Gabriel Rossini
Gabriel Rossini
El jueves por la tarde, la comunidad de Acebal, una localidad del sur de la provincia cercana a Rosario, se movilizó en defensa de la industria del calzado, afectada muy fuertemente por la apertura indiscriminada de importaciones, el contrabando hormiga en fronteras que son un colador y la caída del consumo interno.
El sector es el pilar de la economía de esa localidad -y de muchas de la misma región- ya que, según fuentes gremiales, el 50 por ciento de la población activa, alrededor de 350 familias de los 6 mil habitantes que la integran, dependen de esa fuente de trabajo.
De acuerdo al Observatorio de Importaciones de la provincia de Santa Fe, datos difundidos por el ministro de la Producción Luis Contigiani en su cuenta de Twitter, hasta el 8 de julio de este año ingresaron al país 15.865.505 de pares contra 12.270.657 del mismo período de 2016 y 9.021.621 de 2015. Un 80 por ciento más en dos años.
La situación del sector encendió todas las alarmas en los dirigentes políticos más importantes de la provincia. Por un lado, el gobernador Miguel Lifschitz se mostró preocupado por algunos “datos de la realidad” como la situación en esta localidad y enfatizó que no se trata de una situación aislada: “Esto se va repitiendo con distintos episodios en todo el territorio provincial y genera inquietud” y advirtió por algunas situaciones que podrían ocurrir después de las elecciones de octubre más allá de quien gane las elecciones.
Por el otro, el senador Omar Perotti presentó en la Cámara de Alta un proyecto pidiendo al gobierno que adopte las medidas necesarias para la protección de la industria del calzado que pasó de producir 125 millones de pares en 2015 a 111 millones en 2016 e insta a informar “las medidas que está instrumentando ante las suspensiones y pérdidas de puestos de trabajo producidas por el impacto negativo de la apertura de importaciones y caída de consumo, entre otros factores.
En el transcurso de 2017, según el senador nacional, ya cerraron 4 fábricas en la provincia: Janday en Rosario, Primeros Pasos (Zavalla) y Pirri y La Huella en Acebal.
En Acebal hace 80 años que produce zapatos y en la actualidad hay 35 fábricas. Hay además talleres, costureros manuales, fábricas de cajas de cartón, comisionistas y una serie de actividades vinculadas. Por la caída de las ventas, los fabricantes -tal como lo admitieron en entrevistas periodísticas- es la primera vez que están juntos para enfrentar esta situación.
El reclamo por las consecuencias de la apertura indiscriminada de las importaciones sobre el entramado de las pequeñas y medianas empresas de la provincia ha sido una constante del gobierno provincial, los sindicatos y un sector de la dirigencia gremial empresaria. La creación del Observatorio de Importaciones fue una de las herramientas que se crearon para medir el impacto.
El caso de los zapatos no es el único. Medidos el primer trimestre de 2017 contra mismo período de 2015 el ingreso de caramelos blandos aumentó el 184 por ciento, muebles de madera el 101, de cuadernos 3.311, heladeras 236 y pantalones de jeans 212 por ciento, entre otros.
Seguramente y como consecuencia de la visibilidad que tomó el problema, el lunes habrá funcionarios nacionales y dirigentes santafesinos del oficialismo que prometerán soluciones. Así pasó en el resto de las empresas en problemas. Pero sólo serán paliativos, ayudas, mientras discuten la tasa de interés, el precio del dólar, las inversiones en Lebac y la próxima licitación de Letras del Tesoro.