Gabriel González recibió una sorpresa que lo emocionó

El Loco prefirió a sus amigos de Colón antes de cenar con Infantino

Desde la Agrupación nació la idea que concretó Teresa, su esposa. Quisieron que sea una sorpresa. Y lo fue. “Me imaginaba 14 personas y me encuentro con que hay muchos más”, dijo entre lágrimas, mientras sonaba la marcha sabalera y todos gritaban: “olé, olé, olé, Loco, Loco...”. El Litoral fue testigo.

El Loco prefirió a sus amigos de Colón antes de cenar con Infantino

La Agrupación Loco González y una sorpresa para Gabriel en la noche de la vigilia, camino a la gran final.

Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)

“Estaba Infantino, Alejandro Domínguez, Nery Pumpido, el presidente de River... Había gente muy importante. Y me pedían que me quedara allí en la Conmebol, con ellos. Pero me vine para acá. Yo quiero estar con la gente que quiero. Y los que quiero son ustedes”, dijo, entre lágrimas, el Loco González, un ídolo de Colón, que este viernes por la noche recibió un regalo sorpresa: más de 70 comensales estuvieron en el amplio patio de la casa de su esposa, Teresa, para hacerle sentir nuevamente el calor y el cariño que recibió durante un año en su paso por Colón.

Los integrantes de la Agrupación que lleva su nombre, con dos amigos como Sergio Villanueva y Omar Bonacci, tiraron la idea que fue rápidamente recepcionada por la esposa del “Loco”, que a los 59 años sigue haciendo de las suyas en una cancha de fútbol.

Recibió un regalo muy preciado para él: un cuadro con la camiseta de Colón. Emocionado, dijo que “esto debería haber sido una gestión de la comisión directiva, pero no me importa. Es mejor para mí que venga de parte de ustedes, de mis amigos, de la gente que me quiere”, dijo el Loco.

Hace unos días recibió a El Litoral, en la producción especial que nuestro multimedios encaró de manera exclusiva e inédita y habló de todo. Pero volvimos a estar con él en una noche muy especial y llena de emociones, como testigos presenciales y honrados de ser recibidos en la casa de alguien que significó tanto para el pueblo sabalero. “Esta noche, en la cena de gala de la Conmebol, fui y lo saludé a José. Yo le demostré qué clase de persona soy”, dijo el Loco, con algún resabio amargo de no haber sido mejor tratado por la dirigencia de Colón, máxime en un momento tan especial y jugándose en la tierra en la que nació y vive este ídolo de Colón y de Olimpia.

“El fútbol me dio todo y me quitó la posibilidad de jugar un Mundial, siempre desee jugar un Mundial. Una vez no pude por estar lesionado y otra vez por cuestiones del arbitraje”, dijo el Loco cuando le preguntamos qué fue lo que le dio y qué le quitó el fútbol. Y ante la consulta sobre quién o qué es lo que más recuerda o se le viene a la mente cuando se le nombra Santa Fe, dijo que “voy a mencionar a una persona muy especial que ya no está con nosotros: el Pampa Gambier. Recuerdo que nos estaban puteando de lo lindo, el Pampa fallaba y fallaba, hasta que vino una jugada por un costado, metieron un centro y le entró de lleno y como venía, clavando la pelota en el ángulo. Y cuando terminó el partido, le pregunté por qué había hecho ese gol. Y ¿sabes qué me dijo?, que lo hizo así porque le pegó a la pelota con rabia... Más conozco a la gente y más quiero a mi perro, así que no me preocupa que el reconocimiento no venga del club, porque viene de mis amigos, de la gente que quiero y aprecio”.

Estuvo Pedrito Uliambre con toda su familia. La hija de Pedro es la ahijada del Loco. Basta con mencionar ese “detalle” para entender qué significa y hasta donde llega el cariño mutuo. La esposa de Pedrito recuerda los tiempos de goleador con Juanchi Pizzi en Rosario Central, “con Bisconti de 10”. Luego, conoció al Loco cuando fueron a Estudiantes. Y fue Gabriel González el que le pidió a Vignatti que lo contrate a Uliambre, otro de los jugadores que terminaron ganándose con creces el cariño de la gente.

Dejó para el final una anécdota: “Cuando llegué a Santa Fe, no sabía dónde quedaba la cancha de Colón. Aparecí muy cerquita de la cancha de Unión y me encontré con un vendedor. Le pregunté: ‘¿cuánto ganás en un día de trabajo?’, creo que me dijo 30 ó 40 pesos. Entonces le dije que le pagaba 100 pesos si me llevaba hasta la cancha de Colón. Y lo invité a cenar. Así llegué a Santa Fe”, concluyó entre lágrimas, muchas emociones, anécdotas y recuerdos que van a quedar muy vivos siempre en el corazón de este hombre que, en apenas un año, entró de lleno en la historia sentimental del pueblo sabalero.