Por Susana Elena Dalle Mura (*)
Por Susana Elena Dalle Mura (*)
El 26 de marzo de 1991 se suscribió entre la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay el Tratado de Asunción, fundador del Mercado Común del Sur (Mercosur). En el año 2012, recién sumamos un nuevo miembro: la República Bolivariana de Venezuela (actualmente suspendida) y en el año 2015 solicitó su ingreso la República de Bolivia (en proceso de adhesión), totalizando a futuro seis miembros plenos. También existen Estados asociados. En la actualidad son: Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana y Surinam, y como observadores, entre otros: México y Nueva Zelanda.
El pasado inmediato del tratado citado se debe a dos presidentes sudamericanos que comenzaron la integración argentino-brasileña (1985). En la década del 90, ese acuerdo es reconfigurado, intentando dar una señal de paz y democracia en aras de evitar los conflictos regionales del pasado. El Mercosur nació de la matriz del modelo neoliberal e inspirado en el Consenso de Washington (1989), con escasa participación de sus pueblos. Esa situación continuó hasta la aparición de una resistencia a esa matriz neoliberal. En ese momento, el Mercosur comenzó a transformarse con el “No al Alca” (Alianza de Libre Comercio de las Américas: una zona de libre comercio propuesta por los Estados Unidos desde Alaska a Tierra del Fuego); en la realidad, era poner límites al Consenso de Washington. Esa epopeya del “No al Alca” fue un sí a la integración y un sí a la unión de los pueblos sudamericanos, antecedente fecundo de la actual Unasur, integración política de toda la América del Sur.
Marchas y contramarchas
Hoy, el Mercosur está inmerso en las marchas y contramarchas típicas de todo proceso de integración. Por ejemplo, el Acuerdo Unión Europea-Mercosur fue planteado desde el año 1999 para reencauzar las negociaciones entre los dos bloques y tuvo hasta ahora numerosos obstáculos, pero aparentemente, se podría concretar este año. Tampoco se descarta que la UE, se lance también hacia una “alianza estratégica” con la Argentina, como ya tiene con otros países como México y Brasil. Esto no requiere una gran negociación y los beneficios podrían ser amplios: mayor intercambio comercial y una profundización de los acuerdos de cooperación bilaterales. La Argentina, Brasil y Paraguay, el año pasado, expresaron su oposición a la asunción de la presidencia pro témpore del Mercosur por parte de Venezuela, en un contexto de tensión en el bloque, en el momento en que el Mercosur se preparaba para profundizar las negociaciones con la Unión Europea. Algunos analistas creen que la integración del Mercosur con la Alianza del Pacífico podría debilitarlo. Sin embargo, la Argentina está impulsando una serie de medidas para trabajar con ese bloque regional que conforman: Chile, Perú, Colombia y México.
El Mercosur reúne más de 13 millones de kilómetros cuadrados, 275 millones de habitantes y un PIB equivalente a más de 4 billones de dólares. En un reciente viaje del presidente argentino a Chile, inició un camino de colaboración en la relación de ambos bloques, propiciando el libre comercio con una mayor integración y exportaciones de calidad. Recordemos que la Alianza del Pacífico fue creada en el año 2011, por el impulso del ex presidente peruano Alan García, como un foro regional. Es un bloque conformado por los cuatro países anteriormente nombrados, con más de 200 millones de habitantes, un tercio del PBI de América Latina; ideado para contrarrestar la creciente influencia bolivariana del Alba (sigla que significa Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América), impulsada por el ex presidente venezolano Hugo Chávez Frías.
Barajar y dar de nuevo
En el manifiesto inaugural de la Alianza del Pacífico (Declaración de Lima), sus socios fundadores pretendían avanzar, progresivamente, hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Los Estados Unidos impulsaron este nuevo foro de reposicionamiento regional, para contrarrestar el avance chino e impulsar su ambicioso proyecto, el Acuerdo Transpacífico (TPP). Este nuevo escenario político global genera una nueva oportunidad de negociación y un nuevo impulso histórico para el Mercosur. El año pasado surgió a nivel regional “la llamada teoría del Cisne Negro”: situaciones inesperadas que despertaron al bloque de su largo letargo en un contexto político y económico internacional incierto.
El intempestivo desorden mundial debe recomponer y crear nuevas alianzas en el contexto del Mercosur. Si la Argentina y el Brasil no relanzan y mejoran sus relaciones bilaterales, será difícil fortalecer este bloque. Hay una nueva oportunidad histórica. Si bien ambos están en situaciones complejas, los dos son rivales, socios y hasta vecinos. A casi veintiséis años de su fundación, el Mercosur tendrá que hacer un inconmensurable esfuerzo, para relanzarse y lograr una nueva reinserción internacional.
El Mercosur plantea un camino con senderos que se bifurcan. Su dilema hoy consiste en profundizar la integración regional, sin acuerdos extrarregionales o crear las oportunidades estratégicas para que cada uno de los países miembro, aunque sea parcialmente, asuma un regionalismo abierto. Eso permitiría a los Estados no encerrarse en el Mercosur y abrirse a nuevos acuerdos. Lo crucial en estas decisiones a tomar es que configurarán, definitivamente, el proceso de integración para las próximas generaciones.
La República de México, sin dudas, podría convertirse no sólo en una socia fecunda sino también en nuestra llave maestra hacia la Alianza del Pacífico. El Brasil es el séptimo socio comercial de ese país y la Argentina, el vigésimo primero. Por lo tanto ambos podrían mejorar potencialmente sus relaciones con México a la par que este país escale en su conflicto con los EE.UU. Al fin de cuentas, los tres países tienen los tres mayores PBI de América Latina (2016) y son los únicos miembros de esta región que integran el G 20 (las veinte mayores economías industrializadas y emergentes del orbe). Quizás Donald Trump en su torpeza de querer construir nuevos muros en pleno siglo XXI, no sólo nos ayude a relanzar el Mercosur, sino también hasta sumar estratégicamente, a su ex socio y vecino.
(*) Escritora. Seleccionada por la Universidad de Bolonia, representación Buenos Aires, para asistir al Módulo Jean Monnet sobre Relaciones entre la Unión Europea y América Latina (2005).