Leonardo Pez
La vuelta del emblemático grupo de los ’90 y la llegada a los Grammy Latinos del grupo de los hermanos Cortés fueron hitos de la escena local.
Leonardo Pez
Desde la Estación Belgrano hasta Las Vegas, la escena local dio muy buenas muestras de vigencia. La mítica banda de los ’90, liderada por Rodrigo González, convocó a diez mil personas en su reencuentro tras siete años. Mientras que el cuarteto ponderado por Eduardo Bergallo abrió los Grammy Latinos con “Antonia”.
La Cruda: Rescate emocional
El domingo 24 de septiembre, y luego de la reprogramación por cuestiones climáticas, La Cruda volvió a tocar para el público santafesino, en el marco del Primavera Rock. Sobre el escenario ferroviario, al costado de la Estación Belgrano, mostró su mejor versión la formación original integrada por Rodrigo “Negro” González, Tristán Ulla, Martín Zaragozi, Leonardo Moscovich y Javier “Mono” Farellli.
La reunión, luego de siete años, surgió de una idea del Subsecretario de Programación Cultural de la Municipalidad, Eduardo Bavorovsky, que coincidió con los primeros acercamientos de los integrantes de La Cruda. Contó el funcionario a El Litoral: “Venía charlando con el Negro González por su proyecto solista (Experimento Negro), y en un momento, me dejó entrever que se estaban volviendo a juntar, de a poco. Le dije que el Primavera Rock era el contexto indicado para tocar, y que iban a estar dadas todas las condiciones para hacerlo”.
Los viejos amigos de Guadalupe, no tan jóvenes como en el ‘95, se estaban volviendo a frecuentar en peñas. “Primero en la casa del ‘Mono’, después en la de Tristán. Cuando estaba a dos días de hacer la peña en mi casa, se dio la reunión con Eduardo”, dice Rodrigo González. “Era una oportunidad bastante fija de organizar algo este año y que no se nos escape. Además, era bueno para sanar algunas heridas entre nosotros y devolverle algo a la gente después de tantos años de silencio”.
Después, llegó el turno de ensayar. Para el cantante, “estuvo buenísimo volver a juntarnos en la sala”, aunque “al principio me tomó por sorpresa, porque me di cuenta de lo que me exigía La Cruda a la hora de cantar. La Cruda me exige mucho oxígeno, mucho grito, mucho poder; a diferencia de Experimento Negro, donde tengo temas más tranquilitos. A mitad del primer ensayo, quedé exhausto. Al segundo fui más concientizado, vocalizaba antes de cada ensayo. Hasta que me terminé acostumbrando”.
Ritual crudo
El ritual inició con tres palabras que sintetizaron el espíritu de la noche: “Sabio es volver”. Además de “Tiempo en reversa”, la banda hizo un recorrido por su discografía (dos álbumes editados y uno inédito) que incluyó “Cruda M”, “Migral”, “Cruce hormonal”, “Humanidad”, “Resbalando”, “La conexión delirada”, “Vida mordida”, “Se huele”, “Perdió”, “Mono”, “Mago Sol”, “Piel”, “La voz del limbo”, “Figurado”, “Agua en las bocas secas” y “La tentación”.
Rodrigo lo define como “una locura hermosa”. “Recuerdo que entré por la parte de atrás del predio y no vi la gente hasta el momento de salir a tocar. Me llevé una sorpresa enorme al ver miles y miles de personas ahí, amontonadas, esperando que la banda toque. Fue una sensación realmente hermosa, de paz y de amor por la música. Porque me reencontré con amigos de diferentes generaciones que fueron con sus hijos. Todo estuvo perfecto, todos estaban celebrando”.
En cuanto al despliegue de la banda, el vocalista contó: “Sentí muy bien a la banda, en muy buen estado. Todos estamos más maduros y, creo, mejor musicalmente. Lo viví como un ritual crudo, como hace mucho tiempo no veía, y la felicidad brotaba por todos lados. Hermoso, sorpresivo. Todos felices”.
Recital y después
En palabras de Eduardo Bavorovsky, aquel domingo primaveral “fue un hito importante para la ciudad” por la cantidad de personas, alrededor de diez mil, “algo que no es habitual en los recitales de Primavera”. Y amplió: “La Cruda forjó una mística en el rock local. Es una banda con un power y una fuerza visceral que se mantiene a lo largo del tiempo. Tenían la obligación de volver y devolver a quienes disfrutamos esa época de la banda”.
Finalmente, puntualizó: “Las políticas culturales tienen que ser políticas de Estado. Estoy convencido de que el Estado municipal tiene la obligación de rescatar el patrimonio cultural de la ciudad. El año pasado lo hicimos con Carneviva y este año con La Cruda”.
