Colón llegó a 21 partidos, de Superliga, sin ganar de visitante...

Una deuda interna inconcebible que desnuda grandes fragilidades

El equipo no logró victorias afuera durante todo el 2019. Apenas los triunfos con Deportivo Municipal y Argentinos Juniors matizan uno de los grandes déficits, en un año con muchas paradojas y contradicciones.

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Ahí estuvo el empate...... En ese remate fallido de zurda de Leguizamón, quien hizo una buena maniobra adentro del área para eludir a un defensor, pero le pegó “pifiada” a la pelota y no le pudo dar dirección exacta, a escasos metros de un indefenso Zappa.

Foto: Matías Nápoli

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

Cuesta encontrar un año calendario sin una sola victoria como visitante. Se maquilla el cuadro de situación, porque Colón logró ganar dos veces por la Sudamericana; una fue en Lima, cuando venció a Deportivo Municipal y la otra fue en La Paternal, cuando derrotó a Argentinos Juniors. Pero por el torneo doméstico, los números son pésimos. Apenas un solo punto (el empate con Vélez de la mano de Comesaña) en 365 días. Algo que se amplía si se toma en cuenta la última vez que Colón ganó de visitante, el 14 de mayo del año pasado. Desde ese día (victoria ante Racing por 3 a 1 y clasificación para la Sudamericana de este año), pasaron 1 año, 6 meses y 27 días: un total de 578 días en los que se jugaron 20 partidos por Superliga y uno de Copa de Superliga, con sólo 4 empates y 17 derrotas (apenas el 6 por ciento de cosecha de puntos). En ese trayecto, hizo 15 goles y recibió 43, hubo diez partidos en los que no convirtió y lleva 11 derrotas consecutivas. Un verdadero desastre.

Los únicos partidos que se pudieron empatar fueron ante Patronato, Rosario Central, San Martín de Tucumán (todos éstos el año pasado) y el citado empate ante Vélez ya con Comesaña de entrenador y con un gol de penal marcado por el Pulga Rodríguez. Los dos primeros partidos habían sido dirigidos por Domínguez (Patronato y Central), luego llegó el punto en Tucumán (0 a 0 de la mano del Bichi Fuertes) y el 1 a 1 con Vélez de este año, en un partido en el que Colón fue ampliamente dominado en el primer tiempo y tuvo una buena reacción en el segundo.

Formó parte, también, de una de las tantas paradojas que ha tenido la campaña de Colón en estos últimos tiempos. Si algo se le destacó al equipo, con Lavallén de entrenador, fue la capacidad para reaccionar, para mostrar un temple que le había faltado en otros momentos de estos 578 días (que se convertirán en muchos más, hasta que el último fin de semana de enero haya que visitar a Central Córdoba de Santiago del Estero).

Mucho se habló de la llegada de un equipo de coaching para trabajar sobre el aspecto mental y levantar a un equipo de “mandíbula frágil” ante los golpes. Fue durante todo este proceso, también, que algunos entrenadores se refirieron o fueron captados por las cámaras con duras expresiones respecto de esta levedad de espíritu que el equipo mostraba para rebelarse ante la adversidad. Basta con recordar, simplemente, aquel “¡cagones!” de Domínguez, la noche que Huracán da vuelta el partido que Colón ganaba 2 a 0 y lo vence por 3 a 2, o las declaraciones de Julio Comesaña después de la derrota en Córdoba ante Talleres por 2 a 0 en marzo de este año, cuando dijo: “Tienen miedo de jugar; no nos olvidemos de que con estos mismos jugadores, Colón también venía perdiendo”, dijo el entrenador que apenas dirigió al equipo en cinco partidos.

