Enrique Cruz (h)
Dice desconocer que su apodo viene por el parecido con el inolvidable José María Gatica.
Enrique Cruz (h)
Dice desconocer que el apodo “Monito” viene de su parecido con el recordado José María Gatica, aquél boxeador que admiraba a Juan Perón —era mutuo— y que protagonizó duelos inolvidables en la década del 50 con el rosarino Prada. “Me lo puso un técnico que tuve hace muchos años... No fue el único sobrenombre, tuve varios”, cuenta Facundo Silva en su visita a Café con Fútbol, el programa que ahora cambió de horario en la pantalla de Cable y Diario y se emite los lunes a las 19 con repeticiones.
A los 29 años, su listado de equipos en los cuáles militó es variado. Inclusive, criado en Sarandí (hizo inferiores y debutó en Arsenal), tuvo momentos importantes y otros en los que debió “remarla”, pasando de jugar en la máxima categoría a hacerlo en el Argentino, cuando vistió, por ejemplo, la camiseta de San Martín de Tucumán, de San Jorge de esa ciudad y también la de Central Córdoba de Santiago del Estero.
—Un trotamundos, Facundo...
—Sí... Viví en varias ciudades pero me fui adaptando. Lo más cercano a Santa Fe fue Tucumán. Allí viven el fútbol como acá. Y si bien me tocó jugar en el Argentino A, lo hacíamos siempre a cancha llena.
—¿Y tus orígenes?
—Arsenal... Yo me iba todos los días en tren desde La Plata hasta Sarandí... Viví en la pensión y llegué a Primera. Tengo los mejores recuerdos de ese club. Cuando yo estuve, estaba todo prolijito y ordenadito.
—¿Don Julio iba?
—En el club no lo ví nunca. A Julito y a Humbertito sí, pero a don Julio ví una sola vez. Mi papá tuvo un poco más de trato con él. Y en mi caso, fue una vez a mi pueblo y ahí estuve charlando con él. Me pareció una persona muy cordial.
—¿Qué técnicos tuviste ahí?
—Varios, entre ellos Gustavo Alfaro. Mis recuerdos son muy buenos en ese club. Después, no puedo dejar de desconocer todo lo que viví en Mendoza, porque agarré una buena época de Godoy Cruz, acostumbrándose a estar siempre encumbrado y en copas internacionales.
—Titulé en el diario que “por fin alumbró el fútbol de Colón”. ¿Estás de acuerdo en que se jugó bien?
—Hicimos un buen partido. En mi caso, por fin pude ponerme bien, porque la verdad es que me persiguieron las lesiones y me sentía en deuda con Eduardo (por Domínguez, el técnico) y los dirigentes. Salió todo tal cual lo planificó Eduardo. El nos dijo todo lo que iba a pasar en el partido.
—¿En qué puesto te sentís realmente cómodo?
—En el medio jugué en todas las posiciones, tanto de volante por los costados, como de interno o de doble cinco.
—El domingo se jugó un 4-3-1-2 y la sensación es que tanto vos como Estigarribia estuvieron muy cómodos, jugando bien cerrados al lado de Fritzler. ¿Compartís?
—Sí, claro. A mí me gusta jugar de doble cinco, pero te repito que jugué en todos los puestos y que cuando me tocó estar en un equipo que se paraba 4-4-2, lo hacía como volante por el costado, con un ida y vuelta constante y distinto al que tenés cuando estás de doble cinco o cuando te parás como “8” en un 4-3-1-2 como ocurrió el domingo.
—Se nota que te gusta de doble cinco porque hubo una jugada en la que te desprendiste para aparecer como “9”. ¿Te acordás?
—Sí, claro. Fue en el primer tiempo, cuando abrimos la pelota hacia la derecha y observé que se producían claros en la defensa. Es que “Chanca” (por Chancalay) se había tirado por derecha y fue el que no me tiró el centro (risas)... A mí me gusta aparecer por sorpresa y esa es una de las cosas que un doble cinco puede hacer.
—El tema es cuando entra el Polaco...
(Risas) —El Polaco Bastía es un fenómeno, un tipo que se entrena como si hubiese arrancado ayer su carrera, tiene 39 años y está impecable. Cada vez que entra le da un plus al equipo. El domingo estuvo cerca de marcar un gol y es admirable lo que hace. Ya de sólo verlo, uno aprende. Y creo que está para seguir jugando un tiempo más. Lo demuestra.