Por su parte, el Negro González se animó a hablar del futuro de La Cruda. “No tengo ni puta idea si va a pasar algo más adelante. Por el momento, me dedico a disfrutar del hoy. Sería irresponsable de mi parte prometer algo así, cuando todavía estamos en medio de nuestros laburos personales. En este momento, todos estamos grabando material nuevo. La Cruda es como nuestro hobby, lo cual está buenísimo. Porque, durante mucho tiempo, fue nuestro laburo y eso nos llevó a tener un montón de quilombos”. Y remató: “Si surge un recital, como la vez pasada en Rafaela (sábado 9 de diciembre), alucinante. Somos felices tocando esas canciones, y si el día de mañana está todo bien y podemos grabar algo más, bienvenido sea”.
Sig Ragga, mirando el horizonte
Un jueves 16 de noviembre, se llevó a cabo la 18a. edición de los Latin Grammy, un evento que tuvo un sabor especial para los santafesinos. Sig Ragga, la banda surgida desde el reggae hace veinte años en la escuela Domingo Silva, fue la encargada de abrir la ceremonia. Gustavo Cortés, cantante y tecladista, recordó junto a El Litoral cómo y dónde recibió la noticia. “Estaba cocinando en casa, cuando me llamó Eduardo Bergallo (ingeniero de sonido) y me contó que estábamos invitados a tocar en un tributo a Alejandro Sanz que se hacía el día anterior a la entrega de premios. Dijimos que no, porque no nos gusta lo que él hace y no nos veíamos haciendo nada de él. Nos respondieron que estaría buenísimo si queríamos ir lo mismo a tocar un tema”.
La noticia logró sorprender al cuarteto, nominado en siete oportunidades. “Fue un shock”, resume Tavo. “Era algo muy importante y que nos dio mucha alegría, una vidriera enorme. A la vez, nos surgieron preguntas sobre el contexto: ¿cómo sería tocar ahí?, ¿podíamos hacerlo con los trajes? Al final nos dejaron hacer exactamente lo que queríamos”.
Interrogantes
La propuesta de Sig Ragga desborda el lenguaje musical, para internarse en otras arenas que dialogan con las artes plásticas, el cine, el teatro y la literatura, siempre con una mirada alternativa o deconstructiva del sentido común. Por eso no sorprende que los músicos señalen las contradicciones de tocar en “un ambiente, en el que, en su mayoría, la música es hipercomercial y, a nivel discursivo, se escucha mucha misoginia. Teníamos muchos interrogantes y miedos de quedar tergiversados, fuera de contexto. Sentimos que, desde lo discursivo e ideológico, Sig Ragga no tiene mucho que ver con eso. A la vez, son cosas inevitables y que nos pasan todo el tiempo, porque también cuando vamos a un festival, tocamos con bandas que no tienen nada que ver a nivel artístico, o en festivales organizados por empresas monopólicas. Uno pone en una balanza y, a la vez, necesitamos tocar y mostrar lo que hacemos y no quedar marginados”.
La canción elegida fue “Antonia”, incluida en el más reciente de sus álbumes, “La promesa de Thamar” (2016). “Nos pareció propicio por varias razones. Era una forma de defender en vivo el tema nominado que, además, es la apertura del disco. Es uno de los primeros temas que salió cuando estábamos componiendo. Tiene un valor especial porque es un regalo que le hice a Nico (González) y Sofi por el nacimiento de su primera hija, Antonia”.
Muy positivo
Salvando las dudas previas y las diferencias ideológicas y artísticas, el vocalista valora como “muy positivo” el recital de apertura en el Mandalay Bay Convention Center. “Fue un paso importante para el grupo. Quedamos muy conformes con cómo se vio y se escuchó. Todos los técnicos del lugar fueron muy atentos y cuidadosos. No me esperaba eso, pensé que nos iban a apurar con los tiempos en la prueba de sonido. Prejuicios que uno tiene por no saber qué puede pasar”. Antes de tocar, “teníamos muchos nervios. En general, cuando uno está nervioso, se va aflojando a medida que avanza el show. Acá no podíamos fallar: era una sola canción, en vivo y televisada para todo el mundo. Por eso lo preparamos y ensayamos mucho, y eso nos permitió ejecutarlo bien”.
Luego de la interpretación de “Antonia”, la banda tuvo muy buenas devoluciones. “Se nos acercó mucha gente. Desde ingenieros de sonido -el que nos hizo sonido en vivo y en la transmisión- hasta gente de los Grammys que estaba como encantada con nosotros. Nos dijeron que quedaron sorprendidos por la profesionalidad del grupo y lo bien que sonaba. También se nos acercaron otros artistas. Fueron muy amorosos con nosotros”.