Enrique Cruz (h) | [email protected]
En el mismo vestuario, pidió que salieran todos para hablar a solas con sus futbolistas.
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No es común que en estas circunstancias, un entrenador pida que salgan todos del vestuario para quedarse exclusivamente con sus colaboradores directos y el plantel. Ocurre cuando un técnico se va. Le comunica la decisión a los jugadores, habla con los dirigentes y demora la salida del vestuario para dar a conocer la decisión. Obviamente que éste no era el caso. Pero a los pocos minutos de haber ingresado al vestuario luego de los 90 minutos de juego disputados bajo un calor extenuante en el Monumental decano, Madelón pidió quedarse a solas con sus jugadores. ¿Qué les dijo? Había tres hipótesis: 1) tratar de “desahogar” el ambiente para que se torne más respirable en virtud de la exigente temperatura; 2) arengar a sus jugadores para tres fechas finales que serán eso, verdaderas “finales”; 3) algún enojo que el DT quería exteriorizar en base a lo que fue la actuación del equipo.
Nadie habló del tema en concreto. La salida del vestuario se demoró y se hizo raudamente, teniendo en cuenta que un ratito después había que abordar el vuelo de regreso en el chárter a Santa Fe. Y fueron pocos los que hablaron: Madelón, Gamba y Balbi, que le hizo el “aguante” a Mauro Pittón, que fue el último en salir debido a que tenía que hacer el trámite del antidoping.
Cuando salió Lucas Gamba, la sensación fue que las palabras de Madelón se inclinaron por el punto 3 de las posibilidades antes descriptas, o sea por la del enojo. ¿Por qué?, porque Lucas fue contundente en sus dichos y en su autocrítica: “Me voy con mucha bronca por cómo jugamos. Nos faltaron precisión y muchas cosas más. Es cierto que cuando las cosas no salen bien o como queremos, es bueno no perder. Nosotros somos un equipo que podemos jugar muchísimo mejor de cómo lo hicimos hoy. En los partidos pasados perdimos puntos, es cierto, que parecían ganados, pero tuvimos la claridad y la precisión cuando atacamos que hoy no tuvimos”, dijo el delantero, que no sintió para nada la contractura que lo persiguió en todos estos días y que lo obligó a no jugar contra Tigre y a ir al banco contra los tucumanos, previéndose que estará apto para ser tenido en cuenta para arrancar el encuentro del lunes que viene ante Talleres.
Después le tocó hablar a Madelón, que tuvo un discurso un poco más “light”, aceptando que el equipo tuvo muchas imprecisiones: “Queríamos los tres puntos y vinimos a eso, a ganar el partido. El otro día, ante Tigre, perdimos dos. Hoy creo que ganamos uno. No tuvimos sobresaltos defensivos, pero admito que nos faltó precisión. A los jugadores les dije que estén tranquilos, que las cosas no se hacen a propósito y que a veces se puede jugar mal o ser imprecisos. Ahora tenemos que ganarle a Talleres para darle valor a este empate”, señaló el entrenador rojiblanco.
“No fuimos el Unión de siempre”, dijo el técnico, admitiendo que su equipo no tuvo precisión en el manejo de la pelota y señaló que “la clasificación vendrá si tiene que venir. Mi discurso fue sumar, engrosar el promedio y ver qué pasa. Ese qué pasa es lo que estamos viviendo ahora, con un promedio muy mejorado y con chances de entrar en la Copa. Estoy muy bien con los jugadores, ellos nos respetaron y veo que todos los equipos nos respetan. El partido fue malo, chato, anodino. Nosotros no pudimos porque, quizás, no nos dejaron”.
Madelón vio que “se podía robar algo cuando lo puse a Acevedo y a Gamba, pero no fue así. Tuvimos un par de chances pero no podemos pensar así, en chiquitito. Nosotros estamos acostumbrados a otra cosa. A mí me dolieron los partidos con San Juan y Tigre porque jugamos mejor que el rival y no los ganamos por ineficacia nuestra. En este caso no. Ellos estuvieron muy aplicados, nos taparon los costados y fue un empate que, ojalá, a la larga se convierta en un punto de oro. Pero eso será dentro de tres fechas”.
Gamba fue un poco más “al hueso” y ejecutó una dura autocrítica. Madelón fue un poco más contemplativo, aunque habló e insistió sobre las “muchas imprecisiones” que tuvo el equipo a la hora del juego. El tema sigue siendo el mismo: ¿sirve o no sirve el punto?. Todo se encuadra en función de lo que Unión resignó en dos partidos como local que tenía prácticamente en el bolsillo, y lo que falta.
Si Unión hubiese ganado con San Martín y Tigre, hoy estaríamos hablando de un “puntazo” en Tucumán. Si llega a conseguir los tres contra Talleres y después cosecha algo más con Boca e Independiente, también podría llegarse a la misma conclusión. Pero como lo único cierto es lo que pasó, la sensación de cosa perdida es latente. Máxime por la manera en la que se dio el partido. Fue chato lo de Atlético, pero también fue muy poco lo de Unión.