Ivana Fux
La firma del Pacto Fiscal y la posición del Partido Socialista sobre las reformas que impulsa el gobierno nacional. El radicalismo busca ponerle fin a la “flexibilidad” interna.
Ivana Fux
“Yo no sé quién inventa esa guerra interna”, se preguntó públicamente esta semana Antonio Bonfatti, cuando los periodistas lo consultaban acerca de sus diferencias con Miguel Lifschitz. Algunas veces, esas discrepancias quedaron más en evidencia que otras. Por ejemplo, cuando el actual gobernador tildó de “soberbio” a su antecesor por expresiones que fueron interpretadas como un paralelismo entre la voluntad popular que eligió a Adolf Hitler y la que también ungió a Mauricio Macri. Días atrás, pareció emerger un nuevo encontronazo a raíz de la firma del Pacto Fiscal. Sólo tres días después de que Lifschitz lo suscribiera, el Partido Socialista nacional que preside Bonfatti, emitió un documento rechazando las reformas nacionales y advirtiendo que el actual gobierno nacional tiene un “claro perfil” de derecha. “¿Ustedes leyeron lo que firmó el gobernador?”, reprendió el diputado socialista Rubén Galassi a los trabajadores de prensa cuando lo consultaban sobre la eventual paradoja. “No tiene nada que ver con las leyes laboral, previsional y tributaria que son de carácter nacional”, completó. Lifschitz, frente a la misma consulta, dijo no ser partidario “de analizar todo en dos colores; en blanco y en negro”, y aclaró después que no había vinculación entre el acuerdo fiscal y las futuras reformas. “No busquen contradicciones donde no las hay”, volvió a retar Galassi para despejar las dudas. Es que el episodio se dio en medio de una estrategia política del Partido Socialista que pretende sacar del centro de la escena esas disputas internas entre sus principales líderes. Los últimos resultados electorales adversos no dan margen para tanta escaramuza, más aún cuando al radicalismo que fue hasta aquí su principal aliado, acaba de emitir un documento en el que advierte que para los comicios de 2019, dicha fuerza deberá “unificar su rumbo político y electoral”. El escrito fue la resultante de un cónclave del que participó el propio vicegobernador Carlos Fascendini. Unificar el rumbo político y electoral significa que “toda” la UCR deberá estar en el Frente Progresista o en Cambiemos. No más medias tintas ni tanta flexibilidad como la que se permitió en las legislativas de octubre.
Ésa es una discusión que aún está en ciernes. Antes, el socialismo programa para el mes que viene una serie de eventos con los que buscará relanzar el Frente Progresista. Para eso también fueron las reuniones de esa semana en las que -como se dijo- sus principales referentes no evitaron las fotos compartidas. Ser y parecer. Hubo un primer encuentro el martes en la Casa Gris con Lifschitz, Bonfatti y otros referentes socialistas. Hubo un nuevo contacto institucional para discutir el alcance del Pacto Fiscal el miércoles, donde el gobernador invitó y Bonfatti concurrió. Esa misma tarde, también se reunió la junta provincial del partido que otra vez retrató al gobernador y su antecesor, juntos. “Yo no sé quién inventa esa guerra interna”, había dicho Bonfatti. “Nosotros tenemos un proyecto que nació hace muchos años. Y hay algunos interesados, que vaya a saber por qué, hablan permanentemente de diferencias que no las tenemos. Podemos tener diferencias circunstanciales en algunos hechos puntuales, pero de ninguna manera esto va a mellar nuestros objetivos y lo que nosotros nos proponemos”. Parecer y ser.