Tras el masivo festejo de cierre de año y las actividades del domingo 17 en La Esquina Encendida, el funcionamiento de los espacios dependientes del Ministerio de Innovación y Cultura se desarrollará con ciertas particularidades durante la temporada estival.
El Molino, Fábrica Cultural, ubicado en bulevar Gálvez al 2300, abrirá durante el mes de enero de lunes a viernes, en el horario de 10 a 14. En febrero, retomará sus días y horarios habituales.
La Redonda, Arte y Vida Cotidiana, emplazada en Salvador del Carril y Belgrano, retomará sus actividades y abrirá al público recién a partir del mes de febrero.
En el caso de La Esquina Encendida, para quienes hayan hecho la correspondiente inscripción, el espacio estará abierto durante enero y febrero con sus actividades de verano, para disfrutar de las renovadas instalaciones de su sector de piletas.
La Redonda, Arte y Vida Cotidiana es “un antiguo taller de locomotoras que cambió el rugir de las máquinas por el ritmo y la energía de los niños, jóvenes y adultos compartiendo momentos inolvidables. Una ronda de juegos y libros, de escritura y danza, de expresión y contemplación”.
Se presenta además como “un lugar donde el arte y el arte de vivir, la vida cotidiana, se entrelazan; donde la cultura no es vivida como algo lejano, inalcanzable, ni para mentes entrenadas o paladares exquisitos. Un espacio para recuperar rituales y ceremonias del juego, para reencontrarnos con lo sensible, con las emociones, con la imaginación”.
La Esquina Encendida es “un lugar de cruce entre la creación, la formación y el juego, donde los jóvenes toman un rol protagónico que luego se extiende a todas las edades. Un espacio pensado y repensado para quienes deseen acercarse a las manifestaciones de la cultura, el trabajo, el deporte y la recreación”.
Es descrita a su vez como “un ámbito de aprendizaje y enseñanza de oficios, con procesos a corto y largo plazo, y dispositivos lúdicos, conforman este ámbito múltiple de convivencia social para todas las edades”.
El Molino, Fábrica Cultural se erige como “un antiguo molino harinero que hoy conjuga creación y producción, sobre la base de comprender la construcción como poesía y el trabajo como un proyecto colectivo. Una fábrica cultural que busca el contacto con las materialidades más nobles y la articulación de programas de construcción intergeneracional, vivencial y lúdico para todas las edades, como una forma de contribuir al fomento de los vínculos afectivos y sociales”.
Una de las definiciones elegidas por sus creadores, la señala como “una usina de múltiples lenguajes y de acceso a bienes culturales; un espacio para jugar, aprender y compartir entre chicos y grandes”.