—¿Cuál es el técnico que te sacó el mayor “jugo”?
—Tuve varios en mi carrera. En Arsenal, por ejemplo, me dirigió Alfaro, que pudo ser campeón en ese club. Pero si te tengo que mencionar a alguien, me quedo con el Gallego Méndez... Bueno, con él jugué en varios puestos, algo que recién referenciaba cuando hablábamos de las posiciones.
—¿Va a salir campeón Boca?
—Tiene todo dado, ¿no?... Es un buen equipo y se le ha complicado porque, en general, es complicado el fútbol argentino. Se corre mucho, se juega con una gran intensidad y hay que ser pensante y preciso.
—¿Cuál fue el compañero con el que mejor te entendiste?
—Con el “Morro” García... A mí no me sorprende lo que le está pasando. Vos lo ves y parece que no va a llegar nunca, pero llega. Capaz que lo pueda complicar un poco en las distancias largas, pero el tiempo lo fue acomodando y sabe de qué manera tiene que jugar y cómo lo tienen que aprovechar los compañeros.
—¿Con quién te hubiese gustado compartir equipo?
(Piensa).
—Dejálo de lado a Messi...
—Jugadores como Messi te simplifican todo en una cancha... Pero a mí me hubiese gustado mucho jugar con Riquelme. Lo enfrenté y la verdad es que me sorprendía su capacidad y su inteligencia. Es de esos jugadores que ya sabe cuando va a recibir la pelota lo que va a hacer.
—Hay jugadores que no necesitan un gran estado físico para prevalecer. Te doy un ejemplo: vos veías a Bochini y ni parecía un jugador de fútbol, sin embargo, su velocidad estaba en la cabeza...
—Esos son los jugadores que admiro... Bueno, nosotros lo tenemos a Alan (por Ruiz) que tiene esas condiciones. Es alguien al que sabés que podés darle la pelota porque seguramente clarificará la jugada.
—Y dejándolo de lado a él para no comprometerte en la opinión. ¿Cuál es el jugador de la actualidad con el que te encantaría jugar?
—Con Iniesta.
—Bueno, es de esas características...
—Sí. Esos jugadores marcan diferencias y de ellos se aprende.
—¿Y el defensor más complicado?
—El flaco Conti.
—Te condicionás en la opinión para no quedar mal con el capitán...
(Risas). —No, no... ¡En serio!... El Flaco es un jugador bárbaro.
—¿Qué tiene que aprender todavía?
—Eso se lo dejo a Eduardo Domínguez, es misión de él... Y si tuviese algo que decirle yo, se lo digo en privado, para no quemarlo. (Risas).
—¿Para qué están?
—Para llegar hasta lo más alto que podamos. Las copas son una gran aspiración. Volver a jugarla, para mí y a los 29 años, es de por sí una gran motivación. Estamos en la Sudamericana y ojalá nos dé el cuero para llegar a la Libertadores. Tendríamos que mantener el nivel del otro día y, naturalmente, aprovechar ese partido inconcluso con Vélez.
—¿Estás a préstamo?
—Hasta junio y el pase es de Godoy Cruz.
—Anduviste por varios clubes pero no jugaste afuera. ¿Te gustaría hacer una diferencia económica?
—Sí, obvio... Una vez estuve cerca de ir a Turquía, pero al final no hubo acuerdo entre los clubes y me terminé quedando.
—¿Qué te cansa del fútbol?
(Piensa).
—No digas los periodistas porque se termina la nota...
(Risas). —La verdad que pocas cosas... Por ahí te podría decir la locura con la que se vive en este país, la intolerancia... Pero a mí, personalmente, no me cansan para nada las concentraciones, las disfruto, ni tampoco los entrenamientos... ¡Ya sé!... Hay algo que me fastidia un poco, que son las pretemporadas, pero no por lo que se corre, que es mucho, sino porque a veces me han tocado encierros de quince días...
—Y bueno, un “insultitito” al profe Santella y listo...
(Risas) —No, no... En Colón la pasé bien, además si nos encerramos fue una semanita nada más. Eso lo soporto, pero más tiempo se hace un poquito aburrido.