PROYECTO MUSICAL “APEGO”

Exorcizar una extranjería sin fin

La propuesta colaborativa desarrollada por Cecilia Arellano intenta acercarse a un territorio musical atravesado por las migraciones. Implica la composición, producción y grabación de canciones con poemas y textos en prosa de Cecilia y con co-autorías de Eduardo Penz (Suiza), Martín Sosa (Santa Fe) y Fernanda Cabral (Brasil).

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Cecilia Arellano, en uno de sus proyectos: el dúo que conforma junto a Sebastián Pérez.

Foto: Gentileza producción / Archivo El Litoral

 

Juan Ignacio Novak

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En el mapa biográfico de Cecilia Arellano hay que rastrear la ubicación de sus proyectos artísticos. “Nací en Rosario, crecí en SÆo Paulo por el exilio de mis padres, estuve cinco años en Holanda donde me diplomé en canto, viví siete años en Suiza, luego SÆo Paulo y nuevamente Argentina”, cuenta. En todos esos puntos del globo, además de cantar, estuvo al frente de coros y produjo espectáculos. “Sé que más allá de eventuales aspectos geográficos, la extranjería es un estado del alma y que el sentido la pertenencia, para algunos, es un desafío diario”, admite. Por todo eso, el desarrollo de “Apego” es casi natural: se trata de un proyecto colaborativo que abraza un territorio musical imaginario: aquel que ha sido trazado por las migraciones. “Los desencuentros de lenguajes, los códigos desconocidos, los malos entendidos, las lenguas extranjeras y sus musicalidades son las materialidades que dan cuerpo a este trabajo”, cuenta la propia impulsora.

Básicamente, es un espectáculo que recibió la beca de creación musical del Fondo Nacional de las Artes 2018 para este proyecto. Está dirigido e interpretado por Cecilia a partir de canciones y textos suyos y contiene la participación en coautoría de tres compositores. Implica la composición, producción y grabación de canciones con poemas y textos en prosa de Cecilia y con co-autorías con Eduardo Penz (Suiza), Martín Sosa (Santa Fe) y Fernanda Cabral (Brasil). Las obras se lanzarán en las plataformas digitales y distintos canales de difusión entre marzo y junio de 2020, culminando con el espectáculo programado para julio. La propia cantante brindó detalles de la iniciativa.

—La tesis sobre la cual se edifica “Apego” es interesante: hay una reivindicación de los aspectos supuestamente negativos de la migración (códigos desconocidos, malos entendidos, lenguas dificíles de entender) en tanto los utiliza como materialidades para dar cuerpo al proyecto. ¿Cómo fue el origen de la idea y cómo se dio el proceso hasta convertirla en una propuesta?

—Ser extranjero es una consecuencia primera y directa de la migración, y cuando esta fue forzada y se extiende en el tiempo, suele ser una experiencia cargada de dolor. “Apego” procura exorcizar una extranjería sin fin, estaría mintiendo si no admitiera que es la mía. Me atrevo a decir que nadie elige salir de su país si no es por alguna insatisfacción o necesidad importante; la falta de trabajo, la guerra, la discriminación o por una especie de soledad cultural, la búsqueda de una expresión artística-cultural que en el país de uno no es posible desarrollar por falta de políticas culturales, de pares, o de todo eso junto. Dejar la lengua madre, los paisajes, la familia, las redes humanas reales, los códigos, los amigos y el trabajo, por citar las perdidas más inmediatas, tiene un precio alto, fragmenta el corazón de la identidad, aún comprendiendo la complejidad de este termino. “Apego” posee una carga dramática importante en su música, pero también tiene mucha plasticidad de lenguajes. Las canciones hablan y comunican un estar y aprender de lugares nuevos y su otredad, la capacidad de reconstruir un hogar, la potencia de las raíces y del amor como motor y sanación de todo.

Aportes

—¿Cómo se sumaron a la iniciativa Eduardo Penz, Martín Sosa y Fernanda Cabral y qué aportó cada uno de ellos?

—Yo los convoqué pues son colegas compositores con quién siento una hermosa empatía humana, estética y musical, y que son también parte del recorrido de los países en que viví. Me siento afortunada por estas parcerias -como se dice en Brasil-, encontrarse en el medio de tanto movimientos de países es una especie de milagro que celebro en “Apego”. Cada uno de ellos aportó desde su lenguaje musical y luego lo fui mezclando con el mío; hay presencia del jazz, de la polirritmia heredada del África, ritmos brasileños y de la música antigua parte fundamental de mi recorrido- con la inclusión de la viola da gamba. Tengo el también el honor de contar con la participación del excepcional compositor brasileño Sergio Santos.

—En el proyecto hablás de “la imperiosa necesidad de rearmar los mapas personales para sobrevivir” y del “efecto de andar con el alma traducida en la extranjería” y de las “confusiones de lenguas y sus musicalidades”. ¿Podría pensarse en la estructura de “Apego” como una posibilidad para a otras disciplinas artísticas?

—Creo que la extranjería y sus consecuencias atraviesan al ser humano en diferentes dimensiones; en cierto punto nadie es del todo “local”. “Apego” aborda puntos universales, con lo peligroso de esa palabra, invita a la reflexión y a la empatía de la otredad. El espectáculo contará con el cruce de otras artes y las canciones serán lanzadas en todas las plataformas digitales a partir de febrero, hay dos video clips que acompañan el lanzamiento.

Puente musical

Durante 2020, Cecilia tiene previsto llevar a Europa dos de sus conciertos: “Apego” y “Del sur del mundo”, un proyecto colaborativo con el violinista Christian Neff, de Basilea, Sebastián Pérez y Fabián Pínnola, con el cual ya estuvo de gira por Suiza e Italia en septiembre de 2019. “Haremos música y poesía propias y de compositores latinoamericanos. Daremos también algunos seminarios. Hasta ahora están confirmados Suiza, Italia y España. La expectativa es continuar un puente musical que nació hace muchos años y que ahora sigue con un trabajo de autoría propia”, contó.

Con prefacio de Fandermole

—En abril presentaste, junto a Mario Martínez, el libro “La voz popular”. ¿Qué repercusión tuvo en estos meses?

—“La voz popular” viene siendo una bella experiencia de dialogo con cantantes, colegas, profesores, estudiantes, musicólogos y pensadores de la cultura. Cada uno de nosotros, Mario y yo, lo ha llevado a sus respectivos espacios artísticos y de docencia, en Argentina y también en Suiza, Brasil y Ecuador y nos sorprende con alegría la avidez del público por las temáticas abordadas en el libro. Se ve que había necesidad de poner esas preguntas sobre la mesa para que podamos ir juntos elaborando respuestas. Son temas que atañen el cotidiano de cualquier persona que se dedique al canto sobre todo en la música popular, pero también en el académico. En efecto, el libro está agotado y en febrero saldrá la segunda edición con un bellísimo prefacio de Jorge Fandermole.