javkin no existió. Pablo Lautaro disimuló los yerros del socialismo. No hubiese sido bueno una pelea, pero es lamentable que el socialismo crea que hizo las cosas bien.

La transición Lifschitz / Perotti traumatizó a delegados que se creían más importantes que El Papa, se demoró, es equívoca. No es buena.

Un punto en común. En Ciudad y Provincia el socialismo cree que hizo las cosas bien.

Las columnas del Debe y el Haber de las cuentas públicas están diciendo otra cosa. Una buena transición exige una transparente administración. No es una palabra. Es un facto.