Aquellas declaraciones de Domínguez y Comesaña se realizaron en un contexto en el que Colón venía con una preocupante sequía de resultados positivos de visitante, acumulaba muchas frustraciones fuera de Santa Fe y a partir de ese momento, nada cambió. Todo lo contrario, empeoró. Porque cuando Comesaña, hace nueve meses, dijo que los jugadores “tienen miedo de jugar”, ni siquiera se imaginaba que iba a pasar todo ese tiempo acumulando sólo derrotas fuera del Brigadier López. Un despropósito inimaginable e intolerable para un plantel profesional, mucho más cuando las paradojas de las que hablaba, durante este año tan raro, animaban al hincha y hacían que la ilusión creciera a medida que se iba avanzando a pasos agigantados en la histórica Copa Sudamericana.

Con Lavallén, en cadena, Colón acumuló ocho derrotas consecutivas de visitante en la Superliga. Arrancó con el debut ante Aldosivi (0-3), luego siguió con la derrota ante Gimnasia que marcó el final de la Superliga pasada (2-3). En este torneo, fue 0-2 con Huracán, 0-2 con Independiente, 2-3 con Lanús, 0-1 con Unión, 1-2 con River y 1-3 con Vélez. A eso se le suma lo de anoche con Bonaveri, obviamente el de menor responsabilidad en esta cadena de frustraciones que postró al equipo y lo condenó a una situación en la tabla de promedios que es preocupante, ya no pensando en el torneo que viene (donde arranca último sin contabilizar a los que asciendan), sino en este mismo campeonato.

Si los números gobiernan el fútbol, haber sacado el 6 por ciento de la cosecha como visitante en un año y medio es pésimo y condenatorio. Habrá que investigar a fondo los porqués, aunque siempre se llega a una conclusión: ningún equipo encadena una sucesión semejante de partidos perdidos —o ganados— sin un argumento futbolístico —a favor o en contra— que lo explique. Y Colón ha tenido, en todo este tiempo, la floja respuesta de un equipo que rendía a cuentagotas y una capacidad de reacción que se exhibía en Santa Fe, pero que faltaba a la cita cuando se jugaba afuera del Brigadier López.

Algunos equipos se acostumbran a ganar y otros se acostumbran a perder. Las rachas existen y la “vibra” —positiva o negativa— se siente y ayuda. Para sostener las rachas, hay que jugar bien y tener una identidad de juego. A Colón le costó mucho esto, si hablamos de lo futbolístico, y poco se ayudó con lo otro, que es el factor mental, para algunos tan importante en el fútbol casi hasta elevarlo al pedestal de fundamental. En ambos casos, lo futbolístico y lo anímico, Colón generó una deuda monstruosa cuando pisó terreno ajeno en la Superliga.

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Se viene el gol... Braian Galván ya le pega luego de una buena jugada personal, la pelota será tapada a medias por Zappa y se observa en la foto a Wilson Morelo, que recibirá el rebote y la enviará, con su cabeza, al fondo de la red.

Foto: Matías Nápoli

“¿Quién dirige?”

Llamó la atención a todos la presencia de Andrés Merlos como árbitro del partido, ya que el designado en primera ocasión había sido Silvio Trucco.

Claro que el partido se debía jugar el 9 de noviembre y fue suspendido a raíz de la participación de Colón en la final de la Sudamericana, pero en la cancha de Arsenal también llamó la atención a un hombre con vasta experiencia y trayectoria en estas cuestiones, como el gerente general, Ricardo Lavini.

A 45 minutos de iniciarse el partido, Lavini consultó al enviado de El Litoral: “¿Quién dirige?, porque por planilla lo tengo a Trucco, pero adentro está Merlos”. Parece que la gente de Superliga no actualizó la información oficial y se originó la duda.

Mal estado

Llamó la atención observar el mal estado del campo de juego de Arsenal. En varios sectores se observó la disparidad del césped, “quemado” en algunas partes y desparejo. Esto conspiró a la hora de poner la pelota contra el piso.

