No dirigirá al equipo contra Arsenal

Lavallén renunció después de rescindir

Durante la semana había llegado a un acuerdo con Vignatti: luego del partido postergado del jueves en el Viaducto dejaba el cargo; pero finalmente, tras la derrota frente a Aldosivi tomó la decisión de renunciar y se despidió del plantel en el vestuario.

Alberto “Nene” Sánchez

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Es una pena ver cómo se despilfarran las oportunidades. Unos minutos antes, todavía en el campo de juego, Colón (en realidad, los jugadores y el técnico) había tenido la chance de despedirse de su público con una victoria que los haga ver con cierto optimismo a todo lo que viene en el primer semestre del 2020.

Pero no hubo caso, eso no sucedió así y la gente se retiró del Brigadier López con lógico enojo y justificada amargura. Esa gente que concurrió masivamente (cerca de 25.000 personas) a ver el partido contra Aldosivi fue parte de los 40.000 que acompañaron al equipo a Asunción del Paraguay para la final de la Copa Sudamericana, en un hito que muy difícil pueda repetirse.

Lo peor (siempre hay algo peor en Colón) es que el duro revés propinado por Aldosivi haya cambiado el plan que se había diagramado. La idea era que Pablo Lavallén iba a interrumpir su contrato (que vence a mediados del año que viene) después de disputar el cotejo postergado contra Arsenal el jueves de la semana que viene.

Pero el entrenador, tras la caída ente al “Tiburón”, decidió renunciar y se lo comunicó a los dirigentes y al plantel en el vestuario. Por supuesto que la decisión tomada por el ahora ex director técnico sabalero no sorprendió en lo más mínimo, pero sí hay otras cosas que llaman la atención.

Apenas conocida la postura de Lavallén, la secretaría de actas e información pública de la institución informó que “Lavallén no va a realizar conferencia de prensa, y los jugadores tampoco van a hablar”.

Y ahí es donde nuevamente se desperdició una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, pero sobre todo de respetar a la hinchada sabalera, la que a pesar de observar un bochornoso partido hacía pocos minutos, la que se calcinó a la hora de comienzo del encuentro, la misma que después de soportar un calor tremendo debió aguantar el frío y la lluvia en La Nueva Olla.

Esa gente merecía una explicación, pero no..., se cagaron en la gente, así, lisa y llanamente. ¿Cuánto le hubiera costado a Lavallén explicar la situación, y de paso aprovechar y recordar alguna que otra alegría, y pedir disculpas por alguna que otra tristeza? “Despedirse es de buena educación”, decían mis abuelos, acá ni eso.

¿Y los jugadores?, ¿por qué motivo ellos no quisieron expresar lo que sentían luego de la vergonzante actuación contra Aldosivi? No son ladrones, no son asesinos, no son los maleantes a los que se les tapa el rostro cuando son detenidos.

¿Y los dirigentes?, ¿por qué razón no le explicaron a los hinchas, y sobre todo a los socios, verdaderos dueños del club, los pormenores de la salida del director técnico? El hincha tiene sobrados derechos como para saber qué está pasando en el club de sus amores.

A la luz de los hechos, está visto que ni el ahora ex entrenador, ni los jugadores, ni los dirigentes merecen tener una hinchada como la de Colón, que este caluroso viernes debió aguantar un soporífero partido pero siempre alentando, como lo hizo en Córdoba en 1993, en Rosario en 2014, y en Asunción hace pocos días.

El jueves Colón jugará (otra vez) por tres puntos fundamentales teniendo en cuenta lo que se está jugando. Es la última oportunidad del año. Casi con seguridad, frente a Arsenal en Sarandí al equipo lo dirigirá Pablo Bonaveri, el actual entrenador de la Reserva, pero imagino a la dirigencia finiquitando la contratación del nuevo técnico, que junto a “Pacho” Ferraro diagramará la pretemporada con vistas a las siete fechas que restan disputarse.

La empresa no es fácil. Contratar un entrenador, llevar a cabo una “limpieza” en el plantel y renovarlo con caras nuevas que vengan a ponerse la camiseta y jugar, se terminó el tiempo de “probar”, ya no hay margen para las improvisaciones.

¡Es ahora Colón...! Es hora de ponerse los pantalones largos, de darse cuenta de que si los errores se repiten, el tiempo es cada vez más corto para remediarlos. Se terminó un ciclo y ya debe comenzar otro. Se sabe cuál es la prioridad, habrá que trabajar seriamente en ella, porque de lo contrario, el final podría ser lamentable.