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El “bombero” de turno. Pablo Bonaveri se hizo cargo de una situación complicada, con un plantel que venía de un partido muy flojo ante Aldosivi y que enfrentaba a un duro rival. Planteó bien el partido en el primer tiempo y casi lo empata en el final. De todos modos, el resultado está bien. Lo acompañaron Silvio Azoge, Franco Saita y el profesor Ariel Ferraro.

Foto: Matías Nápoli

Bonaveri agradeció a todos

Pablo Bonaveri fue el único en hacer declaraciones en una noche que se había puesto fría en Sarandí. El entrenador interino valoró en varios pasajes de la charla la buena predisposición que vio del plantel, y dijo que “perder no le gusta a nadie, pero primero quiero agradecer a la dirigencia por confiar en un cuerpo técnico de inferiores, a Pancho Ferraro porque estuvo siempre presente y colaborando, y, por último, a los jugadores, porque se entregaron al máximo. Queda el sabor amargo de la derrota”.

Sobre la actuación del equipo, dijo que se fue “muy conforme con lo hecho en el primer tiempo, pasábamos de 4 a 5 en el fondo para cerrar los caminos por afuera, sólo nos tiraron un par de tiros de esquina y de pelota quieta en toda esa parte inicial. Ellos encuentran el gol en una jugada sucia, luego del empate hubo un bajón nuestro y al final, quizás, nos podríamos haber llevado el punto con la jugada de Leguizamón. Desde lo táctico, me quedo conforme, no con el resultado”, señaló.

Argumentó luego que “Arsenal tuvo dos situaciones claras después del gol, dejó de tener el control del juego por bajo y luego, cuando estuvimos posicionados más arriba, nos descuidamos un poco y ellos nos atacaron. Eso era lógico porque se abrían espacios que antes no existieron”.

A propósito, explicó que “con Alex Vigo hablamos de que cuando la pelota estaba por el sector opuesto, armábamos línea de cinco con él cerrando por atrás de Gastón Díaz y con Gastón puesto en posición de central; luego, Alex salía para hacer el mano a mano con Papa. Salió bien desde mi punto de vista”.

También explicó la salida de Galván y dijo que “lo notaba cansado, estaba un poco acalambrado, queríamos darle un poco más de aire en los últimos metros”.

Por último, el técnico de la reserva dijo que “vi un gran grupo humano, este grupo es el segundo mejor equipo de Sudamérica, estoy muy agradecido a ellos porque la predisposición que tuvieron fue total”, y se despidió diciendo que “con Pancho tuvimos una charla personal luego del partido, pero a los jugadores no les dijo nada”.

Almirón habría dicho que no

Jorge Almirón era el entrenador que tenía las mayores posibilidades de hacerse cargo del plantel profesional. Si bien no se encuentra en el país, ya recibió la oferta económica de la dirigencia de Colón y tenía que contestar, pero la respuesta fue negativa.

En Sarandí estuvieron presentes José Néstor Vignatti, Patricio Fleming y ambos fueron acompañados por Roberto Aduriz, ex dirigente y activo colaborador de la institución en Buenos Aires. No se lo vio a Darrás en la cancha, pero se dijo que estuvo presente en la reunión de Superliga.

Vignatti y Fleming no hicieron declaraciones y encomendaron a Ferraro, el director deportivo, quien tampoco habló. En dos ocasiones fue requerido por el enviado de El Litoral y no contestó absolutamente nada respecto de la situación del nuevo entrenador. Durante la semana, Ferraro había declarado que era inminente el acuerdo con el nuevo DT, pero por lo visto todavía se siguen discutiendo detalles finos y determinantes. Inclusive, la idea era que se terminara antes del encuentro con Arsenal, a fin de poder informar a los jugadores el día de regreso a los entrenamientos y la pretemporada.

En el estadio de Arsenal, estuvo presente Jorge Luis Burruchaga, pero por lo que pudo saber El Litoral, no hubo ningún contacto de la dirigencia con el campeón del mundo en México, que inició su carrera, precisamente, en el club de Sarandí.